Dr. Sinue Escolarte
LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Al señor Hugo Cancio -autor del
artículo Un capítulo que debemos cerrar, publicado el pasado día 13 en
El Nuevo Herald- no le gusta perder, ser un personaje celebre negativo,
o que la gente repita, una y otra vez, que se trata de un agente de la
Seguridad cubana, mal encubierto.
Lo cierto es que su imagen molesta por su irracional deseo de absurda
confrontación, por sus respuestas caprichosas e iracundas, por su
continua cara de disgusto, de desprecio y por sus gestos de enemigo. Con
él, como con otros de su tribu, el intercambio productivo de ideas
deviene inútil discusión y, si se lo permiten, arrastra hasta un sendero
escabroso el destino del dialogo, que nunca puede llegar al sano debate.
Al verlo, viene a la mente lo que ocurre en una asamblea de comunistas
cuando alguien se manifiesta de modo contrario a lo que ellos desean. Se
comporta con astucia, por eso su arma favorita es la provocación sutil,
de soslayo, nunca abierta o frontal, siempre de lado, para cuando le
repliquen, aparecer de manera sub clínica como víctima y defensor de los
débiles y pobres "bloqueados por el gigante imperialista", táctica que
le permite seguir entrando a Cuba a realizar sus negocios.
Al dominicano Oscar Haza, lo siento más cubano y conocedor de la
realidad de la Isla que a él y, si la intención al recalcar su
ciudadanía fue descalificarlo, sólo consiguió hacerlo crecer.
Es irrespetuoso Cancio, al juzgar subjetivamente a Miguel Cossio, cuando
afirma que tiene afán de dar a conocer su obra, que es un apasionado y,
más superficial aun, al intentar crear la duda, mencionando la posible
conveniencia personal. Al hacerlo, Cancio muestra una franca proyección
de su manera de pensar y conducta paranoide.
Dice, refiriéndose al proyecto, Cuba Represión ID, que se trata de un
plan mal elaborado, una cacería de brujas. Todo lo contrario a lo que
persiguen los que auspician esta campaña: detener la injusticia y el
abuso de poder contra Las Damas de Blanco y el resto de los disidentes;
objetivo que ya están consiguiendo. ¿Con qué autoridad juzga este
desconocedor? Su incapacidad no le permite ver sus propias contradicciones.
La realidad es que detrás de su defensa a los "cubanos de noble
corazón", está su posición política como encubridor del régimen gestor
de tan despreciables actos.
El opositor cubano conoce bien, con nombre y apellidos, quiénes son sus
enemigos represores, pues cotidianamente sufre sus despotismos, pero
tenerlos bien identificados internacionalmente, además de constituir una
poderosa prueba de la violación de los derechos humanos en Cuba, puede
disuadir no sólo a los que están ya dentro del estiércol, sino también a
los que preparan para sustituirlos. Todos serán juzgados por sus
descendencias, ellos les "pasaran la cuenta", no será necesario que
corra la sangre. No habrá peor castigo.
Rematando, en el más puro estilo de los hermanos Castro, Cancio compara
lo incomparable. En busca de un equilibrio infame, mete en el potaje a
Orlando Bosch y Posada Carriles, porque sabe que esos nombres, asociados
al terrorismo, pueden producir desprecio y se identifican como enemigos
del "proyecto socialista".
Por último, al escoger como título Un capítulo que debemos cerrar, se
incluye cínicamente, en la liga de los que tuvieron tan creativa y buena
idea. Este intrigante escrito de Hugo Cancio, debió ser publicado, y
hubiera encajado perfectamente, en el Órgano Oficial de Partido
Comunista de Cuba, el periódico Granma. Ese es su lugar.
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