Pages

Thursday, May 05, 2016

Armar una 'Karpazuki

Armar una 'Karpazuki'
La dificultades con el transporte han llevado a la creación de los más
inverosímiles vehículos y actividades comerciales en Cuba
ELIÉCER ÁVILA, La Habana | Mayo 05, 2016

Transporte, motos, vehículos, Suzuki
Las eternas dificultades que se enfrentan cada día en Cuba con el
transporte han obligado a los ciudadanos a buscar las más impensables
fórmulas con tal de hacerse con "algo" que los mueva a mayor velocidad
que los propios pies o las caóticas guaguas.

Hace unos años, el Ministerio del Interior comenzó a importar grandes
cantidades de motos de la marca Suzuki, que llegaron a cada territorio
de la mano del jefe de sector, el oficial del DTI o la Seguridad del
Estado. La moto se convirtió en una especie de símbolo visual. Bastaba
con conducir de una de ellas para que el cartelito de "chivatón" te
acompañara por largo rato.

Con el paso del tiempo, otros organismos comenzaron a importarlas
también, expandiendo expandiendo su uso a casi todos los sectores
estatales. Recuerdo un día que mi vecino llegó a su casa en una y fue
hasta la esquina donde conversábamos algunos amigos para decirnos: "Mi
gente, esa moto es de la alimenticia, ¿oyeron? No quiero talla con eso".
Todos soltamos la risa.

El paso siguiente fue la aparición de las primeras Suzukis particulares.
La chapa que las identificaba con la letra P comenzó a limpiar poco a
poco su imagen sin que se haya borrado del todo entre los cubanos el
miedo a cometer alguna imprudencia frente a alguien que aparece sobre
una de ellas.

Lo verdaderamente curioso es el mecanismo mediante el cual la gente
puede llegar a poseer una Suzuki, proceso que demuestra la atrofiada y
absurda política estatal en este sentido. Para miles de trabajadores
supondría un alivio poseer al menos una moto, lo cual se traduciría en
mayor eficiencia y puntualidad. De hecho, hay países donde es muy común
que los empleadores se aseguren de que cuentas con medios propios para
llegar al trabajo.

Sin embargo, aquí el Estado cubano, único importador y comercializador
posible de equipos de motor, hasta hace poco no vendía ni motos ni
piezas para las mismas. De ahí que las existentes en manos de
particulares fueran las traídas por quienes cumplieron misiones en
países del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), hasta su disolución,
a finales de los 80.

En determinado momento, el Estado comenzó a comercializar solo las
unidades, o sea, cilindro, máquina y caja de velocidad acoplada, sin el
cuadro, por ejemplo. Para acceder a una de ellas se formaban las colas
más agobiantes, igual que para los motores de petróleo.

Personas de todo el país dormían durante semanas a veces en las
cercanías de las escasas tiendas autorizadas para vender estas "joyas".
Los funcionarios no tardaron en darse cuenta del negocio que se podía
hacer aprovechando esta situación, y en un abrir y cerrar de ojos, si no
dabas 300 o 400 CUC aparte de los 700 o 800 que valía la unidad; nunca
podrías comprarla aunque te mudaras a una carpa frente a la expendedora.

Hoy se ha incrementado el número de unidades y lugares donde las venden,
pero este paso no es más que el primero en una larga cadena para poder
acceder a una preciada Suzuki 125.

Existen dos variantes fundamentales para lograr "armar el muñeco". Una
consiste en comprar legalmente una moto relativamente barata como la
Berjovina o la Karpaty, generalmente en muy mal estado, para que cueste
entre 5.000 y 10.000 CUP. Después se encarga reforzar el cuadro o a
hacerlo nuevo a los artistas cubanos de la mecánica, quienes hace mucho
tiempo merecen varios premios por sus innovaciones. Estos maestros
fabrican a golpe de mandarria, soldadura y tubos de agua de 3/4, un
esqueleto que, según dicen, es más fuerte incluso que el original.

Acto seguido, se recorta del cuadro de la Karpaty el bajante del timón,
donde están estampados los números de fábrica que identifican al equipo
en los registros del tránsito y en el documento de circulación. Esta
parte es insertada en la nueva estructura. Entonces se arma nuevamente
adaptando la unidad de Suzuki, de lo cual resulta una Karpazuki, que ya
está lista para ir a la reinspección, la formalización del trámite de
traspaso (hecho previamente en notaría) y el registro del "mejoramiento
técnico".

Después de esto ya usted puede tomarse una botella de lo que le guste o
unas vacaciones, pues será de los afortunados que logra terminar un
maratón técnico y burocrático digno de una medalla.

La segunda variante es una mejora de la primera y es ejecutada por
clientes más exigentes. A algunos no les gusta el aspecto "criollo" o
improvisado que suelen tener las Karpazukis resultado de la variante
uno. Así que invierten un poquito más para darles el aire de una moto
más grande y sólida. En este caso hay que buscar "afuera" el kit
original de la Suzuki o de otra moto de gama media. Esto origina otra
actividad comercial. Hay quienes viajan a buscar estos kits, pagando por
ellos entre 300 y 500 dólares en una tienda, por ejemplo en Panamá o
Ecuador, que se envían por barco o se traen en el avión como piezas de
repuesto y finalmente se comercializan en Cuba a precios que oscilan
entre 1.500 y 2.000 CUC. Recordemos que el famoso kit es todo lo que no
es unidad (motor), o sea, gavetas, asiento, timón, focos, llantas, etc.

Aquí entra la aduana también a sacar su parte del negocio, pues siempre
hay un precio para ir más rápido y no tener dificultades para sacar del
aeropuerto o del puerto el dichoso kit, encareciendo así un proyecto que
por lo general termina costando cerca de 4000 CUC.

Hace poco tuve una larga conversación con uno de los más conocidos
ensambladores de Karpazukis en la Habana. "A mí la política no me
interesa ni tengo nada que ver con eso. Lo mío es armar estos tarecos,
ir viviendo y que la gente se vaya contenta", me dijo.

¿Sabrán este genio cubano y sus agobiados clientes que todo este enredo
tortuoso, caro y desgastante puede hacerse fácil y barato con una simple
decisión política?

Source: Armar una 'Karpazuki' -
http://www.14ymedio.com/sociedad/Armar-Karpazuki_0_1993000681.html

No comments: