Los escándalos económicos salpican Cuba y alcanzan a históricos
prohombres e íntimos de Fidel Castro como Max Marambio. El régimen
castrista los investiga
MAURICIO VICENT 16/05/2010
Una legión de 4.000 auditores y policías económicos investigan en estos
momentos las tripas de 750 empresas cubanas, aproximadamente el 20% de
las que funcionan en la isla. Se trata de una descomunal ofensiva
anticorrupción que no tiene precedentes en el país, pero sí
justificación: en los últimos años, en la Cuba de Fidel y Raúl Castro se
han multiplicado los delitos económicos y los casos de corruptelas,
tráfico de influencias y malversación, y cada vez los protagonistas
pican más alto.
Entre las firmas investigadas hoy está International Network Group
(ING), conglomerado de empresas creado y dirigido por Max Marambio, un
hombre de negocios chileno que perteneció a los servicios de
inteligencia cubanos y fue jefe de la escolta personal del presidente
Salvador Allende. En una época Marambio fue una persona muy vinculada a
Fidel Castro. Hasta el año pasado, sus empresas movían anualmente
decenas de millones de dólares en negocios relacionados con Cuba, aunque
hoy es el último protagonista de una larga y opaca lista de escándalos
económicos que llega a altas esferas.
Pero... ¿cuál es el verdadero alcance y significado de la corrupción en
Cuba?
Hace pocas semanas, un prestigioso académico cubano vinculado a un
centro de estudios oficial daba la voz de alarma: "Hay gentes en
posiciones de gobierno que se están apalancando financieramente para
cuando la revolución se caiga, y otros que pueden tener casi todo
preparado para producir el traspaso de los bienes a manos privadas, como
tuvo lugar en la antigua URSS".
Esteban Morales, el autor de la reflexión, iba más allá: "Cuando
observamos detenidamente la situación de Cuba hoy, no podemos tener duda
de que la contrarrevolución, poco a poco, va tomando posiciones en
ciertos niveles del Estado y del Gobierno". Y concluía: "La corrupción
es mucho más peligrosa que la disidencia interna".
El investigador, director honorario del Centro de Estudios sobre Estados
Unidos de la Universidad de La Habana, una institución que habitualmente
hace análisis de inteligencia para las autoridades, se refirió
abiertamente al caso de la reciente destitución del director del
Instituto de Aeronaútica Civil de Cuba (IACC), el general de división
Rogelio Acevedo, un histórico que durante la lucha de Sierra Maestra
combatió a las órdenes del Che Guevara.
Sin condenarlo ni absolverlo, Morales pidió a las autoridades rigor y
transparencia para esclarecer el caso Acevedo. Aludió de refilón a los
rumores que circulan en la calle sobre millonarios desfalcos en la
aviación: "A nivel de hipótesis, lo ocurrido con el IACC no es único, ya
se ha descubierto en otros lugares (...) donde los jefes pueden estar
recibiendo comisiones y abriéndose cuentas bancarias en otros países".
Resulta que la esposa de Acevedo, Ofelia Liptak, era directora comercial
de una de las compañías de Marambio, la empresa mixta Alimentos Río
Zaza, que cuenta con dos plantas de producción en la isla y comercializa
zumos, leche y otros alimentos envasados, con una facturación anual de
millones de dólares.
Max Marambio y su hermano Marcel son además socios del IACC en la
agencia turística Sol y Son, que mueve cada año decenas de miles de
visitantes hacia la isla. En esta empresa fueron detenidos varios
directivos, y las auditorías parecen haber encontrado graves
"irregularidades", incluidos pagos de sobornos, malversación de fondos y
desvió de recursos al exterior. "Parece", porque las autoridades
oficialmente no han dicho nada oficialmente hasta el momento.
Lucy Leal, directora de ING, fue arrestada y es investigada en estos
momentos. No es un secreto que Liptak está en la mirilla. Hasta dónde
llegará el caso y si habrá cortafuegos es una incógnita. La enrevesada
trama se complicó más después de la muerte en extrañas circunstancias
del empresario chileno Roberto Baudrand, hombre de Marambio en Cuba y
gerente de Alimentos Río Zaza.
A Baudrand le fue retirado el pasaporte tras el comienzo de la
investigación y había sido interrogado en varias ocasiones. Apareció
muerto en su casa de La Habana el martes 13 de abril, y las causas
fueron "una insuficiencia respiratoria combinada con el consumo de
fármacos y alcohol", según la autopsia realizada en la isla, que los
familiares del fallecido dieron por buena.
Marambio estuvo en Cuba por última vez el 8 de noviembre del año pasado.
Después fue convocado por las autoridades para que viajara a La Habana a
aclarar las presuntas "irregularidades" de sus negocios, pero prefirió
no hacerlo. Tampoco su hermano Marcel ha querido regresar.
Sobran los recovecos y las zonas oscuras en esta historia de la caída en
desgracia de Marambio, que en Cuba era de todo menos un cualquiera.
Entrenado como guerrillero por el mítico Manuel Piñeiro, Barbarroja,
trabajó después con Patricio y Tony Laguardia en las Tropas Especiales
del Ministerio del Interior, y sobrevivió al escándalo político que
acabó con el fusilamiento de Antonio Laguardia y del general Arnaldo
Ochoa en 1989. Luego fue uno de los fundadores de CIMEX, una de las
mayores corporaciones estatales cubanas, con un volumen de negocios que
ha llegado a superar los mil millones de dólares anuales. En los años
noventa, bajo el ala protectora de Fidel, pasó de guerrillero a próspero
hombre de negocios, hasta el punto que hoy es dueño de un holding de
empresas que mueve más de cien millones de dólares al año.
Las causas de su cambio de estatus, de amigo revolucionario a
adversario, son varias. Según empresarios que lo conocen, como todos los
hombres de negocios en la isla, Marambio sufrió el año pasado la
retención del grueso de los fondos depositados en bancos cubanos. Debido
a la gravísima falta de liquidez del país, las autoridades congelaron
hace un año las transferencias de todos los empresarios extranjeros, y
en este paquete cayó el famoso jefe del Grupo de Amigos del Presidente
(GAP) de Salvador Allende, con un corralito que algunas fuentes calculan
de más de veinte millones de dólares. Al parecer, Marambio habría
reclamado su capital de forma poco delicada. Otros de sus allegados
aseguran que la auditoría responde a una "persecución política", por
haber apostado en las últimas elecciones chilenas a una baza que no era
la de Cuba.
En cualquier caso, y más en estos momentos, para el Gobierno cubano la
palabra traición se conjuga con corrupción. "El problema hoy", resume el
economista opositor Óscar Espinosa Chepe, "es que donde busques
encuentras". La corrupción se da a todos los niveles, desde el más bajo,
cuando un empleado se roba una bobería en una tienda estatal y la vende
en el mercado negro, hasta el más alto, con el tráfico de influencias y
los desfalcos millonarios perpetrados desde despachos con aire
acondicionado, dice Chepe. A su juicio, la causa última es la
"disfuncionalidad del sistema", y hasta tanto este factor esté presente,
"la corrupción no podrá ser extirpada".
El Gobierno de Raúl Castro se ha tomado en serio el problema de la
corrupción. "Somos conscientes de que el asunto es ante todo político y
que la revolución se puede ir por ese agujero negro", afirma un
funcionario de nivel intermedio. Pone como ejemplo de esta
"preocupación" la macroauditoría ordenada por la recién creada
Contraloría de la República.
Para apoyar la cruzada anticorrupción, el pasado 16 de abril el
presidente cubano asistió a la toma de posesión del nuevo fiscal
general, Darío Delgado, un militar de alto rango. Raúl Castro insistió
en la necesidad de fortalecer "la legalidad" y la "institucionalidad"
como "tareas de vital importancia", y días después se anunció que,
durante un mes, un cuerpo de 3.895 auditores, técnicos y estudiantes de
economía fiscalizarían las cuentas de una de cada cinco empresas cubanas.
Es todo un récord. Estamos hablando de 750 empresas a la vez, incluido
el holding de Marambio, fábricas estatales de tamaño mediano y pequeños
centros laborales en los que probablemente los trabajadores harán
negocio con los clavos o con la merienda para subsistir.
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