¿Por qué triunfa el castrismo?
El mundo se asombra por la longevidad de un régimen que ha sumido a su
población en la pobreza y en la desesperación
miércoles, diciembre 2, 2015 | Fernando Núñez
PARÍS, Francia -El drama humano de nuestros compatriotas en la frontera
de Nicaragua, bloqueados por el largo brazo de La Habana, es otro
ejemplo de una evidencia que muy pocos están dispuesto a aceptar: el
triunfo del castrismo.
Cara a Hispanoamérica, Castro y sus secuaces han conseguido convertirse
hoy en los representantes indiscutibles de una ideología que confunde
los ideales de justicia social y la crítica al imperialismo, simbolizado
desde hace más de un siglo por la hegemonía mundial de los Estados Unidos.
Conviene recordar que las primeras advertencias sobre la deriva
comunista del castrismo, la produjeron sus propios compañeros de lucha.
Los pocos creadores de opinión, entre los que se encontraba el Diario de
la Marina, que se atrevieron a oponerse con argumentos liberales; o sea
puramente económicos, al avance de la maquinaria ideológica del Partido
Popular, fueron desarticulados y silenciados con el beneplácito de una
buena parte de la intelectualidad cubana, que también consideraba que el
capitalismo debía ser reformado en aras de la justicia social.
Esta idea no sólo era defendida en Cuba. También en los Estados Unidos,
los creadores de opinión y los campus universitarios más influyentes,
entre los que se hallaba la Universidad de Columbia, también lo creían.
Por esa razón, los medios académicos norteamericanos, que cojean
mayormente por la izquierda, siempre han mantenido una posición
conciliadora con La Habana. Irene Wright, sin ir más lejos, consideraba
con toda razón ya a mediados del siglo pasado, que Cuba no era un
producto de los propios cubanos: "No ha sido modelada por ellos, ni
siquiera la han influido. Es, por el contrario, una manufactura
totalmente americana".
En esas condiciones, el castrismo fue considerado por todo ellos como un
experimento. Por ejemplo, el 30 de julio de 1959 el Saturday Evening
Post publicaba en primera página el siguiente titular: "La reforma
agraria es anticapitalista". Circunscrito al ámbito insular y a un
número reducido de seres humanos, valía la pena observarlo y eso es lo
que han hecho hasta hoy. La prueba es que en los ochenta, tras la caída
del muro y el posterior desmembramiento de la Unión Soviética, a nadie
en Washington se le ocurrió organizar una intervención militar para
acabar con el simpático experimento social de los sesenta que,
entretanto, había degenerado en cruenta dictadura.
Las pasiones que levanta el caso cubano, impiden considerar con
serenidad ciertos hechos. Tras considerar las estadísticas
internacionales de la época, resulta evidente, que Cuba no era un país
pobre comparado con la mayor parte de Hispanoamérica y algunos países de
Europa. Sabemos que la isla descollaba en numerosos indicadores de
desarrollo contrastados por las Naciones Unidas. La isla no era ni mucho
menos "el eslabón más débil" como pudo serlo la Rusia zarista en 1917.
¿Entonces por qué triunfó el castrismo?
Pues una de las respuestas posibles es que Cuba fue el terreno donde
cristalizaron las pasiones ideológicas que fracturaban a la izquierda
norteamericana. Dentro de la isla, el terreno ideológico estaba más que
preparado, las ideas marxistas habían conseguido una gran popularidad e
influencia desde los años treinta, cuando casi consiguen apoderarse del
Estado tras las huelgas organizadas para derrocar a Gerardo Machado.
Para los que suelen olvidarlo, recordemos que varios ministros de
Fulgencio Batista eran comunistas confesos.
Tras el triunfo de 1959, no fue un problema llevar a cabo un programa ya
trazado, con el beneplácito de las élites norteamericanas y con el apoyo
de la Unión Soviética. A pesar del libro de De Palma, la influencia de
Herbert Matthews, un egresado de Columbia, en la invención de Fidel
Castro, un pandillero que nunca ha dado la cara, nunca ha sido ponderada
en toda su dimensión.
Hoy los cubanos se asombran por la longevidad de un régimen que ha
sumido a su población en la pobreza y en la desesperación. Otros
ideólogos se escandalizan por la actitud de un presidente norteamericano
que lo apoya sin "obtener nada a cambio". Sin embargo, si nos detenemos
a pensar un poco, tendríamos que convenir que Obama no ha hecho más que
seguir la misma política tolerante de sus predecesores, aplicada a las
condiciones históricas actuales.
El castrismo triunfa todavía hoy, no sólo por la confusión ideológica,
la represión o el terror, sino porque tampoco ninguno de los opositores
cubanos dentro y fuera de la isla sostiene un discurso renovador o de
ruptura. Muchos defienden el estado de bienestar (es decir, el
socialismo) y los "logros del castrismo" en los campos de la educación y
la salud pública. La defensa de los derechos humanos por sí sola no
constituye un verdadero punto de inflexión. Nunca lo ha sido. No
olvidemos que Francia, la tierra que los vio nacer un día, se rindió al
pragmatismo económico y después de haber abolido la esclavitud, cuando
le convino a la emperatriz Josefina, la restableció en sus colonias
caribeñas.
Source: ¿Por qué triunfa el castrismo? | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/por-que-triunfa-el-castrismo/
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