Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba, agosto (www.cubanet.org) - La producción agropecuaria
en volumen, con exclusión de la cañera y la generada en patios y
parcelas, en el primer semestre de 2010 no remontó la crisis, sino que
se hundió más en ella, según reflejan los datos publicados por la
Oficina Nacional de Estadísticas (ONE). El descenso fue de 7.5%, de ello
la agricultura no cañera disminuyó en 9,7% y la ganadería en 4,8%. La
producción de hortalizas bajó en 21,7%, con una caída espectacular en el
tomate de 33,7. Adicionalmente se observan retrocesos en el frijol
(27,0%) y el arroz (1,7%).
La producción de viandas creció en 0,2%, fundamentalmente por un
incremento del 48,4% en plátano, cultivo muy afectado en igual período
del 2009 por los efectos de los tres huracanes que destruyeron las
plantaciones en 2008. Los tubérculos y raíces decrecieron 10,7% -en
particular papa y malanga, con -30,8 y -34,3%, respectivamente-, los
cítricos disminuyeron 29,7% -fundamentalmente naranja dulce -39,7% y
limón -23,1%. En la ganadería, las entregas al sacrificio del porcino se
minoraron en 9,1 % y vacuno 6,0%. La producción de huevos retrocedió en
2,6%.
La producción agropecuaria en volumen obtenida en los períodos de
enero-junio, acusa una continuada reducción desde el 2008. Si se
incorporara al análisis la producción cañera, el retroceso sería aún
superior, pues aunque no se ha informado el volumen de caña cosechado
este año, se sabe que el rendimiento agrícola fue de 27 toneladas por
hectárea, 23,0 % inferior al del año anterior. En el período 2003/2007
el rendimiento mundial fue de 67 ton/ha, con países como Brasil, el
mayor productor de azúcar, que ha llegado a 77,6 ton/ha (2007), según
datos publicados por FAO. Al mismo tiempo, aunque todavía no se ha
publicado el resultado de la zafra azucarera 2010, se estima que pudiera
no haber superado el millón de toneladas de crudo, la más baja en más
de 100 años.
Llama la atención estos calamitosos resultados, cuando la comparación se
realiza con respecto al primer semestre de 2009, productivamente muy
pobre por los efectos de los tres huracanes de los últimos meses de
2008. Es cierto que durante el año actual ha existido gran sequía, y
hay indicios de que la agricultura no pudo contar con los suministros
necesarios debido a la escasa capacidad de compra en el exterior –las
importaciones cayeron en el 37,4% en 2009 por falta de liquidez.
Resulta significativo que habiendo esas dificultades y con menores
recursos que el Estado, el sector privado continuó teniendo mejores
resultados. Resalta que mientras la producción total de arroz disminuyó
en 1,7% en el primer semestre de 2010, la producción particular aumentó
en 44,6%; similar sucedió con las viandas, especialmente los tubérculos
y raíces.
Del examen de este preocupante panorama puede concluirse que la
producción agropecuaria sigue decreciendo, y por consiguiente se
profundiza la dependencia del exterior en materia alimentaria, cuando la
nación carece de recursos financieros. Si se redujeron las
importaciones de alimentos a 1,5 miles de millones de dólares en 2009,
de 2,2 miles de millones en 2008, no obedeció al engrosamiento
productivo nacional, ni a una disminución de las necesidades. El motivo
fue la aguda carencia de divisas, que ha provocado un notable
desabastecimientos de productos básicos en el mercado interno, en
particular alimentos. En las actuales condiciones, hasta carece de
sentido esforzarse en el incremento de la llegada de turistas, cuando
los ingresos generados por esta actividad en una proporción muy alta
tienen que dedicarse a la compra de alimentos para el consumo de estas
personas.
La crisis de la producción agropecuaria frena todo el desarrollo del
país, pues impone destinar gran parte de la pequeña capacidad de compra
en el exterior, a adquirir alimentos que podrían producirse
internamente. Esto obliga a reducir drásticamente la importación de
equipamiento, medios de transportación y otros elementos básicos para
atenuar la descapitalización imperante desde hace años. Es un proceso de
autofagia económica con consecuencias desastrosas en el conjunto de la
sociedad.
Los datos publicados por ONE demuestran la necesidad de realizar
urgentemente cambios radicales en las áreas productivas, de
comercialización y la adquisición de los suministros para la
agricultura. Como estimamos desde un principio, el Decreto-Ley 259 del
2008 sobre la entrega de tierras ociosas en usufructo, por sus
limitaciones y muchas prohibiciones no ha solucionado los inmensos
problemas existentes. Se impone una revisión de esa legislación, para
aumentar la seguridad de los campesinos a la tenencia de la tierra y el
plazo de usufructo –actualmente 10 años- a por lo menos 25, al igual que
a las personas jurídicas como establece el Decreto-Ley, prorrogable por
igual término. Esto daría mayores garantías para que los poseedores de
las tierras realizaran inversiones para incrementar la producción y los
rendimientos, tendencia que debe ser estimulada por el Estado a través
de créditos y flexibles mecanismos fiscales. Asimismo, debe permitirse
y promoverse la ayuda que podría provenir del exterior en forma de
créditos o donaciones, incluidos financiamientos otorgados por ONG y por
la comunidad cubana establecida en el exterior.
Otro aspecto que hay que revisar con rapidez es la comercialización de
los productos agrícolas, eliminándose todo el actual burocratismo que
provoca significativas mermas y pérdidas en el trayecto del campo a la
ciudad, o que lleguen con muy mala calidad a los consumidores. Sería
óptimo que los campesinos o sus organizaciones vendieran sus cosechas
directamente en las ciudades sin tener que recurrir a los mecanismos de
acopio. También debería crearse un marco legal para los intermediarios
privados, sin que necesariamente tenga que desaparecer el acopio
estatal. También podrían permitirse inversiones extranjeras en la
comercialización, que organizaran su trabajo de forma vertical:
producción-comercialización-beneficio-procesamiento-venta al consumidor,
como existe en otros países.
La mejor ganancia que pueda dejar un proyecto semejante con socios
extranjeros sería la experiencia obtenida en la gestión de estas
actividades, además del aporte de capital y tecnología. Para acometerse
esta transformación en la comercialización de los productos se tendrá
que modificar totalmente algunos conceptos actuales, como la entrega
obligatoria al Estado de alrededor del 70,0% de las cosechas y en
algunas como el café y el tabaco casi el 100,0%, al precio fijado por
aquel arbitrariamente. Esto debe sustituirse por la venta directa por
los campesinos de sus productos, con un sistema de pago de impuestos
sobre la tenencia de la tierra y los ingresos. Pudiera pensarse, en
adición, en el arrendamiento de tierra en áreas más extensas, con el
objetivo de que puedan emplearse con efectividad tecnologías de cultivo
más avanzadas y eficientes. Esto sería muy conveniente en la promoción
de la ganadería y cultivos permanentes, aunque también daría resultados
en los de ciclo corto.
Por otra parte, es indispensable resolver el problema de los insumos y
equipamiento. Una agricultura competitiva requiere infraestructura y
técnica. Es imposible sostener que con bueyes se alcance el salto
productivo requerido, esto puede ayudar en determinados momentos en
explotaciones de pequeña escala, pero no resulta una solución. Por
ello, debe crearse un mercado donde se oferte lo necesario, así como
los mecanismos crediticos y de refracción de las cosechas para que los
campesinos con entera libertad puedan adquirir los medios que requieran.
Para avanzar en este decisivo aspecto de la producción agropecuaria,
podría pensarse en la creación de proyectos conjuntos con entidades
extranjeras, que aporten capital y tecnología, además de experiencia en
la gestión.
No es nuestro propósito agotar una problemática tan compleja como el
desarrollo de la producción agropecuaria en Cuba, con las enormes
dificultades existentes. De todas formas queda claro que la
alimentación además de ser un problema estratégico, ocasiona
dificultades adicionales a la economía en su conjunto. El avance en este
decisivo sector podría ser un elemento importante en el fortalecimiento
de nuestra moneda nacional y coadyuvaría a eliminar -en conjunto con
otras medidas- fenómenos negativos de tal magnitud como la dualidad
monetaria y el racionamiento de los alimentos. Es tiempo de realizar
una real reforma estructural de la agricultura cubana.
http://www.cubanet.org/CNews/year2010/agosto2010/12_C_5.html
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