2007-05-10.
Asdrúbal Caner Camejo
Los discursos del Presidente de Venezuela son cada vez más
contradictorios y le hacen daño a esa querida nación, tan cercana a los
cubanos. Mientras enarbola un furibundo antiamericanismo y
antiimperialismo, Chávez tiene como un importante socio comercial a los
Estados Unidos. Por otra parte, a la vez que dispara un discurso
antiempresarial y anticapitalista, llama a que los empresarios
incrementen las inversiones.
Lo único que pueden generar esas posiciones incendiarias, son la
contracción de las inversiones extranjeras y la salida de los capitales
nacionales. Las inversiones necesitan de un ambiente de estabilidad
social, constitucional, jurídica y política. Los capitales son, por
naturaleza, asustadizos y peregrinos. Esos mensajes de Chávez son cada
vez más inoportunos e irresponsables.
No pongo en cuestión la necesidad de Venezuela de cambiar las reglas del
juego en lo referido a su derecho inalienable, de controlar las riquezas
nacionales. Frente a esto, sólo tengo dos observaciones: ¿Se hará con la
gradualidad y la inteligencia necesaria, para no alienar las inversiones
nacionales y extranjeras que tanto se necesitan, en un mundo cada vez
más globalizado? ¿Se redistribuirán los altos ingresos de esas riquezas,
en el bienestar de todos los venezolanos?
Es muy difícil creer que se hará de esa forma. Enarbolar las banderas de
un nuevo "Socialismo" y seleccionar a un mentor como Fidel Castro,
configura la no credibilidad y el total desprestigio de la idea.
Hace unos días, una querida amiga mía, me regaló un libro que estoy
tratando de leer. Se llama Three Nights in Havana, de Robert Wrigth.
Trata sobre la relación de Pierre Trudeau y Fidel Castro. Aquí se narra
la visita del líder cubano en 1959, a Montreal y Estados Unidos, donde
se entrevistó con Richard M. Nixon. En un memorandum del encuentro,
Nixon escribe que… "my guess is the former and I have already implied
(that) his ideas as to how to run the government or an economy are less
developed than those of almost any world figure I have met" (Pág. 26).
Esa impression de Mr. Nixon, coincide con 48 años de destrucción de la
economía cubana y un manejo dictatorial y personal del gobierno, que nos
ha llevado a la encrucijada actual. Fidel Castro estructuró un sistema
comunista, al peor estilo stalinista. Una brutal y sangrienta dictadura
unipersonal, que ha hundido las esperanzas y aspiraciones del pueblo de
Cuba. Su dirección económica estuvo en función de sus ideas políticas,
de golpe por golpe con los EE.UU., sin ninguna conducta racional detrás
de ese risible boxeo entre David y Goliat.
Si sigue los consejos irracionales de su desprestigiado mentor, hará
trizas la economía venezolana y a su sociedad. Y creo que los está
siguiendo. Chávez –como F. Castro– quiere ser un líder continental y
mundial. El petróleo es su carta de presentación. De acuerdo con los
medios de prensa hay un estudio preparado por los economistas, donde el
gasto anunciado para el exterior es de $39,000 millones mientras que lo
prometido en inversiones en Venezuela es $20,900 millones. Uno de los
anuncios de inversión que causó mayor curiosidad a los analistas se
relaciona con proyectos conjuntos de Venezuela e Irán, que suman $17 mil
millones, según cifras del propio gobierno. Eso mismo hizo su mentor y
se quedó con una mano delante y otra detrás.
De momento, los informes del Banco Central de Venezuela muestran un
crecimiento del PIB del 10,3 % para 2006. Durante 13 trimestres
consecutivos, se ha producido un crecimiento promedio del 12.9 %. No
sólo crece el sector petrolero, sino las otras actividades económicas,
resultado de una creciente demanda y los gastos sociales del gobierno.
Hay problemas con la producción y la productividad nacional. Para
compensar el problema de la baja producción el gobierno del presidente
Hugo Chávez ha estimulado las importaciones, lo que llevó el promedio
anual de las compras externas del país de $17,000 millones a $32,000
millones el año pasado.
En un artículo para FOCALPOINT, Miguel A. Santos escribe: "Algunos
alimentos básicos tales como la leche, el pollo, el queso, el café y el
azúcar siguen escaseando, tanto en supermercados como en MERCAL, la red
pública de distribución de alimentos. Que una vez más se haya impuesto
el pragmatismo está lejos de significar que Venezuela está en buen
camino. El gobierno continúa incrementando el gasto público, muy por
encima del crecimiento en el ingreso petrolero, lo que ha resultado en
déficit fiscal siete de los ocho años de gestión de Chávez. La inversión
privada, paralizada por el virulento discurso antiempresarial y por la
inseguridad jurídica, se mantiene en niveles mínimos. Luego de ocho años
de incrementos sostenidos de la demanda por la vía del gasto público, el
aparato productivo venezolano ya se encuentra funcionando a plena
capacidad. Esto pone al gobierno ante la incómoda elección entre más
inflación o más importaciones. Pero la política de incrementar el
consumo a través de importaciones tiene sus límites. Por un lado, las
liquidaciones de divisas a tasa oficial se aproximan al total obtenido a
través de las exportaciones petroleras. Por el otro, las importaciones
baratas ayudan a combatir la inflación, pero tienen efectos devastadores
sobre el empleo". (Chávez: Entre el romanticismo y el pragmatismo,
Miguel Ángel Santos. FOCALPOINT. Mayo 2007)
El gasto público y las inversiones estatales no pueden producir déficit
fiscales contínuos. Ya pasó en Cuba. Durante casi medio siglo los
déficit fiscales fueron estadísticas permanentes. La inflación fue
galopante. El efecto se hizo sentir como un huracán, en el valor del
dinero. La paridad monetaria del peso cubano era uno a uno con el dólar
americano. Hoy, es de 26 pesos por un dólar. Y sigue hundiéndose, a
pesar de las medidas del Banco Nacional y los sistemáticos incrementos
de precios.
El efecto dominó se siente en toda la economía. Los salarios se
devalúan, decrece la estimulación económica, baja la productividad y la
producción nacional. Y viene el desastre económico. Y social. Porque esa
política se vuelve su contrario: de momento mejora las condiciones
sociales, pero, cuando se pasan los límites, destrozan los propios
programas sociales.
Chavez sigue con las nacionalizaciones. Ahora el turno le toca a Sidor.
Y amenazó con nacionalizar los bancos privados. En otras esferas, hay
denuncias de violaciones de los derechos humanos y el gobierno fue
demandado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por
agresiones a periodistas de las cadenas de televisión venezolanas Radio
Caracas Television (RCTV) y Globovisión.
Mi madre siempre me decía, que me cuidara de las malas compañías y,
agregaba: Dime con quién andas y te diré quién eres. Cuidado, Señor
Chávez. No todo lo que brilla, es oro.
Asdrúbal Caner Camejo, Representante del PSC en Canadá.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=10105
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