La libertad del blog
By DORA AMADOR
Qué oportuna es la columna publicada el 22 de mayo por Ivette Leyva
Martínez: ''Nostalgias del porvenir'', acerca de Cuba Nostalgia, esa
gigantesca industria comercial de un pasado hermoso, pero muerto. Sin
embargo, es válido, fue parte de la memoria histórica de un exilio ya
ido. Pero digamos otra verdad, también entretiene y cultiva. Leyva
Martínez reclama su lugar en esa fiesta de la memoria que no es de ella.
Ella extraña otras cosas, como la heladería Coppelia y los artesanos de
La Habana.
¿Quién se acuerda o añora una Cuba de seis provincias? Yo no, me da lo
mismo, mientras le quiten a una el nombre de Granma, pero a saber los
que se nieguen porque sentirán nostalgia por el nombre de su provincia.
¿Cuántas calles, ciudades, escuelas, tendrán que cambiar de nombre?
¿Cuántas fechas ''gloriosas'' actuales se intentará borrar de la memoria
deshecha, antropológicamente dañada después de 50 años de mentiras y
mitos? ¿Cuántas nuevas fechas se incorporarán a las nuevas efemérides
nacionales? Hay tanto que rehacer, derribar, construir. Y no hablemos de
los que estamos aquí que regresemos a Cuba. ¿Tendremos nostalgia de
Miami? Hemos sido dos países, hemos vivido en dos culturas, y tanto
tiempo ha pasado.
¿Alguien recuerda cuando apoyar el movimiento disidente era sospechoso y
hasta peligroso en Miami? ¿Cuando hablar por teléfono con uno de ellos y
escribir sobre esa información era ''estar en componenda con Castro''
porque, cómo puede una periodista exiliada hablar con un cubano de la
isla y no ser éste de la Seguridad del Estado? ¿Quién recuerda, a ver,
cuando escribir sobre la lucha pacífica y la acción cívica no violenta
de Martin Luther King, Jr., Rosa Parks y Mahatma Gandhi causaban desdén
o risa entre los ''verticales'' y ''beligerantes'', que afirmaban sin
gota de duda que los que abogábamos por eso éramos o tontos útiles o
cómplices del castrismo, sin mencionar su racismo? Un día escribí sobre
la desobediencia civil ejercida por Henry David Thoreau, tan exitosa en
su época. Y después, en el 91, descubrí a Havel. Fue mi faro, mucho
escribí sobre su obra y él como hombre profundamente cristiano, además
de intelectual y disidente.
Hoy, al cabo de 20 años de escribir para El Nuevo Herald, yo también
reclamo mi pequeño aporte a la verdad vivida, a que este exilio sea más
plural y democrático. Muchas cosas que hoy se dan por sentadas y se
discuten sin temor alguno se debe a un camino abierto por otros --no soy
la única-- que vencieron el miedo reinante.
Esto no debe ignorarlo el historiador o la historiadora de una Cuba
futura y libre. Por eso y otras razones --principalmente la libertad
absoluta que da un blog-- es que el lector interesado podrá leer en
Palabra (www.palabracubana.org) todo lo que he publicado en El Nuevo
Herald. Esta edición renovada de Palabra salió publicada el 20 de mayo
de 2009 y se la dedico a los blogueros y a los presos políticos cubanos.
En la primera página se podrá leer un reportaje publicado en 1991, La
larga noche: Mujeres en el presidio político cubano. Testimonios de
presas políticas que ningún amante de la libertad debe desconocer. Es el
horror total del presidio castrista narrado por mujeres torturadas.
Todas las tácticas de lucha política han fallado en lograr la libertad
de Cuba, pero sí han creado la conciencia nacional de la no violencia.
Pero presten atención a los blogueros, que logran victoria tras
victoria. La segunda ''sentada'' de los ciberactivistas en un hotel
exigiendo que los cubanos tuvieran acceso a internet, como los turistas,
grabada en vídeo y lanzada a la blogosfera, demuestra que el régimen le
tiene pavor a la generación digital. En menos de dos semanas eliminó la
prohibición y ya los cubanos pueden bloguear de nuevo en hoteles y
cibercafés. Ahora falta que cada ciudadano pueda hacerlo desde su casa
en su propia computadora, como lo hace el resto del mundo.
DORA AMADOR: La libertad del blog - Opinión - El Nuevo Herald (5 June 2009)
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