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Saturday, May 12, 2007

Milagros ajenos

Política
Milagros ajenos

La supuesta bendición de devolver la visión a miles de latinoamericanos
disfraza ante el mundo la descomunal violación de los derechos humanos
en Cuba.

Yodel Pérez Pulido, Camagüey

viernes 11 de mayo de 2007 6:00:00

Una de las tácticas más usadas por el gobierno, en los últimos 47 años,
ha sido la de inventar un sinnúmero de estrategias, operaciones,
campañas, convocatorias, movilizaciones… siempre con la idea de mantener
en "movimiento" a un pueblo que hace mucho tiempo dejó de ser
revolucionario.

Tales ejercicios no sólo disfrazan las peores y más violentas acciones
de la dictadura, sino que han sido sólido argumento para justificar,
desde la ignorancia impuesta, una versión irreal de los sucesos o
legitimar el poder absoluto.

Entre las tantas que se podrían citar sobresale una de las últimas. Con
la siempre insistente idea de demostrar a la opinión pública mundial que
el "socialismo cubano" es todo internacionalismo, surgió la Operación
Milagro.

Todo por la 'pasta'

En el año 2004, Fidel Castro y Hugo Chávez firmaron un convenio de
colaboración que, entre sus propósitos iniciales, estaba curar de
afecciones oftalmológicas a cerca de 6 millones de latinoamericanos en
10 años.

Surgió entonces lo que después tomó el nombre de Operación Milagro. A
través de mecanismos de integración política, ambos gobiernos pondrían a
disposición de pacientes con escasos recursos: aviones, hospitales,
medicinas, personal médico especializado, y todo cuanto pudiese juntarse
para la nueva demostración de "solidaridad".

Algunos gobiernos quedaron perplejos ante la voluntad y la realidad
expresadas. Muchos aplaudieron y aún colaboran con la supuesta
"maravilla" milagrosa.

Un fenómeno que, transcurridos tres años, se ha convertido en otra
estrategia de manipulación política, más allá de los 300.000 pacientes
que datos oficialistas divulgan con esmero.

Pero, ¿qué esconde Cuba detrás del supuesto milagro de devolver la
visión a miles de latinoamericanos mantenidos en la ignorancia por los
políticos actuales?

Gloria Álvarez, camagüeyana de 46 años, podría responder. Después de
colocar un cartel en su casa con la frase "Se permuta para Venezuela",
no sólo se llevó una advertencia por lo que la policía política
consideró escándalo público, sino que sólo así logró que le hicieran un
trasplante de córnea, por el que había esperado mucho tiempo.

Su llamado de atención, además de desesperado y silenciado con firmeza,
fue una clara venganza a una nota publicada por la prensa oficialista
donde se podía leer que los latinoamericanos acogidos a la Operación
Milagro no estaban en la misma y larga lista de espera que la condenaba
a una visión deficiente.

Y es que además del petróleo venezolano, suministrado al país con
prontitud y regularidad por PDVSA, Caracas paga a La Habana por los casi
800 médicos imbuidos en el convenio y, como recompensa, el gobierno de
la Isla prioriza a los extranjeros para la asistencia médica oftalmológica.

La maquinaria propagandística se empeña en hacer ver a los ciudadanos
que el Estado cubano es capaz de dar lo que no tiene, sólo por la bondad
de sus gobernantes. No importa el sacrificio y los recursos diferenciados.

El crecimiento económico del país, no visto aún en los platos y en los
bolsillos de la gente, tiene en operaciones como la denominada Milagro,
una de sus principales fuentes de ingreso.

Fondos que también son usados para convencer a los turistas de la
izquierda latinoamericana y a cuanto personal delirante viaja a la Isla
por una semana de lujo comunista, en la que, de paso, se lleva gratis un
chequeo médico. Medicina necesaria para después difundir por el mundo
que en Cuba ocurre la excelencia.

En casa del herrero…

Determinados financiamientos han servido para construir nuevas clínicas.
En Camagüey se ha erguido un complejo oftalmológico que atiende sólo a
ciudadanos de las naciones donde han triunfado gobiernos afines. Además
de los venezolanos, ahora transitan por las equipadas salas de
operaciones, nicaragüenses, ecuatorianos, bolivianos…

¿Los cubanos? Aún tienen que entrar por las destartaladas puertas de los
hospitales provinciales y apuntarse en una larga lista de espera para
los trasplantes de córnea, o para la magnánima consulta oftalmológica.
En el caso que lo consigan, lo harán ante profesionales aún en
formación, pues los especialistas, o están en el extranjero o atienden a
los extranjeros.

El fenómeno es nacional. En el municipio de Jagüey Grande, en la
provincia de Matanzas, donde antes existía el mayor plan de escuelas en
el campo y millones de estudiantes eran obligados a trabajar, ahora
existe un integrado complejo hospitalario.

Las antiguas escuelas funcionan como instalaciones de salud en las que
se atiende a todo el personal que hace posible el milagro de los
millones que permite a la dictadura mantenerse en el poder.

Los médicos de la provincia son obligados a desplazarse hacia ese sitio
y allí tienen que sufrir desde la discriminación en el régimen
alimentario, hasta la subordinación a cuadros políticos y a la
vigilancia total.

Su estancia en esas instalaciones es considerada el primer paso para una
futura misión en el exterior. Además de abandonar a los pacientes
locales, tienen que demostrar, más que calificación profesional, nivel
de resistencia y sumisión política.

En el Hotel Pasacaballos, de Cienfuegos, ocurre lo mismo, así como en
las otrora insignes instalaciones hoteleras del país, que en medio de la
carencia de turistas, se han convertido en industrias de salud.

Contradicciones

La medicina cubana está hoy valorizada como el principal recurso de
exportación de la Isla. El gobierno exporta material humano con la
consiguiente destrucción de familias y deja semihuérfana a la infancia.

Detrás se evidencia el conflicto de un sistema de salud que ya ni
siquiera puede sostener el antiguo plan del médico de la familia y
forma, de manera masiva y en periodos dudosos, a miles de doctores por
año, involucrándolos en virtud de los compromisos "solidarios" que se
precisa asumir.

La escasez de profesionales, sin embargo, es sufrida en campos y
ciudades donde en verdad se construyen nuevas policlínicas, pero en los
que también escasean los especialistas.

Ellos no sólo son obligados, por disímiles causas, a acudir al milagro
de un viaje al exterior, sino que, desde la distancia, mantienen la
indiferencia con la aldea nacional.

Los estudiantes de primer año, desde el día inicial de estudio, son los
que suplen la atención médica ambulatoria y muchas veces, la urgente.

La Operación Milagro, y otras tantas invenciones del gobierno, sólo
sirven para disfrazar ante el mundo la descomunal violación de los
derechos humanos que se acentúa por días en la Isla. Es una demostración
de cuánto puede hacerse para el ejercicio mordaz de un poder que no
escatima ideas, recursos, herramientas o personas no videntes y
manipulables para la degradación de su pueblo.

Dirección URL:
http://www.cubaencuentro.com/es/encuentro-en-la-red/cuba/articulos/milagros-ajenos

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