Publicado el lunes, 08.19.13
Ajedrez diplomático
FABIOLA SANTIAGO
FSANTIAGO@MIAMIHERALD.COM
En el juego de ajedrez de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos las
piezas se mueven, pero nadie sabe en qué dirección.
Si la historia ha de ofrecernos alguna pista, todo apunta en la misma
dirección de décadas pasadas: frustradas esperanzas de cambio, ningún
adelanto hacia la democracia y más emigración de la isla hacia Estados
Unidos.
La Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, por ejemplo,
está repartiendo visas como si la oficina fuera un mostrador de pastelitos.
En los primeros seis meses del 2013 se otorgaron 16,767 visas de
visitante a cubanos — un aumento de 79 por ciento sobre el año anterior,
según cifras de la Sección de Intereses reveladas recientemente en Cuba.
Otros 29,000 cubanos recibieron visas para emigrar hacia Estados Unidos
en el 2012, que representan 9,000 más de las acordadas en el pacto de
inmigración con Cuba firmado en 1994 después de un éxodo de balseros en
el que 35,000 personas escaparon por mar en frágiles balsas improvisadas.
Y ahora, la administración de Obama ha expandido la estancia de
visitantes cubanos en Estados Unidos a períodos sin precedentes. Si
alguien es cubano, su visa turística de múltiples entradas al país
permanece válida durante cinco años.
En sucesivos pasos torpes, la actual administración ha estado
resucitando la diplomacia de "pueblo-a-pueblo" de la administración de
Clinton, cuya teoría sugiere que si los cubanos visitan Estados Unidos y
los cubano-americanos viajan a Cuba, ese intercambio resultará en una
especie de karma democrático.
Para los cubanos aquí, no pasa una semana sin saber de alguien que está
llegando de Cuba o de alguien que está viajando a Cuba.
La política de "pueblo-a-pueblo" no produjo ningún cambio democrático
durante los años de Clinton como tampoco lo hicieron las estrictas
regulaciones de viaje en los años de Bush. Los que quisieron viajar a la
isla encontraban siempre una manera de hacerlo a través de terceros países.
Lo que continuó inalterable fue el alto número de cubanos que llegaban
con visa de visitante y se quedaban, legalizando su estatus bajo la Ley
de Ajuste Cubano de 1966 que les otorga residencia permanente un año y
un día después de su llegada.
Con cada éxodo, el Miami cubano ha continuado añadiendo capas sociales,
al punto que no solamente los descontentos hijos de funcionarios del
gobierno se mudaron acá a finales de la década de los noventa y a
principios de la década del 2000, sino que ahora se mudan a Miami y a
Tampa cientos de cubanos de pasados dudosos, incluyendo a funcionarios
de la Seguridad del Estado e informantes de todo tipo.
"Es un caos", me dijo el viernes la representante republicana de Miami
Ileana Ros-Lehtinen en una amplia conversación sobre temas de Estados
Unidos y Cuba. "Yo trabajo en esto cada día que pasa y no sé qué pensar
[de la política de Estados Unidos hacia Cuba]".
En un caso ampliamente divulgado, el ex jefe provincial de prisiones en
Cuba Crescencio Marino Rivero, que había estado a cargo de someter a
presos políticos por cualquier medio que fuera necesario, estaba
viviendo en Kendall.
Vino a Miami a reunirse con su hija y vivir el resto de su vida
recibiendo una pensión del sistema de seguro social del gobierno de
Estados Unidos.
"No tengo nada de qué arrepentirme", dijo desafiantemente el carcelero
ante las cámaras de televisión antes de huir de regreso a Cuba cuando
las autoridades de inmigración, ante las protestas de ex presos
políticos que lo identificaron, comenzaron a investigar su pasado y la
legalidad de los beneficios que estaba recibiendo del gobierno de
Estados Unidos.
Pero regresó, esta vez a Nueva Jersey — resulta interesante que haya
seleccionado primero el mayor enclave de tradicionales exiliados cubanos
y luego el que le sigue en tamaño cuando Rivero tiene un país bastante
grande donde vivir — aunque se ha informado que de allí escapó también
cuando lo identificaron.
El hecho de que Rivero haya ido y venido significa solamente una cosa:
las autoridades de Estados Unidos nunca le retiraron su estatus legal,
como le habría ocurrido a cualquier otro violador de derechos humanos de
otro país.
Pero eso no es todo: Representantes de la Sección de Intereses de Cuba
en Washington vinieron recientemente a Miami, supuestamente con el
beneplácito de la administración, a reclutar un tipo especial de
inversionista potencial: cubanoamericanos dispuestos a hacer negocios
con la Cuba comunista.
Algunos exiliados ya han viajado a la isla para discutir oportunidades.
Uno de los hermanos Fanjul, Alfy, cuyo imperio azucarero en Cuba fue
expropiado por Fidel Castro y cuyos negocios en el exilio abarcan desde
Florida hasta República Dominicana, se ha reunido en La Habana con
funcionarios cubanos que quieren conectar con exiliados cubanos, según
informes de prensa.
Carlos Saladrigas, un empresario de Miami, ha dicho abiertamente que
tiene inversionistas listos para ayudar a financiar mediante millones de
dólares en préstamos pequeños a los cuentapropistas, la nueva clase
empresarios a la que el gobierno cubano ha concedido licencias para
operar por cuenta propia.
"Estuve en Bimini y me encontré con un amigo mío que me dijo con la
mayor naturalidad, 'Me compré una casa en Guanabo' [una playa cerca de
La Habana]", me contó un exiliado cubano que frecuentemente participa en
discusiones sobre Cuba en la Casa Bacardí de la Universidad de Miami.
"Los que estamos manteniendo al gobierno de Cuba ahora somos nosotros,
'el enemigo', al ritmo de $1,000 millones anuales".
Algunos cubanoamericanos piensan que es hora de alterar las cosas en
Cuba con estas audaces medidas.
Otros no pueden dar la espalda a las atrocidades que se están cometiendo
contra los disidentes que se enfrentan a las violaciones de derechos
humanos — desde palizas y detenciones y ataques a machetazos en las
áreas rurales hasta la sospechosa muerte del líder disidente Oswaldo Payá.
Desde cualquier punto de vista es difícil ver claridad alguna en la
nueva locura de visas de la administración hacia un país que ha sido
sorprendido recientemente embarcando hacia Corea del Norte una carga de
armamentos escondidos bajo sacos de azúcar en una nave que intentaba
cruzar el Canal de Panamá en violación de regulaciones de Naciones Unidas.
O un país que anuncia las llamadas reformas de inmigración para luego
negarle la entrada al país a la fundadora de las Damas de Blanco
exiliada en España que desea ver por última vez a su padre gravemente
enfermo de 92 años.
Es difícil apreciar los beneficios de estas visas de largas estadías y
entradas múltiples, como no sea para aliviar el papeleo de los
burócratas de Estados Unidos en La Habana, cuyas oficinas están siempre
repletas de cubanos en busca de visas.
"Cuba no ha hecho nada para merecer esta expansión de visas", dijo
Ros-Lehtinen. "Puede que sea bueno para algunas familias que pueden
costear este ir y venir, pero es a la vez una oportunidad más para que
Castro se deshaga de los descontentos".
"Mientras tanto", añadió, "[el subcontratista de Estados Unidos] Alan
Gross languidece en una cárcel cubana".
Nada se ajusta a un genuino patrón de cambio.
El futuro de Cuba — y por extensión el del Gran Miami — continúa el
curso de este juego de ajedrez cuyo jaque mate parece estar aún
remotamente lejano.
Source: "FABIOLA SANTIAGO: Ajedrez diplomático - Fabiola Santiago -
ElNuevoHerald.com" -
http://www.elnuevoherald.com/2013/08/19/v-fullstory/1547693/fabiola-santiago-ajedrez-diplomatico.html
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