La vida sigue igual
Oscar Mario González
LA HABANA, Cuba - Mayo (www.cubanet.org) - El primero de mayo se cumplió
el primer mes de la puesta en vigor de los decretos 187 y 188 que
aspiran a poner orden en el relajo generalizado del ambiente laboral
criollo.
Pero las cosas siguen iguales o muy parecidas, porque los problemas
sociales y laborales son muchos, y muy de fondo, y según el guajiro
cubano, cuando el mal es de halar la cadena no valen guayabas verdes ni
cocimientos de manzanilla.
La intención de enderezar el árbol torcido no es novedosa. Ha aparecido
y vuelto a aparecer en varias ocasiones, siempre que el péndulo marxista
se ha visto amenazado por el desorden y la apatía incontrolables.
Hablando en plata, y sin que nos quede nada por dentro, este socialismo
del siglo XXI no sirvió en el XX, ni servirá en el XXXI, si es que esta
humanidad, amenazada por el sobre calentamiento y la capa de ozono
llegan allá. Me figuro que para entonces será sólo una forma de demencia
colectiva que aquejó al género humano.
Por eso el hombre de la calle, me refiero al que tiene que trabajar duro
día tras, no se acoquina por más decretos que vengan. Sobre todo si
tiene más de 50 años y ya le duele la rabadilla de ver tantas
"ofensivas" y "limpiezas" para, al final, volver a lo mismo.
Porque con tanta escasez y tan poca hacienda no se puede emplear todo el
esfuerzo para sacar del fango al carromato estatal. Hay que dejar
reservas para emplearlas en el "invento callejero". Así, pues, lo
prohibitivo y lo permisible irán unidos en pos de eso que el lenguaje
culto denomina "canasta familiar", y que no es más que frijoles
hervidos, buen guiso en la mesa, zapatos para los muchachos y vestimenta
adecuada para la mujer. Si el socialismo dice ser igualdad, y en nombre
de tan alta palabra te tienen de aquí para allá, agitando banderitas y
zapateando, lo menos que se puede hacer es vivir como Dios manda. A fin
de cuentas, cuando el sol sale lo hace para todos y no únicamente para
los gerentes, generales y doctores internacionalistas.
Los trabajadores más jóvenes, que no conocen las mañas y recovecos del
sistema, andan nerviosos. Mas, ya se dijo por la radio y la televisión
que el decreto no era sordo ni ciego ante las dificultades "objetivas"
por las que atraviesa la revolución en estos momentos decisivos para la
patria socialista, lo que en el léxico patriótico-revolucionario
equivale a insinuar que la sangre no llegará al río; y que, aunque
mueran dos santiagueros y cinco villaclareños, el sol seguirá saliendo
por el este, y el cañonazo seguirá disparándose desde la Cabaña, y a las
nueve en punto de la noche. Que el gobierno continuará haciendo como que
le paga al proletariado, y los trabajadores aparentando que trabajan.
Todo ello en medio del retozo y el guasabeo tropical, bajo un sol que
raja seborucos y una luna que, voluntariamente, sale por las mil
ventanas del cielo para cooperar con la tranquilidad ciudadana y
facilitar la guardia del Comité de Defensa de la Revolución.
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