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Sunday, June 14, 2009

Entre la libertad y Hugo Chávez

TRIBUNA: MARIO VARGAS LLOSA
Entre la libertad y Hugo Chávez

La batalla no está perdida en Venezuela. La resistencia a la
intimidación y la extorsión del régimen chavista ha movilizado a
sectores de la población contra una revolución huérfana de ideas

MARIO VARGAS LLOSA 14/06/2009

Un Encuentro sobre Libertad y Democracia, celebrado en Caracas el 28 y
29 de mayo, que hubiera pasado inadvertido del gran público y confinado
en un reducido ámbito intelectual, se convirtió gracias al Gobierno del
presidente Hugo Chávez en un acontecimiento internacional. En buena
hora, pues de este modo un amplio sector pudo enterarse de los
atropellos que se cometen a diario en la tierra de Bolívar contra las
libertades civiles y del coraje con que tantos venezolanos se han
movilizado contra el proyecto estatista y totalitario que pretende
convertir a este país en una segunda Cuba.

Todavía hay elecciones, pero se trata de una operación de relaciones
públicas

La clase intelectual mostró una lucidez visionaria y no ha podido ser
reclutada por el régimen

Un centenar de escritores, intelectuales, políticos y periodistas fuimos
a Caracas a festejar los 25 años de CEDICE, un instituto defensor de la
cultura democrática y la economía libre, que, pese al hostigamiento de
que ha sido y sigue siendo víctima, continúa promoviendo las ideas
liberales en medio de la frenética campaña centralista y colectivista de
uno de los gobiernos más anacrónicos del mundo occidental.

Es verdad que Venezuela todavía no es Cuba porque aún quedan espacios
para la empresa privada y la prensa libre, pero ellos se van cerrando
cada día más. Tanto empresarios privados como órganos de prensa
independiente trabajan sometidos a acosos y amenazas y con la espada de
Damocles de la confiscación, la expropiación y la clausura sobre sus
cabezas. Sin embargo, pese a los juicios, multas y entrampamientos
administrativos que los asfixian, la entereza con que continúan en la
brega es admirable. El día que inauguramos el Encuentro se cumplían dos
años del cierre de Radio Caracas Televisión, luego de la épica batalla
por la supervivencia que dieron su propietario Marcel Granier y los
centenares de periodistas y demás trabajadores de la empresa. Ahora, el
objetivo del régimen es el último canal independiente donde la oposición
puede expresarse: Globovisión. El terreno está siendo abonado con una
ofensiva de injurias y acusaciones delirantes contra el canal y su
propietario, Guillermo Zuloaga, cuya casa fue invadida hace pocos días
por la policía y a quien el Gobierno chavista acaba de abrir un juicio
por supuestos tráficos ilegales: una burda patraña antes del zarpazo
final contra un canal de televisión que se empeña en ser libre en un
país donde la libertad se apaga cada día como la lucecita de un candil.
Al igual que en Radio Caracas Televisión, los 400 periodistas y
trabajadores de Globovisión han cerrado filas en defensa de su centro de
trabajo y de su dignidad.

¿Cuál es la popularidad real de Hugo Chávez? En una de las exposiciones
más notables del Encuentro, María Corina Machado, fundadora del
Movimiento Cívico Súmate, mostró, con documentos irrefutables, que el
régimen chavista, bajo su apariencia bullanguera y caótica, maneja un
rodillo compresor, inteligente e implacable, de intimidación y extorsión
de las conciencias y el voto, que manipula y sojuzga sobre todo a los
empleados públicos, a los pensionistas y a los obreros y trabajadores
eventuales, ofreciéndoles seguridad en sus empleos a cambio de adhesión
política y haciéndoles creer que todos sus movimientos y palabras son
vigilados de modo que, ante la menor desviación, la represalia
gubernamental se abatirá sobre ellos como una guillotina, privándolos
del trabajo, el salario o la pensión. La expositora contó cómo, en uno
de los barrios más pobres de Caracas, los vecinos le confesaron que no
se atrevían a votar contra Chávez porque un "satélite" los espiaba
incluso en el interior de los centros de votación.

La ofensiva contra el sector privado de la economía es vertiginosa. Una
tercera parte de ella está ya en manos del Estado. Dos millones de
hectáreas han sido arrebatadas a sus dueños para ser convertidas -según
un término copiado de la dictadura militar peruana del general Velasco
Alvarado- en empresas de "propiedad social". Han sido igualmente
estatizadas las empresas eléctricas, la mayoría de las
telecomunicaciones, las cementeras, todas las empresas de servicios
petroleros y todas las empresas mixtas de explotación del petróleo así
como las empresas siderúrgicas e incontables empresas medianas o
pequeñas de distintos rubros con pretextos diversos o sin pretexto
alguno, mediante la mera prepotencia. En el ámbito financiero, el Banco
Santander ha sido el primero en caer víctima de la estatización.

Todavía hay elecciones, pero se trata de una operación de relaciones
públicas, pues el Gobierno ignora sus resultados y anula y persigue a
los opositores elegidos. Manuel Rosales, el ex-gobernador de Zulia y
alcalde de Maracaibo, ha debido exiliarse en el Perú para escapar a la
saña chavista. Al alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledesma,
Hugo Chávez lo ha privado prácticamente de todas las atribuciones
importantes que eran responsabilidad del Ayuntamiento, y hasta le ha
birlado el local del municipio, por la fuerza, donde ahora impera una
super-alcaldesa nombrada a dedo. Con lo que no contaba el chavismo, es
con la gallardía del popular Ledesma, que, con el apoyo resuelto de sus
electores, defiende con uñas y dientes su gestión.

En el campo sindical es donde el autoritarismo de Hugo Chávez ha
encontrado mayor resistencia a sus apetitos hegemónicos. Los obreros
venezolanos no se dejan engañar ni amedrentar. Para tratar de reemplazar
a la Central de Trabajadores de Venezuela (CTV), afiliada a la OIT
(Organización Internacional de Trabajadores), Chávez creó la Unión
Bolivariana de Trabajadores, sindicato oficialista que, pese al
desembozado apoyo del régimen -y acaso por eso mismo- no ha prendido y
carece no sólo de legitimidad, también de afiliados. Casi todos los
intentos de copamiento de los gremios y sindicatos por parte de los
sicarios y agentes del régimen han sido un fracaso y se han saldado a
veces con violencia callejera y asesinatos. De hecho, no siempre son los
empresarios quienes encabezan la lucha contra las estatizaciones, sino a
menudo los obreros -el número de huelgas es acaso en Venezuela el más
alto de América del Sur-, conscientes de que, una vez incorporados al
sector público, sus centros de trabajo no sólo serán víctimas de la
ineficiencia y la corrupción, sino de la politización que premia a los
obsecuentes y serviles y castiga a los independientes y a los críticos.

Dicho todo esto, y aunque la resistencia sea difícil contra un régimen
matonesco y sin escrúpulos, la batalla por la libertad no está perdida
en Venezuela. Una de las más emocionantes sesiones del Encuentro fue
aquella en la que los jóvenes alcaldes de Chacao, Sucre y Baruta -antes
lo había hecho el de Caracas-, expusieron cómo se las arreglan, pese a
la miseria presupuestal con que el Gobierno los castiga por ser
opositores, para hacer obra pública, trabajar con los vecinos a fin de
reducir la delincuencia y el consumo de drogas, mejorar la educación y
alentar el civismo y la cultura democrática en el vecindario.

¿Cómo no va a haber esperanzas en un país donde todas las universidades,
privadas y públicas, rechazan el proyecto totalitario y donde los
estudiantes están en la vanguardia de las manifestaciones contra las
pretensiones de Hugo Chávez de convertir a Venezuela en una sociedad
oscurantista y dictatorial a la manera de Cuba y Corea del Norte? Ellos
fueron el motor de la movilización que derrotó a Chávez cuando el
plebiscito. ¿Y qué decir de los intelectuales, artistas y escritores? La
revolución chavista es la primera en la historia que nació huérfana de
ideas y de doctrinas y debió de contentarse sólo con eslóganes,
estribillos y lugares comunes porque en sus filas había agitadores pero
no pensadores ni escribidores dignos de ese nombre. Revoluciones como la
rusa, la china y la cubana imantaron en sus primeros años el idealismo y
la imaginación de grandes creadores, cuya ingenuidad las embelleció y
prestigió: luego, pagarían carísimo su error e irían al gulag,
padecerían la "revolución cultural" o partirían al exilio. Pero, en
Venezuela, con excepciones que se cuentan con los dedos de una mano, la
clase intelectual mostró desde el primer momento una lucidez visionaria
sobre lo que estaba en juego y desde entonces, con todos los matices que
cabe señalar, no ha podido ser reclutada (es decir, castrada) por el
régimen: allí está, limpia y treja, dando la pelea, como un ejemplo para
sus congéneres en el resto del mundo.

En los cinco días que acabo de pasar en Venezuela me he sentido animado
como en los mejores días de mi adolescencia. Siempre estuve agradecido a
ese bello país, que, al concederme el Premio Rómulo Gallegos en 1967,
dio un gran impulso a mi trabajo de escritor. Ahora lo estoy más, por la
extraordinaria lección de hidalguía que hemos recibido los participantes
al Encuentro de tantas venezolanas y venezolanos indomables en la
defensa de su libertad.

Entre la libertad y Hugo Chávez · ELPAÍS.com (14 June 2009)
http://www.elpais.com/articulo/opinion/libertad/Hugo/Chavez/elpepuopi/20090614elpepiopi_13/Tes

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