Percy Alvarado: La mejor manera de ser un charlatán
Alguna vez fue 'el elegido' al que cantara Silvio Rodríguez
Viernes, abril 28, 2017 | Jorge Ángel Pérez
LA HABANA, Cuba.- "Pepsi" Alvarado lo llamo si me veo obligado a
referirlo, a pesar de que tengo entendido que Percy fue el nombre que le
pusieron cuando llegó al mundo, en Guatemala. La última vez que lo vi no
iba, como aquel sujeto a quien Silvio Rodríguez dedicara su "Canción del
elegido", entre humo y metralla. Esa vez que le puse mis ojos encima,
sostenía un vaso con whisky, y quizá por eso se creía llegado de otra
galaxia, nacido de una tormenta.
Esa vez, la primera y única que lo miré de cerca, tuve la impresión de
que intentaba hacer creer a su auditorio que todo lo que decía guardaba
una relación muy estrecha con el curso de la vía láctea. Y hasta parecía
contento, y por suerte no estaba desnudo el sujeto lírico de Silvio…,
aunque se creyera el elegido. Aquel hombrecito andaba enfundado en un
albornoz en el que parecían primar la seda y el satín; sospecho que esa
es la razón por la que a veces rechazo tanto esas batas de estar en casa
que antes adoré.
La única vez que lo vi, interrumpía el discurso para tomar un sorbo del
Whisky de su vaso. Bien que recuerdo la botella de Johnnie Walker sobre
la mesa, y el espíritu arrebatado de que aquel hombre, quien parecía
creer que había nacido "en el sol de una noche". "Nada como un scotch",
decía, y explicaba su propia inmundicia…, daba detalles, con enorme
frialdad, de una de sus más caras pasiones. Explicaba, y es posible que
fuera el whisky el culpable, la exaltación que le producía conducir a
gran velocidad por encima de los separadores de la Quinta Avenida, en
Miramar…
Según contara él mismo, tal cosa le despertaba la adrenalina, y más le
crecía si era descubierto por la policía, si una patrulla corría detrás
de él; y para cuando se encendían las sirenas, cuando le hacían señales
perentorias para que se detuviera, ya era el más feliz de los hombres. Y
ese feliz mortal tomaba entonces una de esas entrecalles que atraviesan
5ta avenida, y se detenía esperando la diatriba de los guardias.
Y cualquier cosa que dijera la "autoridad" no era de su incumbencia,
sobre todo porque él estaba seguro de que al meter una mano en el
bolsillo y mostrar sus credenciales de la Seguridad del Estado, al sacar
una botella de buen ron cubano del maletero, todo terminaría muy bien,
para él. Así los callaba, con un carné, así los compraba, con un ron…, y
jamás un escocés porque, y otra vez pongo su voz: "esos orientales nada
saben del buen beber".
Así se explicaba aquel hombrecito arrogante delante de unos cuantos
escritores que asistíamos a una Feria del Libro en Trinidad…. Y recuerdo
también como tomó la palabra durante esa noche, en un acto de bienvenida
a los invitados. Allí leyó un panfleto en contra de los escritores que
hacía muy pocos días habían desatado una polémica en el ciberespacio, y
que fue llamada "La guerrita de los mails", y en la que yo mismo había
participado enviando el primer mensaje, sin imaginar "la que se iba a
armar".
Nadie firmó aquel libelo que leyó, y con el que se propuso ganar apoyo,
pero al otro día volvió a la carga…, con el whisky, y se le volvió a
soltar la lengua al guatemalteco, mientras era visitado por funcionarios
del Partido con los que se enrolaba en extensas conversaciones, y en las
que alardeaba de sus aventuras eróticas con muchachitas muy jóvenes, a
las que, si era preciso, les pagaba por sus "favores sexuales". Así
actúa este señor que unos años después perpetró un texto espantoso
contra algunos escritores cubanos a los que casi tildó de traidores, y
entre los que estaban Reina María Rodríguez, Daniel Díaz Mantilla,
Desiderio Navarro, entre otros, diciendo que trabajaban para el enemigo.
Y este "numerito" no le salió muy bien, y hasta se vio obligado a pedir
disculpas, por "órdenes de arriba".
Este hombre, que se cree un héroe de verdad porque pudo escapar, según
le escuché aquella vez, de "las entrañas del monstruo", aparece de vez
en cuando con algún texto trasnochado mostrando sus esencias, y hasta se
cree feliz, pero cuidado: ya Tales de Mileto nos mostró que un hombre
era feliz cuando tenía un cuerpo sano, fortuna, pero también un alma
bien educada, y no creo que él consiguiera educar a la suya.
Este hombrecito la emprendió hace unos días, desde las páginas de
"Rebelión" contra un grupo de jóvenes periodistas cubanos que estaban
siendo entrenados, según él, por un terrorista. Y yo me pregunto si este
Percy —y no escribo "Pepsi" otra vez, aunque sé que le gustan el whisky
y las "colas" del enemigo, para que la marca no se muestre ofendida y me
demande— sería capaz de tener algún crédito como entrenador de algo que
no sea "la mejor manera de ser un charlatán".
Source: Percy Alvarado: La mejor manera de ser un charlatán
CubanetCubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/percy-alvarado-la-mejor-manera-de-ser-un-charlatan/
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