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Saturday, May 12, 2007

Otra tragedia

SOCIEDAD
Otra tragedia

Luis Cino

LA HAB ANA, mayo (www.cubanet.org) - El jueves 3 de mayo el aeropuerto
de Rancho Boyeros, en La Habana, amaneció paralizado. Dos jóvenes
armados con fusiles AK se apoderaron de un avión sin pasajeros ni
tripulantes. Irrumpieron de madrugada, derribando la cerca de la
Terminal 1 (de vuelos nacionales) en un ómnibus robado, con varios
rehenes a bordo.

Tropas élites del ejército y el Ministerio del Interior ocuparon de
inmediato el aeropuerto. Llevaban días esperando la orden. En el
aeropuerto se tomaron rigurosas medidas de seguridad. La tragedia, que
se inició 4 días antes en un campamento militar de Managua, tenía un
final previsible: un secuestro aéreo para escapar del país.

El cruento episodio comenzó la madrugada del 28 de abril cuando tres
reclutas camagüeyanos que pasaban el servicio militar obligatorio en una
unidad de blindados en Managua, al sur de La Habana, asesinaron a un
conscripto e hirieron a otro. Luego de apoderarse de sus fusiles huyeron
sin dejar rastros.

El incidente concluyó alrededor de las 6 y 30 de la mañana del día 3 de
mayo con la captura de los dos secuestradores (uno ya había sido
arrestado 48 horas antes), y la muerte de uno de los rehenes: un
teniente coronel que se apoderó de un extintor de incendios y enfrentó a
sus captores.

Durante los 4 días que duró la minuciosa búsqueda, a pesar de la alarma
y la cantidad de rumores contradictorios, no hubo información oficial
alguna a la población. No se produjo hasta más de 12 horas después de la
captura de los secuestradores.

Una nota del Ministerio del Interior, difundida por los servicios
informativos de la televisión la noche del día 3, dio una escueta
versión del hecho y lo calificó como "otro acto terrorista alentado por
la Ley de Ajuste Cubano.

Cuba culpa a Estados Unidos de "alentar actos criminales" por los
frecuentes intentos de salida ilegal que terminan con un trágico saldo
en vidas humanas. El gobierno de La Habana califica de "ley asesina" a
la Ley de Ajuste Cubano, aprobada por el gobierno norteamericano en 1966
para regular la admisión al país de refugiados de la isla.

Por su parte, Estados Unidos, que desde los acuerdos migratorios de 1994
mantiene un programa de 20 mil visas anuales para cubanos, ha reiterado
que no anima ni estimula la inmigración ilegal.

El gobierno cubano acusa a Washington de incumplir su programa de visas
anuales para Cuba. Estados Unidos acusa a Cuba de retener las tarjetas
blancas (permiso de salida del país) por motivos políticos.

En medio del diferendo entre los dos gobiernos, atenazados por la
situación económica, la falta de libertades y la fractura de las
familias, millares de cubanos no encuentran otra vía al sueño americano
que las aguas peligrosas del estrecho de Florida.

Los guardacostas norteamericanos los devuelven a Cuba si los interceptan
en el mar en virtud de una absurda legislación de pies secos o mojados.
Las tropas guardafronteras cubanas abren fuego contra las lanchas
rápidas que trafican con inmigrantes ilegales si no obedecen la orden de
alto. Pueden naufragar sus balsas y morir de deshidratación, o ser
devorados por los tiburones. Nada detiene los intentos de salida ilegal.

Miles de personas huyen de Cuba como si escaparan del infierno. La
desesperanza se confunde entonces con la desesperación. La de las madres
que irresponsablemente arriesgan la vida de sus pequeños en el mar. La
de los dos camilitos que murieron aferrados al tren de aterrizaje de un
avión que volaba hacia Londres.

Los reclutas camagüeyanos no son los primeros que cruzan el umbral del
crimen para lograr su propósito. Por desgracia, tampoco serán los
últimos. Su fallido y cruento intento de secuestrar un avión es otra
advertencia más de hasta donde pueden llegar los más desesperados en sus
intentos por escapar del paraíso revolucionario.

Los reclutas convertidos en piratas aéreos probablemente terminen ante
el paredón de fusilamiento. O condenados a cadena perpetua, por ser
menores de edad. Su castigo es poco probable que logre disuadir a
futuros criminales o enajenados.

Si no hay mejoras en la actual situación política y económica, los
cubanos desesperados seguirán tratando de escapar. Aún a costa de sus
vidas o de las de otros. De nada vale poner calificativos a las leyes
norteamericanas, culpar al bloqueo o al "American Way of Life" que asoma
por las prohibidas antenas satelitales.

De la controvertida Ley de Ajuste Cubano decía mi amigo, el poeta y
periodista independiente Ricardo González Alfonso, encarcelado desde la
primavera de 2003, que la gente no salta por las ventanas de un edificio
en llamas atraídos por las mallas que los bomberos colocan para
recogerlos, sino porque el edificio se quema.

Sólo revisar las causas del incendio y buscar un modo de extinguirlo, o
al menos atenuarlo, evitará nuevas tragedias.
luicino2004@yahoo.com

http://www.cubanet.org/CNews/y07/may07/10a6.htm

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