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Monday, April 11, 2016

El Zoológico Nacional, un Arca de Noé que hace aguas

El Zoológico Nacional, un Arca de Noé que hace aguas
YOSMANY MAYETA LABRADA, La Habana | Abril 11, 2016

El burro mastica galletas, rositas de maíz y hasta un pedazo de papel
embadurnado en azúcar que los niños le ofrecen entre risas. Una madre
carga a su pequeño bebé y lo acerca para que le dé un caramelo al
animal. El Zoológico Nacional de Cuba reinauguró hace apenas dos semanas
el aviario para proporcionar mayor bienestar a la fauna que acoge y
mejor visibilidad a los visitantes. La reforma es parte de un conjunto
de restauraciones que tratan de mejorar las instalaciones con el
restablecimiento de redes hidráulicas, la recuperación de la laguna de
oxidación y de otras áreas y locales.

Sin embargo, 32 años después de su fundación, el parque no logra
ubicarse entre las primeras opciones recreativas de los residentes en la
capital cubana, debido a su lejanía del centro urbano y a la poca
variedad de sus ofertas.

"Esto es para quien tenga carro", se quejaba este sábado una abuela de
visita en el lugar con dos nietos pequeños. La mujer asegura estar
"escandalizada" por el costo de un taxi colectivo que la dejó en las
inmediaciones del lugar y que se llevó un tercio de su pensión mensual.
El interior del parque también está concebido para los desplazamientos
en automóvil o bicicleta, con grandes distancias entre un área
expositiva y otra.

Con sus 342 hectáreas, delimitadas por 10,6 kilómetros de muro
perimetral, el zoo tiene 1.200 ejemplares en exhibición pertenecientes a
128 especies. Sin embargo, una buena aparte de los visitantes que
concurren a sus extensas áreas lo hacen en busca de un espacio donde los
niños puedan correr y jugar, acceder a ofertas gastronómicas o,
simplemente, alejarse de la rutina de las áreas urbanas.

"Lo que menos hemos hecho es asomarnos a las jaulas", comentó a este
diario Claudia, madre de un niño de cinco años y quien está de visita en
La Habana. La joven reconoce que "en comparación con el zoológico de Las
Tunas, este es una maravilla porque hay más variedad de animales". Cerca
de ella asoman los húmedos hocicos de dos dingos australianos, que
muchos confunden con perros satos o callejeros.

El principal muestrario de animales en cautiverio de la Isla sigue
arrastrando los rigores del Período Especial a pesar del nuevo proceso
inversionista del que se ha beneficiado desde hace meses. Las
dificultades para alimentar a los animales se erigen entre los grandes
problemas que enfrenta el parque. "A veces llegan los suministros, pero
otras veces tenemos semanas malas, en que viene muy poco", detalla Juan
Antonio, trabajador de mantenimiento. El empleado considera que "la
situación más difícil" la tienen "con los carnívoros, aunque el
abastecimiento de frutas también falla mucho".

En un país donde una libra de carne de cerdo puede costar la cuarta
parte de un sueldo, hay quienes consideran un lujo alimentar a un león
con piezas de res o de caballo. "A veces tenemos que inventar", dice con
una mirada enigmática Juan Antonio, quien afirma amar a todos los
animales del centro como si fueran sus hijos.

El trabajador conoce al dedillo los detalles que diferencian a cada uno
de los 45 ejemplares que habitan el foso de los leones, la mayor manada
de esos felinos que viven en semicautiverio en la Isla. Su constancia se
suma a las de más de 500 personas que laboran en el parque, que se
dedican a la veterinaria, la biología, el transporte o la gastronomía.

En varias zonas del parque se ven en estos días enormes máquinas
destinadas al movimiento de tierra para la construcción de una laguna de
oxidación que, según Juan Antonio, "será utilizada en el aprovechamiento
de las heces fecales de los animales para la producción de biogás".

A pocos metros, varias decenas de ancianos llegados en una excursión
Círculo de Abuelos del municipio Boyeros ofrecen galletas a los monos.
Nancy, una de las más entusiastas del grupo, critica la lentitud de los
servicios que brinda el parque. "Todo se demora mucho", protesta, "en la
entrada solo había una taquilla funcionando".

"No hay refrescos, ni agua para la venta, no hay chucherías, no hay, no
hay y no hay", continúa.

Al Zoológico Nacional le ocurre algo similar a otras "instalaciones
recreativas" que alcanzaron su esplendor en la Cuba de los años 80. El
Jardín Botánico, el Parque Lenin en La Habana y otras similares en el
interior del país se convirtieron en sitios de interés para el público
por tener una oferta gastronómica de mayor diversidad en comparación con
lo poco que podía comprarse entonces en las tiendas y cafeterías estatales.

Caramelos, galletas dulces, bombones y en especial unos bizcochos
envueltos en chocolate conocidos como "africanas" atraían a cientos de
personas, incluidos los revendedores, que hacían una y otra vez las
colas para adquirir los productos vendidos en cantidades limitadas pero
a precios asequibles. Con la apertura de los mercados en pesos
convertibles y la aparición de vendedores por cuenta propia, desde hace
más de veinte años, esa presión ha disminuido.

Ahora la mayoría de los visitantes viene en busca de esparcimiento o a
mirar lo que se exhibe, sobre todo a partir de la llegada de decenas de
animales que arribaron a la Isla en la denominada Operación Arca de Noé
II, por la que Namibia aportó una donación de antílopes, elefantes,
rinocerontes, buitres, avestruces, hienas manchadas y pardas, leones,
leopardos, chacales de lomo negro, guepardos o chitas, linces, puerco
espines y zorros de Oreja de Murciélago.

La sobrevivencia de estos animales está vinculada a la subvención
estatal o de alguna otra fórmula dependiente de las decisiones
políticas. Mientras tanto siguen allí, bucólicos, indiferentes o
agresivos, inocentes todos, cumpliendo su papel de objetos de la
curiosidad humana.

Source: El Zoológico Nacional, un Arca de Noé que hace aguas -
http://www.14ymedio.com/sociedad/Zoologico-Nacional-Arca-Noe-aguas_0_1978602122.html

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