La alianza entre el colonialismo español y la dirigencia castrista
PEDRO CAMPOS | La Habana | 27 de Abril de 2017 - 10:17 CEST.
Un artículo del diario español El País, bajo el título "España no puede 
perder Cuba dos veces", analiza los intríngulis de las políticas de los 
últimos gobiernos españoles hacia Cuba y señala que "el Gobierno de 
Rajoy parece decidido a recuperar el tiempo perdido con La Habana".
El artículo, realizado en ocasión de la reciente visita del canciller 
del Gobierno de Raúl Castro a Madrid, aplaude y alienta las ideas del 
viejo imperio colonial español, que veía en Cuba la joya más preciada de 
la Corona, para aprovecharse de la debilidad económica en que ha sido 
sumergida la Isla por el castrismo, en nombre del socialismo y retomar 
el control sobre "la siempre fiel Isla de Cuba", ahora en forma 
neocolonial, a través de las masivas inversiones conjuntas en las 
empresas militares y estatales cubanas.
El nuevo colonialismo español, en su afán de reconquista no parece y 
quizás ni le importe, tener en cuenta el historial de mala paga, 
internacionalmente reconocido, del Gobierno de los hermanos Castro, ni 
que sus inversiones podrían servir para tratar de apuntalar a uno de los 
gobiernos más antidemocráticos y corruptos de la historia americana.
La España que nos trajo la esclavitud, la reconcentración de Valeriano 
Weyler y después se ha pasado más de un siglo queriéndonos contagiar su 
odio a EEUU por la ayuda que brindó a la independencia de Cuba, tiene 
mucha experiencia en invertir en empresas del Estado castrista para 
compartir la explotación abusiva conjunta de los asalariados isleños 
malpagados.
En política no hay casualidades y el odio visceral de Fidel y Raúl 
Castro hacia EEUU parece haber nacido precisamente de la identificación 
de ambos con la figura paterna. Ese rechazo quedó bien identificado 
desde la Sierra Maestra, cuando el primero de los dos hermanos le juró a 
Celia Sánchez  que su gran guerra sería contra EEUU. Y por parte del 
hermano menor en su llamada "Operación Antiaérea", cuando secuestró 
varias decenas de trabajadores y soldados norteamericanos y los llevó de 
rehenes, como escudos humanos a su zona de operaciones para que Batista 
suspendiera los bombardeos de su aviación,
Como se sabe, Ángel Castro, el padre de ambas criaturas, vino a Cuba con 
las huestes de Valeriano Weyler y, según distintas versiones, combatió 
en la trocha de Júcaro-Morón y luego contra las tropas del general 
Antonio Maceo. Con la derrota de España, Ángel Castro volvió a la 
península y regresó a la Isla poco después en busca de fortuna, compró 
una finca y cambiando de noche la cerca sobre tierras de la United Fruit 
Co. y explotando coterráneos y haitianos, terminó como un rico hacendado.
Un pasaje de una de las tantas biografías del caudillo relata cómo 
en 1958, con Fidel Castro todavía en la Sierra Maestra,  en una reunión 
familiar de Ramón Castro, el mayor de los hermanos, con su tía Juana 
Castro, en Lugo, esta le dijo: "Tan ricos como son, no sé qué hacen tus 
hermanos metiéndose en eso de la revolución... ¡Fidel está loco!". A lo 
que Ramón contestó: "Tía, usted no sabe lo que dice. Cuba está en 
nuestras manos". Y así fue.
Ya en el poder, son conocidas las estrechas relaciones de Fidel Castro 
con el Gobierno de Francisco Franco y los especiales vínculos con Manuel 
Fraga Iribarne, presidente de la Xunta de Galicia, quien visitó varias 
veces a Cuba, y quien fuera uno de los pilares del régimen franquista.
El 28 de julio de 1992, Fidel Castro visitó la localidad gallega de 
Láncara, donde había nacido su padre, acompañado de Manuel Fraga, cuyo 
padre había también emigrado a Cuba. Allí fue nombrado "Hijo Adoptivo", 
y entonces dijo que allí estaba "que su sangre española le había dotado 
de un espíritu audaz, aventurero y temerario". Y como para que no 
quedaran dudas entre su identidad familiar y su "antimperialismo" 
agregó: "Los vecinos del Norte [EEUU] sufren y se ponen amarillos cuando 
hay cualquier evento y participa Cuba".
Sí, ya sabemos que él se identificaba a sí mismo con Cuba, la revolución 
y "su" socialismo.
Todavía hoy, sectores de la "izquierda" española, que valoran las 
actitudes antiestadounidenses del castrismo como "antimperialistas", se 
olvidan  de aquellos antecedentes y no ven el carácter colonial y 
neocolonial de las políticas de España hacia Cuba porque entre su 
nacionalismo y su neoestalinismo, terminan identificándose con los 
gobernantes cubanos.
Los libertarios y anarquistas españoles que tanto aportaron a nuestras 
guerras de independencia, que luego ya en la primera parte del siglo XX 
contribuyeron a desarrollar las formas de trabajo libres —privadas y 
asociadas— de los asalariados para zafarse de la patronal, que 
recibieron a mil cubanos para combatir junto a ellos al lado de la 
República Española, deberían tener en cuenta que al nuevo colonialismo 
español no le importa para nada la Cuba profunda y trabajadora, sino 
salvar a un Gobierno explotador controlado por los hijos de un español 
que odiaba profundamente a EEUU.
En medio de tanta euforia neocolonial íberocastrista, sería bueno 
recordar a la articulista de El País, Gabriela Cañas, que se equivoca 
medio a medio en su titular. España no puede ni podrá perder a Cuba por 
segunda vez, por la sencilla razón de que Cuba ni le pertenece ni le 
pertenecerá jamás a España y que los Castros son una cosa y Cuba es 
otra. Ese lenguaje prepotente y colonial es ofensivo a la nación cubana, 
ignora la luchas por la independencia de Cuba y nos recuerda cómo España 
prefirió rendirse ante EEUU e ignorar a los independentistas cubanos.
Su artículo no oculta el interés del Gobierno español en aprovecharse 
del impasse creado con el cambio de administración en EEUU y la 
incertidumbre sobre el rumbo de la política del Gobierno de Trump. El 
eventual regreso de EEUU a la política de aislamiento anterior a Obama, 
cree la analista, abriría las puertas a un reacercamiento español 
después del cambio en la Posición Común que había alentado el Gobierno 
de Aznar en Europa. Reacercamiento, no al pueblo de Cuba, sino a "la 
cartera de negocios" del clan Castro, especialmente en la lucrativo 
"industria sin chimenea", controlada mayormente por los militares cubanos.
El carácter neocolonial del artículo publicado en El País recuerda la 
vieja disputa entre EEUU y España por el control del Caribe y 
Centroamérica en el siglo XIX, que terminó con la intervención de EEUU 
en la guerra de Cuba por la independencia de España y la derrota 
desastrosa de la armada española.
Llama la atención que ese artículo salga en ocasión de la visita del 
canciller cubano a Madrid, quien fue portador de una invitación de Raúl 
Castro al Rey de España para que visite Cuba, y unos días después de que 
un grupo de oficiales estadounidenses retirados llamaran la atención del 
presidente Trump sobre la importancia estratégica de continuar la 
política de acercamiento con el Gobierno de Raúl Castro.
Y como para que no queden dudas del contubernio colonial-castrista, el 
diario Granma, a propósito de la visita de Bruno Rodríguez a Madrid 
expresó: "España continúa impulsando y solidificando sus inversiones de 
hoteles en Cuba, en el pasado reciente aprobó la condonación de 
casi 2.000 millones de euros a la deuda cubana y tiene pendiente fijar a 
qué va a destinar 275 millones de euros que, en lugar de perdonarse, 
deben invertirse en proyectos de interés común para ambas partes".
Source: La alianza entre el colonialismo español y la dirigencia 
castrista | Diario de Cuba - 
http://www.diariodecuba.com/cuba/1493244593_30674.html
 
 
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