Entre diplomáticos, empresarios, corresponsales e intelectuales crece el
debate sobre si hay un verdadero cambio o todo es 'cosmética'.
Agencias | 14/05/2008
Las reuniones de los diplomáticos y empresarios de La Habana son un
hervidero de rumores, análisis y apuestas sobre hasta dónde llevará Raúl
Castro sus incipientes medidas económicas —que no políticas— sin
afrentar al convaleciente Fidel Castro, reportó EFE.
"Raúl es un pragmático que quiere hacer cambios para salvar la
revolución, pero no podrá hacerlo mientras 'éste' viva", dijo un
diplomático europeo, en referencia al ex gobernante.
Algunos analistas y diplomáticos consideran que Raúl Castro, de 76 años,
ya tiene el poder real y ha colocado a "su gente" en las cúpulas del
gobierno y del Partido Comunista de Cuba (PCC), y que su hermano Fidel,
de 81, ya no manda demasiado.
Citan como demostración un reciente Pleno del Comité Central del PCC en
el que se creó una "Comisión" del Buró Político en la que figuran Raúl
Castro y sus vicepresidentes, fusionando las cúpulas del gobierno y el
aparato ideológico, en las que no está —por primera vez en medio siglo—
Fidel Castro.
Otros, más escépticos, aseguran que el ex gobernante, que durante sus
casi 50 años en el poder determinó hasta los detalles más cotidianos de
sus compatriotas, sigue "vivito y coleando", dirigiendo su propia
sucesión, aunque no aparezca en público desde hace dos años.
Hay incluso quien sostienen que el actual proceso de cambios lo
planificó el propio Fidel Castro hace ya un lustro, con su proverbial
capacidad para la estrategia, y que hoy se sigue su guión.
Como el régimen cubano es tan hermético como una caja negra de avión,
que sólo se abre cuando hay un accidente, es difícil saber quién tiene
razón, en el caso de que alguna de esas alternativas la tenga.
Entre diplomáticos, empresarios, corresponsales e intelectuales crece el
debate sobre si hay un verdadero cambio, como defienden algunos líderes
europeos, o todo es "cosmética", como denuncia Washington.
Respecto al sucesor del presidente estadounidense, George W. Bush, la
mayoría opina que un triunfo de los demócratas favorecerá en Cuba a los
sectores aperturistas y una victoria republicana apuntalará a los
inmovilistas, pero que ese no será un factor crucial.
"Yo estoy esperanzado con Raúl. Creo que sabe que es necesario hacer
cambios. Lo ha dicho. Ojalá pueda", apuntó con prudencia un intelectual
cubano que asegura que la mayoría de sus compatriotas confía en las
medidas tomadas por el gobierno.
Hasta ahora, las "reformas" se han limitado a que los cubanos puedan
volver a hospedarse en hoteles —lo cual les garantiza la Constitución
pero estaba prohibido por el régimen desde los años noventa—, o comprar
computadoras, teléfonos celulares y bicicletas eléctricas, todo ello en
divisas, en un país donde el salario medio no supera el equivalente en
moneda nacional a 17 dólares.
También hay cambios en el campo, para paliar la escasez de alimentos, y
se espera que pronto los cubanos puedan viajar de un pueblo a otro o
salir al exterior sin pedir permiso.
Entre tanto, una bloguera, Yoani Sánchez, que ni siquiera se considera
disidente, no pudo viajar la semana pasada a Madrid a recoger el Premio
Ortega y Gasset, que le otorgó el diario español El País.
Y cuando varias Damas de Blanco, mujeres familiares de presos políticos,
intentaron en abril manifestarse pacíficamente en La Habana, les cayó
encima el aparato estatal para disolverlas y repudiarlas.
Aún así, en ciertos círculos extranjeros de La Habana y en capitales
europeas, muchos predican que los cambios deben apoyarse, porque pueden
llevar eventualmente a una liberalización. Mientras, otros replican que
son "bagatelas" que ofrece régimen para mantener el poder.
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