Tuesday, May 10, 2011 | Por Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) – Aunque en el VI Congreso del
Partido Comunista de Cuba hubo algunos pronunciamientos racionales y
fundadas críticas al funcionamiento de la organización, las medidas
tomadas son insuficientes para sacar al país de la grave crisis que lo
asfixia. Asimismo, persistieron los viejos dogmas que constituyen serios
obstáculos para el desarrollo nacional. Así se reiteró no permitir la
concentración de la propiedad, con el objetivo de bloquear el progreso
de la iniciativa privada. A su vez, no obstante reconocer la necesidad
de tener en cuenta el mercado en la actualización del actual modelo
económico, se continúa priorizando la fracasada planificación. Para
justificar ambas posiciones se alega la defensa de un socialismo
inexistente.
En primer lugar habría que preguntar si existe alguna propiedad social
en Cuba. En los últimos 50 años, con un sistema absolutamente
centralizado y dependiente de una sola persona, el pueblo no ha tenido
posibilidad alguna de que sus opiniones se tomen en cuenta en las
decisiones gubernamentales. Incluso podría afirmarse que ni siquiera han
existido verdaderos sindicatos, sino meros instrumentos de control de
los trabajadores, siempre dispuestos a seguir los dictados del partido y
el estado. Jamás estas organizaciones han protestado por las continuas
violaciones de los derechos de quienes supuestamente representan y la
explotación a que son sometidos, en un país donde el salario medio no
sobrepasa los 20,0 dólares mensuales. Mientras en países "explotadores"
los sindicatos tienen vida legal, derecho a protestar e ir a la huelga,
en Cuba son actualmente utilizados para implementar el despido del 25%
de la fuerza de trabajo ocupada. Por supuesto, ni pensar en organizar
sindicatos independientes, demandar condiciones dignas de trabajo o
reclamar el derecho a realizar huelgas; cualquiera de estas iniciativas
puede terminar para quien las propugne en una larga temporada en la cárcel.
Aunque, según la doctrina oficial, el socialismo mantiene el principio
"de cada cual según su capacidad, y a cada cual según su trabajo",
resultaría una tarea ardua encontrar un país que se aleje tanto de esos
conceptos como Cuba. Hoy existe una inversión de la pirámide social,
donde no predominan la capacidad, la laboriosidad o la creatividad,
sino el nivel de clientelismo político, tener familiares en el exterior
que envíen remesas o dedicarse a actividades ilícitas como el mercado
negro o cosas peores. En estas condiciones florece la corrupción y una
constante pérdida de valores espirituales y morales, incluida la erosión
de la identidad nacional.
Si hubo logros en algunos sectores, como la educación y la salud
pública, desde hace años están perdiéndose dentro del marco de una
profunda crisis, calificada certeramente por el presidente Raúl Castro
de haber llevado el país al borde del precipicio. Cuba, carente de
productos para exportar, tiene que vender masivamente los servicios
médicos y paramédicos. A ello se añade la falta de medicamentos e
instalaciones en deterioro progresivo por la carencia de mantenimiento y
reposición de los medios.
Igual suerte corre la educación. Aunque en los últimos tiempos se han
aplicado políticas rectificadoras más racionales, persiste una situación
muy difícil por el aventurerismo y el deterioro sufrido durante
decenios. Una situación complicada ahora cuando al compás de las
nuevas técnicas informáticas los sistemas de enseñanza a nivel mundial
se transforman radicalmente, mientras en Cuba esas técnicas están
vedadas por miedo a la "contaminación ideológica". A causa de la
decadencia en ambos sectores, avanza un proceso anárquico de
privatización, donde la atención recibida depende crecientemente de las
relaciones personales, regalos, pagos realizados por debajo de la mesa
o servicios prestados fuera de las instalaciones oficiales.
Afirmar hoy que en Cuba existe una sociedad socialista es insólito.
Resulta una ofensa a los cientos de millones de personas que en el mundo
creen honestamente en la posibilidad de llegar a un estadio de
desarrollo donde prime la fraternidad y las oportunidades de desarrollo
para todos los seres humanos. Un objetivo social que a través de los
siglos también ha sido anhelado por otras escuelas de pensamiento bajo
diversos presupuestos.
Por otra parte, resulta inviable la formación de una sociedad socialista
sin amplia democracia, en la cual los supuestos propietarios colectivos
de los bienes puedan expresarse libremente y brindar sus criterios sobre
las posibles opciones para administrar los pretendidos bienes
colectivos. En Cuba eso es imposible, pues en el Artículo 5 de la
Constitución se declara al partido comunista "fuerza dirigente superior
de la sociedad y el Estado", o sea, una elite por encima de los demás
ciudadanos, a pesar de su conocido fallido accionar.
Podrá caminarse hacia una sociedad más justa, cuando se libere la
iniciativa de los ciudadanos con la de participar democráticamente en
los destinos del país. En modo alguno el desarrollo de la iniciativa
privada dentro de un marco regulado puede verse como enemigo del
progreso de la nación. Ella puede contribuir a la creación de puestos
de trabajo, riquezas para el país -complementándose con iniciativas
públicas- y, mediante el pago de impuestos razonables, contribuir al
avance de servicios de utilidad colectiva, y así coadyuvar a la
creación de oportunidades para todos los cubanos."
http://www.cubanet.org/articulos/%c2%bfdonde-esta-el-socialismo/
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