HISTORIA
Félix Varela, padre de la nacionalidad cubana
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba - Noviembre (www.cubanet.org) - El 20 de noviembre se 
cumple el 218 aniversario del nacimiento del Presbítero Félix Varela, 
quien "fue el primero que nos enseño en pensar" según dijo José de la 
Luz y Caballero.
Su vida toda es un ejemplo para los cubanos. Su obra incluye la reforma 
de la pedagogía, al luchar decididamente contra el memorismo y las 
caducas concepciones escoláticas. Fue quien introdujo la experimentación 
como elemento fundamental del conocimiento y, para ello, creó el primer 
laboratorio de física y química en Cuba. En materia filosófica, sus 
concepciones flexibles se nutrieron de lo más avanzado de la experiencia 
mundial, pero siempre adaptándolas a las condiciones de nuestra Patria.
Fue creador de la primera cátedra de derecho de América Latina, a los 32 
años de edad, en el Seminario de San Carlos, donde el mismo llamaba a 
sus clases "la Cátedra de la Libertad y los Derechos Humanos, la fuente 
de las Virtudes Cívicas y la base del gran edificio de nuestra felicidad."
Siempre estimulado, y por que no, protegido por ese gran vasco el obispo 
Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa, fue elegido diputado ante 
las Cortes de España como representante de Cuba. Allí presentó sus tres 
proyectos fundamentales: Contra la Esclavitud, donde señaló: 
"desengañémonos: constitución, libertad, igualdad, son sinónimos y a 
estos términos repugnan los de esclavitud y desigualdad de derechos". El 
reconocimiento de varias naciones de América ya liberadas, sobre lo que 
expresó: "los hombres de América nacen con el amor a la 
independencia…abren el pecho y se lee independencia; y el 
Establecimiento de una ley sobre el gobierno autónomo de las islas de 
ultramar, concepción que con el tiempo evolucionaría a posiciones 
plenamente independentistas, que lo llevarían a expresar: desearía ver a 
Cuba tan isla en lo político como lo es en la naturaleza. Cuba no debe 
esperar ya nada de España…ni de nadie, debe liberarse por sí sola…"
A la caída del gobierno liberal existente en España y condenado a muerte 
por la ola absolutista que trajo Fernando VII a su regreso al trono, 
Varela se refugió en Estados Unidos, donde vivió durante 30 años hasta 
su muerte en febrero de 1853. Allí publicó el periódico El Habanero, del 
cual se conocen 7 números. Posteriormente, en la que él llamó "la tierra 
clásica de la libertad" dio a la luz El Mensajero Semanal. Publicaciones 
donde puede encontrarse la génesis del más puro independentismo 
revolucionario cubano.
Se dedicó también a la traducción de obras esenciales para la educación 
de los cubanos, como el Manual de Práctica Parlamentaria de Thomas 
Jefferson, y el Manual de Química Aplicada a la Agricultura de Humphrey 
David. Allí escribió posiblemente la obra más importante de su vida: 
Cartas a Elpidio, de esperanza y aliento a la juventud; proyectada en 
tres tomos sobre la Impiedad, la Superstición y el Fanatismo. 
Desafortunadamente, no llegó a escribir el último tomo. En esa obra 
puede leerse: "Apenas puede abrirse una página de la historia, sin notar 
los estragos causados por la superstición, bien porque se adore a una 
divinidad fingida, o se tribute un culto absurdo a la verdadera".
Conjugó su trabajo intelectual con una intensa actividad al frente de 
iglesias y en órganos de prensa religiosos, donde incluso sostuvo 
polémicas teológicas con personalidades de otras denominaciones 
religiosas, manteniendo siempre posiciones constructivas y ajenas al 
fundamentalismo.
"El Santo Cubano", como lo calificara Martí, sembró las bases de nuestra 
nacionalidad. El destino por esas casualidades a que nos tiene 
acostumbrados determinó su desaparición física sólo unas semanas antes 
del nacimiento en la calle de Paula, en La Habana del niño José Martí, 
sin dudas el más preclaro continuador de sus ideas. Hoy, que Cuba sufre 
y se viven momentos altamente peligrosos, los cubanos, creyentes y no 
creyentes, herederos todos del hermoso legado de Varela debemos tender 
nuestra mirada hacia las ideas de ese hombre que todo lo sacrificó por 
amor a nuestra Patria y al ser humano.
Una personalidad que fue símbolo de amor y tolerancia, y que nos convoca 
hoy en nuestras duras circunstancias a los hermanos de la Isla y la 
diáspora, a gobernantes y gobernados, a buscar la reconciliación y la 
fraternidad en nuestras raíces históricas. A encontrar remedio a 
nuestros males mediante la unidad de todos los cubanos por encima de 
ideologías; a través de un compromiso racional entre hermanos que nos 
libre de esta pesadilla que nos ha martirizado por tantos años, que de 
prolongarse podría terminar en una catástrofe donde todos saldríamos 
perdedores.
http://www.cubanet.org/CNews/y06/nov06/20a9.htm
 
 
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