2007-05-10.
Dr. Darsi Ferrer
La Habana, 8 de mayo de 2006. Nunca en la historia de Cuba se llegó al
extremo de discriminar a los cubanos por su origen nacional. La
aplicación del apartheid como política de estado por las autoridades del
régimen es la peor humillación sufrida por la nación cubana.
La segregación impuesta por la casta en el poder durante las últimas
décadas supera las motivaciones raciales, políticas, religiosas,
sociales, para supeditarse al desprecio por los nacionales.
Mientras los miembros de la nomenclatura y los extranjeros disfrutan de
exclusivas instalaciones, recursos y servicios del país, los cubanos son
relegados a la condición de parias, privados de esos
derechos.
Tal separación, aunque supuestamente está proscrita por la legislación
vigente y por los instrumentos jurídicos suscritos al respecto en la
arena internacional, establece de modo oficial e
invariable las arbitrarias diferencias sociales, con afectaciones
sensibles a la población.
El apartheid garantiza a los usurpadores de la soberanía preservar el
control político y los privilegios económicos y sociales que les niegan
al resto de la sociedad.
Incapaces de generar riquezas por la incompetencia económica, el régimen
utiliza como uno de los principales mecanismos para su sostenimiento las
divisas que provienen de la inversión extranjera.
Las asociaciones económicas extranjeras, de modo ilegal e inmoral,
obtienen ganancias millonarias a costo de servir de cómplices ex profeso
del delito internacional de apartheid perpetrado por la
casta dominante.
La española Sol-Meliá es la cadena hotelera de mayor presencia en el
sector del turismo de la Isla. Controla un total de 24 hoteles de lujo,
en preferentes zonas de los polos turísticos, de los que
ingresa centenares de millones de dólares anualmente.
Igual a la situación existente en las demás instalaciones turísticas, en
esos hoteles las gerencias aceptan la aplicación de la política oficial
de exclusión a los cubanos y la exclusividad de disfrute
para los extranjeros y los funcionarios de la cúpula del régimen.
Visitar o merodear esos recintos significa una posible prisión para
cualquier cubano de a pie. La negación de los servicios no distingue
diferencias respecto a quienes cuentan con el poder adquisitivo
requerido, basta la condición de nacional para tener prohibido el acceso.
Los empleados de dichos lugares, en su inmensa mayoría, son
seleccionados atendiendo a cualidades particulares; ser jóvenes, de la
raza blanca y fieles partidarios de los intereses políticos
del régimen.
Situación que no interfiere en las condiciones de esclavitud moderna a
las que están sometidos por ambos patronos, inversores extranjeros y
estado. A lo sumo, reciben un equivalente al 8 % del
salario real en moneda convertible y carecen de derechos a huelga, a
negociar sus contratos de trabajo o sindicalizarse libremente.
Los empresarios inescrupulosos deben tomar las lecciones de la historia,
como recordar el caso de los bancos suizos sancionados moral y
jurídicamente después del holocausto, por atesorar el oro
que los nazis despojaron a los judíos.
Escasas son las posibilidades del pueblo, por su miseria de protagonizar
un boicot que afecte los intereses económicos de los inversores
foráneos, realidad distinta a la del exilio cubano y de otras personas,
opuestas a la complicidad de esas compañías con el régimen de la habana,
con capacidad de encabezar acciones dirigidas a presionar a los
beneficiados de la marginación a los
cubanos.
La utilidad de las campañas que perjudican las ganancias de los que
adoptan una actitud de indiferencias ante las injusticias, se demostró
en la eliminación del colonialismo inglés en la India de Mahatma Gandhi,
de la política de segregación contra los negros en el sur de los EEUU de
Martín Luther King Jr., y del sistema de apartheid en la Sudáfrica de
Nelson Mandela.
La inversión extranjera constituye una necesidad indiscutible para el
desarrollo de la nación, pero apegada a la legalidad y a los principios
de respeto a las personas.
¿Por qué los cubanos y personas solidarias desde todas las latitudes no
intentan unir esfuerzos y comienzan por Boicotear a la cadena hotelera
Sol-Melia?
Quizás resulte favorable para que tales empresarios tomen conciencia
respecto a su indigna actitud e influyan sobre el régimen para que
desmantele el oprobioso sistema de apartheid.
Nota de Misceláneas de Cuba: Enviado a nuestra redacción:
Junta Patriótica Cubana.
Comisión de Derechos Humanos
Mayda Cardín
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=10107
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