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Thursday, May 03, 2007

Presencia virginal

PRISIONES
Presencia virginal
Miguel Iturria Savón

LA HABANA, Cuba - Mayo (www.cubanet.org) - Bajaba por la calle Obispo
hacia la Plaza de Armas cuando tropecé con un joven muy singular que
repartía un folleto y susurraba: "La caridad espera en las prisiones".
El hombre miraba con prudencia antes de entregar el pequeño texto. Mi
curiosidad creció al percatarme del sentido alegórico de sus palabras.
Al llegar a mi destino apenas pude leer, pues me esperaba una amiga para
revisar unos documentos en el archivo histórico de la ciudad.

Al salir del archivo me senté en un banco de la Plaza de Armas y leí con
avidez el folleto que me obsequió el joven misterioso. Se refería a la
Virgen de la Merced, patrona de los presos. Describía la labor
humanitaria de Pedro de Nolasco, mercader y futuro santo, quien vendió
sus bienes para gestionar el rescate de los cristianos cautivos de los
ocupantes musulmanes, en el ya lejano siglo XIII.

El texto exaltaba al núcleo fundador de la Orden de la Merced. Refería
la misericordia de San Pedro Nolasco, San Raimundo Penafort, el Rey
Jaime y de los padres mercedarios que, desde 1259, asumieron el reto de
ayudar a los prisioneros y a los "cautivos del alma", a quienes urge la
caridad para salir de la desgracia y gozar de la dignidad humana.

Al terminar la lectura, me dirigí hasta la calle Cuba, esquina a Merced,
en la propia Habana Vieja. Entré en el templo de la advocación mariana,
donde leí la Oración a la Virgen de la Merced, guiándome por el folleto.
Conversé después con algunos peregrinos que rezaban por sus familiares
encarcelados.

Al evocar al joven peregrino que me impresionó en la calle Obispo,
pienso que hizo bien en graficar su entrega con una oración tan
sugerente: "La caridad espera en las prisiones". Sus palabras y el
folleto sobre los mártires y los frailes medievales que ayudaron a
liberar a los cautivos de entonces, cobra actualidad en la Cuba de
nuestros días.

Un nombre tan familiar a los cristianos como Nuestra Señora de la Merced
desata las analogías con la insultante realidad de las cárceles
insulares. El problema rebasa a la Iglesia Católica y al resto de las
denominaciones religiosas. No son musulmanes los que encarcelan a 300
mil cubanos en 200 reclusorios distribuidos en solo 1,200 kilómetros de
extensión.

Los funcionarios que encarcelan en nombre de un sistema penitenciario
demoledor deberían pensar en la tragedia humana que desencadenan las
sentencias.

Al contextualizar un problema vital no pretendo abrir las heridas que
afectan a millones de cubanos desde hace medio siglo. La atención a los
presos no sólo es problema de sus familiares o de los feligreses que
acuden, el 24 de septiembre, a rezar por un amigo encarcelado en la
iglesia habanera Nuestra Señora de las Mercedes.

Denunciar las arbitrariedades es una forma de ejercer la caridad, aunque
esta, como dijo el peregrino, también espera en las prisiones.

http://www.cubanet.org/CNews/y07/may07/03a7.htm

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