"Cuba es una sociedad enferma", dice un taxista en La Habana
17 de octubre de 2016 - 19:10  - Por IVÁN GARCÍA
Luciano se considera una víctima. "La ideología es una droga. Desde niño 
se nos adoctrinaba. No existía otra referencia. Nunca le voy a perdonar 
a Fidel Castro tanta manipulación"
Al final siempre da miedo. Las emociones eran una carga pesada y la 
virilidad e ideología marxista una constancia. Existía un enemigo y un 
destino. Luchar contra el 'imperialismo yanqui' -si con apellido, pues 
la hegemonía imperial soviética fue aplaudida por el régimen verde 
olivo- decididamente era la meta.
Era de buen gusto entonar canciones patrióticas, manejar con soltura el 
relato revolucionario y saber de carretilla trechos de discursos épicos 
de Fidel Castro.
La recompensa por el sacrificio de construir el socialismo -como en toda 
narrativa dogmática que linda con el surrealismo siempre hay un premio, 
ya sea siete vírgenes para los mártires del yihadismo o una dictadura 
del proletariado para los seguidores del comunismo- era portar un carné 
rojo del partido comunista cubano.
La familia te la imponía la vida. Buena, regular o mala. Pero Fidel 
Castro estaba por encima del bien o el mal. El mejor estadista del siglo 
XX. El Padrecito de la Patria. El tipo que les plantaba cara a los 
americanos. El hombre que jamás se equivocaba.
Luciano, 65 años, a cada rato se pregunta cómo pudo caer en esa trampa 
filosófica cargada de consignas y jergas seudo patrióticas. "Me pudo 
costar la vida. Estuve en la guerra de Angola y fui oficial de las 
Fuerzas Armadas. A pie juntillas creía en el futuro luminoso del 
comunismo y estaba convencido de que Moscú era una ciudad más importante 
que Nueva York. Las mejores armas del mundo eran soviéticas y el 
capitalismo tenía sus días contados", cuenta el otrora hombre nuevo, 
mientras conduce un taxi particular por las irregulares calles de La Habana.
Luciano siente que fue manipulado como un títere del teatro de guiñol. 
Pertenece a una generación a la que jamás le pidieron permiso. "Nunca 
nos preguntaron nada. Había que hacer esto y lo otro, porque así lo 
había decidido Fidel, y como peones de ajedrez nosotros cumplíamos las 
orientaciones. Éramos soldados de la revolución. Lo de nosotros era 
aplaudir, no aportar ideas".
La caída del muro de Berlín y la desaparición de la URSS fue un varapalo 
para los cubanos que ciegamente creyeron que construirían la utopía 
comunista en la Tierra.
Luciano se considera una víctima. "La ideología es una droga. Desde niño 
se nos adoctrinaba. No existía otra referencia. El gobierno lo 
controlaba todo. Desde lo que se leía, se veía, hasta nuestras mentes. 
Le tiré huevos a los que se iban por el Mariel y participé en actos de 
repudio a disidentes que vivían en mi barrio. Nunca le voy a perdonar a 
Fidel Castro tanta manipulación".
La cotidianeidad y el fracaso económico de la autocracia castrista fue 
un aterrizaje forzoso. Para Luciano, "Cuba es una sociedad enferma. 
Funcionarios que dicen una cosa y hacen otra. Un país que no puede 
garantizar una vida digna a sus trabajadores . Para sobrevivir necesitan 
de las inversiones capitalistas. Todo fue mentira y nosotros fuimos unos 
tontos útiles. Al final, lo único que les interesa es conservar sus 
privilegios y el poder".
En las concentraciones militares y escuelas de formación de oficiales, 
entonaban un lema: "Solo los cristales se rajan, los hombres mueren de 
pie", recuerda Luciano. "Bueno, a mí que me quiten de la lista. Ya yo me 
rajé".
Source: Cuba es una sociedad enferma, dice un taxista en La Habana | 
Cuba - 
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