GINA MONTANER: ¿Y si fuera todo lo contrario?
A los economistas del Banco Mundial (BM) lo que más les preocupa de la 
realidad cubana no es la falta de libertad, sino el problema que podría 
plantearle a la dictadura castrista el deterioro de Venezuela. Será que 
a veces los números no dejan ver el depauperado bosque.
El pasado miércoles Augusto de la Torre, el economista jefe del BM para 
América Latina, declaraba, "todos los latinoamericanos sabemos que Cuba 
está en un proceso de apertura". Tan contundente afirmación no incluye a 
los cubanos dentro y fuera de la isla, víctimas de un régimen 
totalitario que lleva en el poder la friolera de cincuenta y cuatro 
años, y sin visos de un solo gesto que indique la única apertura real a 
estas alturas: una transición a la democracia y el fin de la dinastía de 
los Castro.
La conclusión a la que ha llegado el BM es que las supuestas medidas 
innovadoras impulsadas por Raúl Castro podrían irse al garete si el 
gobierno de Nicolás Maduro continúa dando tumbos. El BM considera que la 
"modernización" de la economía cubana "va muy en serio", pero Venezuela, 
cuya fuente de apoyo es crucial para Cuba, podría ser la responsable de 
un posiblel estancamiento de la restructuración cubana.
No hay duda de que la subsistencia de Cuba depende, en gran medida, de 
las ayudas millonarias que recibe de Caracas desde que hace quince años 
el desaparecido Hugo Chávez comenzara a enviarle a la isla más de cien 
mil barriles de petróleo al día. Una ayuda que no se ha limitado a 
proveerle crudo, sino alimentos y otros productos de consumo que durante 
décadas escasearon mientras los cubanos estaban sometidos a la famélica 
libreta de racionamiento que ahora se impone en la Venezuela del 
socialismo del siglo XXI.
Pero la política de codependencia económica del castrismo es algo tan 
antiguo como el propio régimen. Ya desde la década de los sesenta, el 
único modo de supervivencia de un sistema colectivista que detuvo de 
golpe el crecimiento económico experimentado en los cincuenta, fue 
depender de la ayuda que durante treinta años le suministró la antigua 
Unión Soviética. El economista cubanoamericano Carmelo Mesa-Lago calcula 
que de 1960 a 1990, cuando colapsa el bloque soviético, la URSS le 
otorgó a Cuba la astronómica cifra de $65,119 millones en ayudas. El 
también economista y disidente cubano Oscar Espinosa Chepe declaró al 
periódico La Vanguardia en 2011 que, "sólo en créditos impagados, los 
rusos estiman que perdieron unos $20,000 millones de la época, una cifra 
a mi juicio conservadora". Espinosa Chepe se preguntaba si, en parte, el 
descalabro de la economía soviética tuvo que ver con la excesiva carga 
que para ellos representó el improductivo y parasitario satélite cubano.
Lo cierto es que tras el desmoronamiento de la URSS, los noventa fueron 
los años de mayor penuria en Cuba. La tenebrosa época del "Periodo 
Especial". Precisamente lo que salva a los cubanos de una hambruna que 
comenzaba a tener las dimensiones de la que se padece en Corea del 
Norte, fue la mano amiga que le tendió Chávez a su preceptor Fidel Castro.
Lo que parece escapársele a los sesudos economistas del BM es que lo 
mejor que le podría ocurrir a Cuba es dejar de ser un Estado 
codependiente de otros, incapaz de salir adelante por sus propios medios 
y habituado a vampirizar a gobiernos que los subvencionan a cambio de la 
exportación de sus médicos y de su aparato de inteligencia. ¿Acaso los 
expertos del BM no saben que el verdadero bienestar debe ir de la mano 
de la libertad en una sociedad abierta? ¿De qué vale la apertura de 
paladares, los tímidos y oscilantes permisos a cuentapropistas o los 
cantos de sirena a inversores extranjeros si los cubanos, que a fin de 
cuentas tienen derecho a ser el motor del país, no son ciudadanos libres 
a la hora de diseñar su futuro?
A Cuba le conviene dejar de ser un Estado mantenido. Para Venezuela 
también sería muy beneficioso desprenderse de la rémora económica que 
significa La Habana en un momento en el que la fórmula chavista se 
desgasta aceleradamente y los venezolanos cuestionan la injerencia de 
Cuba en sus asuntos internos.
Cuando el Muro cayó en Europa del Este y se secó el grifo soviético, 
Fidel Castro, cuya incapacidad para gestionar el Estado ha sido 
proverbial, dijo, "para nosotros fue como si dejara de salir el sol". Me 
temo que la prosperidad de Cuba depende justo de lo contrario de lo que 
señala el BM. El día que haya libertad, y no una dictadura 
codependiente, saldrá el sol en todo su esplendor.
© Firmas Press
Source: GINA MONTANER: ¿Y si fuera todo lo contrario? - Gina Montaner - 
ElNuevoHerald.com - 
http://www.elnuevoherald.com/2014/04/14/1723932/gina-montaner-y-si-fuera-todo.html
 
 
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