Juanes destapa en La Habana el deseo de los cubanos de tender puentes
hacia fuera
22/09/2009
No ha sido nada más que un concierto, el que celebró el cantante 
colombiano Juanes el domingo en la plaza de la Revolución de La Habana, 
y por eso no conviene darle un significado mayor del que estrictamente 
tiene: haber reunido, según los organizadores, a más de un millón de 
asistentes para disfrutar de la música de una serie de artistas, entre 
ellos algunos españoles. La fórmula es vieja en el mundo del rock y, 
desde que George Harrison tuviera éxito al juntar en 1971 a un puñado de 
grandes nombres en su concierto por Bangladesh, las iniciativas no han 
dejado de sucederse para apoyar las más diversas causas. Esta vez la 
marca que eligió Juanes ha sido la de Paz sin fronteras. Las buenas 
intenciones que suelen estar detrás de estas convocatorias invitan a 
subrayar causas lo suficientemente abstractas para que todo el mundo 
pueda apuntarse.
Aun así, y por mucho que fuera la paz el reclamo utilizado para invitar 
a los cubanos de dentro y de fuera a la reconciliación, la parte más 
dura del exilio ha sido muy crítica con el colombiano, tachando la 
propuesta de regalo para la dictadura de los hermanos Castro. El régimen 
abre la mano al autorizar un intrascendente concierto de rock y echa así 
humo sobre sus verdaderas intenciones inmovilistas. El argumento no es 
nuevo. Cuando Franco permitió iniciativas similares, éstas fueron 
criticadas por la endeble carga política que contenían, y porque 
propiciaban una imagen de libertad que no existía.
Lo que el domingo se escuchó en la plaza de la Revolución fue, sin 
embargo, muy diferente de lo que se había escuchado allí tantas veces. 
Hubo música, y alguna idea general (cambiar el odio por el amor), y no 
los largos discursos de Fidel sobre las bondades del socialismo. El 
concierto de Juanes permitió que, en ese lugar de resonancias míticas 
para la revolución, se produjera un encuentro multitudinario en torno a 
un asunto menor: bailar, cantar, dar botes. Pero tras la pausa musical, 
los cubanos siguen teniendo pendiente el desafío del futuro. Que no 
llegará mientras la dictadura siga controlando todos los resortes del 
poder, encerrada en el viejo discurso dogmático e incapaz de establecer 
puentes con la oposición y el exilio. Es el régimen el que tiene que dar 
el primer paso para que se diluyan las profundas brechas simbólicas que 
existen entre los cubanos de ambas orillas y puedan emerger los 
distintos proyectos de sociedad. Hasta ese momento, lo de Juanes sólo ha 
sido un concierto.
Pausa musical · ELPAÍS.com (22 September 2009)
http://www.elpais.com/articulo/opinion/Pausa/musical/elpepiopi/20090922elpepiopi_2/Tes
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