El luto por imposición
¿Ahora, y tras la muerte de Castro, cambiarán las cosas?
Viernes, diciembre 2, 2016 | Ángel Santiesteban
LA HABANA, Cuba.- Tras el fallecimiento del tirano Fidel Castro el
pueblo de Cuba ha sido obligado a cumplir con un "luto" que no siente
pero que la dictadura supone que es lo más apropiado para reverenciar a
su "líder histórico", aun cuando ese "líder" sea quien ha hecho padecer
de hambruna y carecer de libertades a este pueblo por más de medio siglo,
Y cualquiera podría creer, torpemente, que con la muerte de Castro
cesarían las prohibiciones para los cubanos, pero la mayor verdad es que
crecieron después que se divulgara la noticia del deceso, solo que esta
vez han visitado los extremos, llegando incluso a la ridiculez. En estos
días, y en cada vecindario están quienes se empeñan en el cumplimiento
de cada una de las disposiciones del gobierno. Estos vecinos, aduladores
"cederistas", están vigilantes para que sus próximos no ejerzan esa
libertad que se desea cuando no se siente ningún duelo.
En estas jornadas el "desconsuelo" es impuesto, obligado es el
quebranto, y todos suponen que estos delatores escudriñan hasta en los
más ocultos pensamientos de sus víctimas. En estos días, contrario a lo
que podría esperarse, el miedo creció y el silencio tomó dimensiones
insospechadas.
Cada casa cubana debió convertirse en un espacio fúnebre donde se adore
al difunto. La radio y la televisión solo proyectan imágenes de Fidel, y
se obliga a los espacios públicos, estatales o particulares, a que
mantengan los televisores encendidos con toda la propaganda, todo el
tiempo que estén prestando servicios; también se ha prohibido la venta
de bebidas alcohólicas. Si un cubano está de cumpleaños debe poner, en
lugar de la alegría, su mejor rostro funerario; y poco importa que no
sea ese su deseo. Aparentar lo contrario a lo que está decidido puede
acarrearle a cualquiera el peor disgusto de su vida. Un joven me
comentaba ayer que sentía estar recibiendo el peor castigo de su vida.
Los niños más pequeños están disgustados con "ese que se murió", porque
desde entonces, y por su culpa, despareció de la pantalla de sus
televisores la programación infantil. Esos niños no verán durante muchos
días sus habituales muñequitos, y por mucho que los padres intentan
explicar, quizá sin que ellos mismos entiendan, los infantes no logran
razonar, se disgustan, terminarán odiando.
Las autoridades se han empeñado en que se cumpla con ese tan "triste
ambiente", incluidos aquellos que no sienten ninguna aflicción por el
deceso. Ni siquiera en el muro del malecón pueden sentarse los
habaneros, y todo el que se atreve a acercarse termina siendo
interceptado por una "autoridad" que se viste de paisano y que expulsa
sin miramientos a los "atrevidos". Son muy pocos los que se atreven a
hablar de sus derechos; quien se arriesga conocerá, en un principio, de
sugerencias para que "no te busques problemas", pero si persiste
recibirá rotundas amenazas, y es posible que una enorme paliza. Muchos
son los habaneros que deciden retirarse a sus casas porque saben muy
bien que podrían pasar una noche, o varias, en un calabozo de la unidad
policial más cercana, y sin derecho a reclamar.
Una alumna universitaria que fue convocada para asistir a las honras
fúnebres se atrevió a preguntar si la asistencia era voluntaria. La
mirada del convocante, quien aseguró que la universidad era para los
revolucionarios, la fulminó, y ella decidió callar, caminar hasta la
plaza. "Somos una generación deshonesta", me dijo apesadumbrada.
La dictadura también "convocó" a firmar "el compromiso con la
revolución", y pobre de aquel que se niegue; sin dudas el atrevido será
tildado de contrarrevolucionario. La coacción ha llegado a puntos
insospechados; se dice que quienes no firmen tal compromiso no recibirán
la divisa que a algunos le dan cada mes, y ya sabemos cuánta importancia
tiene ese dinerito para un trabajador cubano. Como en ocasiones
anteriores, serán millones los firmantes, solo que los honestos serán
muy pocos.
Todos los medios manipulan la verdad y se suceden las frases hechas: "La
tarde aplomada y las mañanas grises", y poco importa que el sol se
muestre con toda su intensidad. Si una breve llovizna aparece, entonces
se asegura que también el cielo está llorando por Fidel, pero muchos
saben que una de las razones de tanta quietud, de esa "tristeza" podría
ser la ley seca que han impuesto, como también prohibieron escuchar
música, incluso en los hogares, y ya sabemos que este es un país bien
musical.
La disidencia ha tenido también una "atención" especial, casi
personalizada. Muchos han sido detenidos y otros tenemos una constante
vigilancia. El artista Danilo Maldonado, escribió en una pared: "Se
fue", y solo por eso lleva varios días en detención. Esta mañana me
encontré con una amiga, periodista independiente, y me le acerqué,
montado en mi auto, para saludarla y "darle una botella", pero mi gesto
la asustó, hasta llegó a pensar que se trataba de alguno de esos
acosadores de la policía política que tanto la mortifican. La inquietud
y el susto de mi colega me hicieron ver, una vez más, el desamparo en
que nos encontramos quienes luchamos por la democracia en Cuba. ¿Ahora,
y tras la muerte de Castro, cambiarán las cosas?
Source: El luto por imposición | Cubanet -
https://www.cubanet.org/opiniones/el-luto-por-imposicion/
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