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Friday, August 12, 2016

Mentalidad de miseria

Mentalidad de miseria
agosto 11, 2016 2:47 am

La Habana, Cuba, Eduardo Martínez, (PD) Según los postulados marxistas
en esta etapa del desarrollo de las fuerzas productivas y de la
mentalidad humana llamada socialismo, "dé cada cual según su capacidad,
a cada cual según su trabajo". Este slogan pretende decir que cada
ciudadano aportará lo máximo según su capacidad de tributar a la
sociedad, y a cambio, esta le devolverá su parte correspondiente de la
riqueza que ha creado según el volumen que haya contribuido al todo, de
acuerdo a las exigencias de su trabajo. Por esto, solo repartimos
miseria, pues producimos tan poco que eso es lo que nos toca.

Pero no crean que esa miseria se reparta igualitariamente. No. Se
reparte en gradación proporcional inversa a la altura donde se encuentre
la persona en la nomenclatura política o militar. Los más encumbrados
obtienen poca miseria, la inmensa mayoría de los menos encumbrados, es
decir los de a pie, reciben mucha miseria.

La miseria es la única sustancia que repartida entre todos, toca a más.
Me consta.

Llegado el comunismo, la miseria se repartirá según las necesidades de
cada ciudadano.

El gobierno ha preparado profesionales que responden a esta mentalidad
de miseria y como tal laboran.
Pongamos algunos ejemplos.

A inicios de los años 70 se generó un movimiento constructivo llamado
Microbrigadas, donde algunos vecinos necesitados de viviendas eran
sacados de sus tareas laborales y colocados a construir sus futuros
apartamentos. El 99% jamás había hecho un cubo de mezcla o puesto una
teja, pero había que aprender sobre la marcha. El resultado, unas
urbanizaciones, algunas de ellas muy extensas, como Alamar, en el
Nordeste de La Habana, donde todos los edificios son casi idénticos en
el diseño, pésimamente construidos y peor terminados, dispersos, sin ton
pero con mucho son y rumba, por la geografía de aquellas zonas donde los
capitalistas de antaño comenzaban a urbanizar para vender lotes
individuales. Hoy casi todos tienen unos quince o veinte años sin
pintarse, y treinta sin que se les dé mantenimiento de plomería,
electricidad, carpintería, etc. Y ni hablar del mobiliario.

Ningún encumbrado habita en estos repartos, generalmente periféricos.
En Alamar reside casi medio millón de personas. En tumulto, tienen que
salir a laborar en otra parte (generalmente a decenas de kilómetros de
distancia) y retornar a dormir a sus casitas palomares. Los jocosos le
llaman El Gran Dormitorio.

Estos "edificios de Micro", como les llamamos, pueden tener hasta seis
pisos y no hay ascensor. A partir de los siete niveles llevaría
elevadores y esto encarecería la construcción y la demoraría. Como los
constructores, no sabían mucho de hacer los contornos derechos -como
podemos comprobar hoy en las fachadas- y el tubo por donde rodarían los
elevadores podrían no ser los más adecuados, iríamos dando tumbos dentro
de las cajas de metal, que tampoco fabricamos.

En todos los balcones existe siempre una soguita con una jaba en la
punta que se descuelga hasta el suelo cuando llega el mensajero con los
escasos mandados, el pan, etc., o algún vecino necesita subir algo y no
desea hacerlo por las cansonas escaleras.

Algunos pillos se ponen a espiar debajo para ver hasta los riñones de
las ninfas cuando suben en sayas por las descubiertas escaleras
externas. Tradición erótica muy habitual en estas áreas urbanas. No se
vaya a poner usted a saludar a una vecina que esté ascendiendo ya por el
tercer piso. Se va a meter en líos.

Ninguna de estas construcciones tiene estacionamiento. Según la
mentalidad de miseria de los arquitectos socialistas, los cubanos nunca
tendríamos automóviles personales. No harían falta, pues disfrutaríamos
de un transporte público súper eficiente. Esta afirmación es un mal
chiste para los cubanos. Hoy conservamos a todo coste los coches
construidos antes del 59 y algunos de después. Para guardarlos, los
vecinos han construido garajes a como dé lugar, con los materiales que
encuentren o que se puedan robar, generalmente a los costados o detrás
de los edificios, contribuyendo al aspecto de favela mal organizada que
tiene La Habana.

En numerosos lugares donde tienen que reunirse gran cantidad de personas
a esperar, como las salas de hospitales, por ejemplo, colocan un baño de
dos plazas para ambos sexos. Todo esto para ahorrar. Imagínense ustedes
las colas. Los hombres necesitan mucho menos tiempo y embarran los
bordes de las tazas (casi nunca ponen meaderos). Las mujeres necesitan
el triple de espacio y de tiempo, espejos, agua, etc. Esto es verdadera
mentalidad de miseria aplicada al diseño.

Mentalidad de miseria es también pretender que los automóviles,
camiones, ómnibus, aviones, duren veinte y treinta años cuando no están
diseñados para eso. Cada vez los hacen más desechables, pero no para
Cuba, donde los directivos presuponen que sean eternos.

Mentalidad de miseria son los bajos salarios con los cuales nadie puede
mantener a una familia honradamente y el gobierno lo sabe.

Mentalidad de miseria es no organizar un mercado mayorista para los
incipientes empresarios privados, imponerles leoninos impuestos, que no
existan leyes que les protejan.

Imponen dos monedas, pagan una miseria y venden, en CUC, veinticinco
veces más caro.

Podría seguir, pero hasta a mi persona afecta esta mentalidad, así que
confórmense con lo que les he dicho y no protesten, que en Cuba hasta
eso está prohibido.

eduardom57@nauta.cu; Eduardo Martínez Rodríguez

Source: Mentalidad de miseria | Primavera Digital -
http://primaveradigital.net/mentalidad-de-miseria/

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