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Thursday, May 22, 2008

Amanecer en La Habana

Amanecer en La Habana

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) - La lluvia sofocó el calor de
la noche. El primer aguacero de mayo es beneficioso para la salud. Saqué
las manos por la reja de la puerta y me mojé la cara y el torso. El
calor del cuerpo disminuyó. Regresé a la cama. Regresé a la cama. Dormí
bien. Cuando abrí los ojos eran las seis y media. La ausencia de nubes
presagiaba calor.

Radio Reloj da la hora. Las siete de la mañana. Anuncian desastres.
Críticas a la Unión Europea. Dicen también que en Florida la gente se
muda a causa de las hipotecas.

Desde el viernes no salgo. Instalado en un suburbio del sur de La
Habana, prefiero quedarme en casa a viajar durante 40 minutos hasta el
centro. Hoy tendré que salir por obligación. Estos barrios suburbanos
tienen una comodidad: la concentración de establecimientos comerciales
en dos o tres cuadras. Sólo hay que caminar hasta la calzada.

Pero si se hace necesario llegar a algún lugar temprano, es mejor estar
en la calle antes que el sol asome. Los ciudadanos salen como hormigas y
aunque los ómnibus pasan con frecuencia en estos días, más vale coger
uno antes de la avalancha de las 7 a.m.

Cargué un cubo de agua para asearme (hace años no hay agua corriente).
Salgo del baño y bebo el café recién colado. ¿Cuándo tendré una cafetera
expreso? En Radio Reloj repiten las mismas noticias: la matraca de las
mudadas en Florida me hace pensar en las dificultades para mudarse aquí
en La Habana. Encontrar un camión es algo serio, aunque el papeleo de
los trámites burocráticos para las permutas ha disminuido.

Debo prepararme para navegar por Internet, luego de coger dos guaguas.
¡Si apareciera la pipa del agua! Hace quince días que no viene. No hay
mejor remedio para el calor sofocante que una ducha de agua fría.

A las 10 y 30 siento un ruido. Es la turbina de la pipa. ¡A correr! Esta
noche cuando regrese podré utilizar dos cubos de agua para bañarme. Casi
un lujo. El chofer de la pipa extrae un pedazo de papel del bolsillo y
me dice que no tiene el número de donde vivo en la relación del
suministro. Entonces le ruego, pongo cara de desesperación. Se conmueve
y creo que me echará agua. Espero. Son las 11 de la mañana. A las 12 y
media es mi cita con Internet. Al fin, llenaron la cisterna de la
vecina. Ahora me toca a mí. Estiro la manguera y casi no alcanza al
primer tanque, faltan 50 centímetros. Ya sale el agua con fuerza y creo
que estoy apagando un fuego. Levanto la manguera. Ya cae el agua en el
recipiente. Se llena. Paso al otro. Respiro. Al menos 110 galones de
agua fresca. Voy directamente a descargar el inodoro.

http://www.cubanet.org/CNews/y08/may08/21cronica3.html

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