Tuesday, May 3, 2011 | Por CubaNet
LA HABANA, Cuba, mayo, www.cubanet.org -Una de las características de la 
vida cotidiana de los cubanos es su extrema dependencia del Estado en 
todas las esferas fundamentales de la vida y la supervivencia; desde la 
obtención de los alimentos, los medios básicos de aseo y la vestimenta 
hasta la cocina, el transporte y los modos de entretenimiento; desde las 
opciones laborales hasta las educativas; desde el precario sistema de 
salud hasta la milagrosa probabilidad de visita a otro país; desde el 
casi imposible acceso a Internet hasta el consumo ideológico de 
información noticiosa o de cualquier otro tipo.
Quiero ocuparme brevemente tan sólo del aspecto relacionado con la 
alimentación: la extinción de la libreta de racionamiento, un 
anacronismo para quien no ha vivido en pie de guerra por la 
supervivencia, como se vive en Cuba desde hace más de medio siglo; una 
"gratuidad" según el discurso oficial de los gobernantes de esta isla; y 
una tabla de salvación para el pueblo cubano, cuyo salario apenas 
alcanza para mantenerse vivo sin incurrir en "transacciones alternativas".
Pues bien, en un establecimiento llamado bodega, el gobierno 
"caritativamente" nos vende  algunos productos normados a un precio 
razonable de acuerdo con nuestro salario, en moneda nacional. Con esta 
libreta actualmente una persona obtiene tres kilogramos de arroz, tres 
de azúcar, media libra de aceite, once onzas de chícharo, un paquete de 
espaguetis y otro de café. Se supone que estos alimentos deben alcanzar 
para un mes entero. En algunas ocasiones aparecía  un jabón de baño y 
otro de lavar, pero esto ocurría tan esporádicamente que confieso no 
saber si existía alguna regularidad al respecto. Por cada núcleo, con 
total independencia de la cantidad de personas que lo integren, se nos 
vendía también un tubo de pasta dental al mes, que ahora deberemos 
comprar a los revendedores en la calle, y una bolsa de sal cada tres meses.
Además de la bodega, la libreta funciona en cuatro establecimientos más. 
En la carnicería, cada cubano tiene derecho mensualmente a comprar diez 
huevos, una libra de pollo, media de picadillo de soya, y 8 o 10 onzas 
de pescado. Este último es sustituido casi siempre por una  ración de 
pollo, pues nunca se le ve llegar. En la panadería sólo tenemos derecho 
a un pan diario del tamaño de un puño. En el agro estatal se venden, 
además de los liberados,  productos para las personas con una dieta 
especial, generalmente malanga y plátano. Finalmente, la libreta permite 
obtener un  pequeño balón de gas cada cuarenta días para cocinar. Este 
período se acorta en dependencia de la cantidad de personas que están 
inscritas en la libreta. Hay que hacer maravillas para estirarlo, o se 
deberá convenir con el dependiente para obtener otro "por la izquierda", 
que oscila entre los 60 y los 100 pesos (entre un 20 y un 25 % del 
salario medio mensual de un cubano) en dependencia del municipio de que 
se trate.
Cuando un ser humano viene al mundo, rápidamente es inscrito en la 
OFICODA, una oficina que se encarga de la administración de todo lo 
concerniente a la susodicha libreta. Hasta que cumpla los 2 años, el 
niño tiene derecho, además de los productos mentados, a 13 jugos de 
alguna fruta, y a seis paquetes de leche en polvo cada uno de los cuales 
debe rendir para 5 días, a un litro diario; de estos productos sólo la 
leche se mantiene hasta los siete años de vida, momento en que es 
reemplazada por yogurt de soya. Un niño recibe mensualmente una pequeña 
ración de picadillo de carne de res  que puede ser sustituida en 
ocasiones por un pedacito sin moler. No puedo dejar de apuntar que 
cierta vez intenté comer el picadillo que nos vendieron para nuestro 
bebé y tuve que botarlo debido al fuerte olor y sabor a cebo que 
desprendía. En otra ocasión la gente fue a darle un escándalo al pobre 
carnicero porque se había superado la habitual mala calidad de la carne 
que llegó. Yo estaba tan indignado y me sentía tan impotente que le tomé 
una foto, que usted verá ilustrando este post. La cucharita de postre al 
costado sirve para dar una idea del tamaño de la porción.
Lo cierto es que si todos los productos mencionados se manejan con 
extrema racionalidad familiar, veremos que el arroz alcanza para 14 
días, el aceite y el café para una semana, el paquete de espaguetis y 
los chícharos para un día y todos los productos de la carnicería sumados 
pueden durar hasta tres días, con excepción de los diez huevos que uno 
los distribuye a conveniencia. Está claro  que si se le ocurre hacer una 
panetela, por ejemplo, la duración de los huevos y el azúcar se acorta 
considerablemente. Eso sí, la harina deberá comprarla "por la izquierda" 
en una panadería, a cuatro o cinco pesos la libra.
Se ha dicho que esto representa un enorme gasto para el gobierno, que, 
por tanto, ha decidido aliviar su peso sacudiendo la capa que le cuelga 
en las espaldas, pues está repleta de gente agarrada, cuyo peso le 
impide volar hacia mejores estadios económicos. Lo cierto es que, al 
parecer, una vez que la libreta se extinga de entre las posibilidades de 
adquisición de alimentos, la "supermánica" capa estará tan liviana como 
los estómagos de los cubanos, que tendrán que enfrentarse a una 
situación aun más difícil.
Ningún cubano quisiera tener que depender del gobierno (mucho menos de 
uno tan venático, mediocre, arrogante y megalómano como el que existe en 
la isla) para llegar a fin de mes. Todos deseamos vivir en un país donde 
con nuestro salario, por mínimo que éste sea, tengamos lo suficiente 
para alimentarnos dignamente. Pero hay que convenir en que, a pesar del 
mal estado en que suelen encontrarse los productos normados, el pueblo 
encuentra en la libreta de abastecimiento una ayuda a su precaria economía.
Es por ello que yo quisiera proponerle al gobierno cubano, cuyo olfato 
es realmente aguzado cuando se trata de escuchar propuestas que 
perjudican al pueblo, en aras de bienes superiores que nunca se 
perciben, que antes de eliminar esta "ayuda" a la gente, elimine el 
enorme presupuesto que se gasta en vigilar, reprimir y controlar al 
pueblo cubano; que elimine el presupuesto del que dispone para llenar 
las calles de carteles políticos, pues éste es un gasto mucho más 
"irracional", dado que ni siquiera cumple los objetivos que se propone; 
que elimine el enorme presupuesto que emplea en las marchas a las que 
obliga a ir a trabajadores y estudiantes, proporcionándoles cientos de 
miles de pulóveres con consignas patrióticas,  transporte, y gigantescas 
pancartas con consignas comunistas.
Yo quisiera proponerle al gobierno cubano que prescinda de los recursos 
con los que costea el mantenimiento de faraónicos inmuebles y campañas 
para su estúpida e inútil "batalla de ideas"; y también de aquellos con 
los que sufraga la pintura y los pintores que llenan los muros de la 
ciudad con frases políticas infantiles; que borre para siempre de su 
lista de desembolsos pecuniarios aquellos con que mantiene encerrados en 
deplorables y mugrientas cárceles a personas decentes cuyo único delito 
ha sido expresarse libremente.
Yo quisiera proponerle al gobierno cubano que elimine las gratuidades 
que se ofrecen en las lujosas villas donde descansan los militares; que 
elimine las tres buenas comidas diarias que se ofrecen a los 
trabajadores del comité central del partido; que desaparezca toda la 
gasolina gratuita con la que subvenciona los relucientes automóviles en 
que se pasean generales y oficiales del ministerio de las fuerzas 
armadas, y que les haga abandonar a los que las tienen sus suntuosas 
casas con piscina en el reparto Siboney.
Yo quisiera proponerle al gobierno cubano les retire autos y beneficios 
a los dirigentes, a los latosos charlatanes que lideran la hitleriana 
Unión de Jóvenes Comunistas, y a ese cínico presidente de la asamblea 
del poder popular, para que aprendan todos cómo se vive entre la gente 
del pueblo.
Quisiera proponerle que reduzca las decenas de viajes al exterior que 
dan al año los ministros y dirigentes, los gobernantes y sus hijos, 
mientras una gran parte de la población morirá sin saber lo que es pisar 
otra tierra que la de esta arruinada isla.
Y si el gobierno comunista cubano no fuera capaz de tomar estas 
necesarias medidas, en favor de reducir gratuidades y presupuestos sin 
afectar en lo más mínimo al pueblo, quisiera proponerle, en especial, 
que abandone el poder y deje el camino libre a quienes sean más 
competentes y menos caprichosos; o, al menos, a quienes sean capaces de 
crear tales condiciones económicas de vida a la gente, que hagan que el 
abandono de la libreta de abastecimiento tenga lugar por lo innecesario 
de la misma; no porque constituye una "gratuidad" que pesa en las 
espaldas del  Estado, sino por ser obsoleta en un país donde por fin los 
salarios alcanzan y la gente es libre y feliz.
Tomado de http://www.cubacotidiana.blogspot.com/
http://www.cubanet.org/opiniones/las-gratuidades-que-el-gobierno-cubano-olvida/
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