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Friday, May 15, 2015

Un alegato consistente que enamore

Un alegato consistente que enamore
[14-05-2015 22:53:20]
Alberto Medina Méndez

(www.miscelaneasdecuba.net).- Los eternos opositores al modelo vigente
siguen buscando atajos para salir del caos. Saben que el presente es
lamentable y que resulta imperioso evitar la inercia actual, pero su
ansiedad suele empujarlos hacia ingenuas confusiones, invirtiendo tiempo
en estériles esfuerzos intermedios.
Algunos creen, con esperanza, que la aplicación de las nuevas
tecnologías puede transformarlo todo mágicamente. Otros, mucho más
cándidos, anhelan la llegada triunfal de ese líder carismático aclamado
por las masas que con su encanto natural modificará el rumbo para siempre.

Es paradójico que quienes critican al populismo por fomentar el saqueo
redistributivo y promover la holgazanería enfoquen todas sus energías
hacia un esquema tan idéntico desde lo estratégico al supuestamente
reprobado.

No es que las herramientas modernas no sean útiles para seducir a los
ciudadanos de buena voluntad. No deben despreciarse esas eficaces
variantes. Tampoco se trata de rechazar a esos dirigentes que logran esa
indispensable empatía con la sociedad y que comprenden, aunque sea
parcialmente, el daño que el populismo les ha generado a sus comunidades.

Luego de tantos intentos por estas tradicionales vías es necesario
comprender la reinante dinámica social y el intenso anclaje que ciertas
posturas tienen en la sociedad, esas que no retrocederán tan fácilmente.

Los eventuales fracasos económicos del populismo contemporáneo no han
sido suficientes para arrinconar a un sistema de ideas tan arraigado en
los ciudadanos. La gente se enfada por algún tiempo y reclama cambios en
el sentido inverso, pero solo como parte de una coyuntura accidental,
para salir del paso, y no porque hayan modificado su visión definitivamente.

Siempre encontrarán culpables para responsabilizarlos de su eventual
traspié. Algunos dirán que fue la corrupción o la ineptitud del demagogo
de turno. Tampoco faltarán quienes recurran al infalible argumento del
poder de las corporaciones y la siempre posible confabulación del poder
económico internacional como causantes de esa renovada frustración.

No se asumirá con convicción esa derrota ideológica si no se interpretan
las ocultas raíces de su verdadero descalabro y se las reemplaza por
nuevas miradas que expliquen lo que ha sucedido con una congruencia
irrefutable.

Por eso, es preciso hurgar en las entrañas de la política, para entender
que el sacrificio preciso es superior y probablemente mucho más
prolongado que lo que la vida terrenal permite a un individuo en la
actualidad.

Es posible que cierta vocación de poder personal nuble la vista y
proponga llegar a la cima de un modo veloz. Muchos se entusiasman con
esa posibilidad y descartan el meritorio esfuerzo consistente,
sustituyéndolo por meros espejismos. Esa dinámica simplista solo
alimenta ciertos apetitos personales, pero no resuelve de modo alguno el
problema de fondo.

El populismo puede tropezar, pero solo se atrinchera para esperar una
nueva oportunidad y obtener otra vez el poder. Las evidencias cuentan
que cuando eso sucede, lleva demasiado tiempo retomar el sendero adecuado.

Hace falta mucho más que una suma interminable de pequeños y creativos
trucos, innovadores instrumentos y modestos líderes con personalidad
para cambiar el curso de los acontecimientos de un modo sustentable.

El ahínco debe ser superlativo, prolongado en el tiempo, y sobre todo
coherente a lo largo de su recorrido. Habrá que armarse de paciencia y
abandonar la premura si se quiere, en serio, lograr el desenlace esperado.

Se necesita cuanto antes un alegato que tenga solvencia, que resista los
embates más elementales. No solo se debe proponer un planteo lógico,
sino que se debe apelar a los sentimientos. Lo que se dice y escribe no
solo debe responder a la racionalidad, sino que también debe enamorar.

La gente respeta, inclusive desde el disenso, a los que son capaces de
alinear discurso y acción. No lo hace solo por un puñado de elementos
aislados, sino cuando percibe una coherente y prolongada línea de aciertos.

Nadie dice que deban desecharse los ocasionales caminos cortos ni
aprovechar cada tropiezo y torpeza del régimen para avanzar, pero es
importante no caer en el infantilismo de ilusionarse con ciertas
fantasías. El cambio vendrá de la mano de algo mucho más significativo y
trascendente.

En el mientras tanto, es probable que el populismo vaya mutando de
matices, y sea reemplazado secuencialmente por versiones más moderadas,
con miradas parecidas, pero que conserve su esencia intacta. Mostrar
versiones más amigables, no es más que un mecanismo de defensa. Esa
dinámica constituye un riesgo mayor porque cuanto más presentable es el
personaje que enarbola esas banderas, mas difícil será superar esa etapa.

Sus características básicas seguirán estando presentes de modo muy
estable. Corrupción a mansalva, falta de transparencia, concentración
del poder, inexistente independencia del poder judicial, economía
intervenida y manipulada discrecionalmente, control del aparato
electoral, presión a los medios de comunicación e intimidación a los
disidentes, serán solo parte de ese catálogo inagotable de inmorales
demostraciones de poder.

El populismo no es sinónimo de criminalidad, desmadres económicos y
escándalos políticos. Esas son solo algunas de sus consecuencias más
evidentes. Sus raíces son mucho más complejas y profundas. Para
erradicarlas definitivamente habrá que construir, con paciencia,
perseverancia y seriedad, un alegato consistente que enamore.

Source: Un alegato consistente que enamore - Misceláneas de Cuba -
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/Article/Index/55550b403a682e0d04535faa#.VVXknvmqqko

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