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Friday, August 19, 2016

Los cubanos internados en la Selva del Darién encarnan un último episodio de desidia y manipulación política

Los cubanos internados en la Selva del Darién encarnan un último
episodio de desidia y manipulación política
FRANCISCO ALMAGRO DOMÍNGUEZ | Miami | 19 de Agosto de 2016 - 06:13 CEST.

Un amigo que anda por Canadá desde hace años me contaba que al
principio, cuando la nieve y la nostalgia lo encerraban en su
apartamento por días, usaba un remedio infalible para romper la
clausura: llamaba a la embajada cubana. Siempre le salía al teléfono una
voz gruesa, desagradable, que vociferaba: "¡ordene!". Entonces mi amigo
recordaba sus años en el ejército, a algún militar reciclado como civil
gruñendo "¡ordene!", sonreía, miraba por la ventana, y una vez más se
alegraba de ver tanta nieve entre su apartamento canadiense y la Isla.

No hay una explicación coherente, sana, para el rencor y el maltrato de
un gobierno a sus emigrantes por razones ideológicas, políticas. Fue muy
común en los países comunistas del Este. Y también en las dictaduras de
derecha, sobre todo las latinoamericanas; aquella sádica advertencia de
que quien entraba sin permiso al país no salía vivo de él. En tales
regímenes quienes se van adquieren de inmediato el título de apátridas,
gusanos, cucarachas, escuálidos y otros epítetos. Se les permite el
regreso, casi siempre temporal —porque jamás volverán a ser confiables—,
a quienes crean asociaciones pro-gubernamentales, trabajan directa o
indirectamente para los servicios de inteligencia o terminan abdicando
en público de su ideario político.

Con frecuencia los gobiernos de talante totalitario se escudan en
asuntos de seguridad para prohibir el reingreso de los compatriotas.
Llevan algo de razón; son tan rechazados por quienes viven fuera y
también por los de adentro, que una sola chispa podría encender la
mecha. Carentes de la legitimidad del voto, esos regímenes deben
cuidarse de aquellos que han experimentado la libertad y la
responsabilidad ciudadana de poner y quitar a sus servidores.

Pero no solo es el detalle de la seguridad lo que explica tanto
resentimiento hacia quienes se marchan por razones políticas. En tales
sistemas, donde todos pueden ser "desleales" hasta demostrar lo
contrario, prevalece la verticalidad del mando al estilo militar. Irse,
emigrar, es sinónimo de deserción, de traición a la tropa, de huida en
medio del combate. Y si a esos individuos se les fusila en la guerra, en
la paz se les ignora, se les convierte en no-personas, se les borra de
los registros culturales, deportivos y científicos. Los emigrantes
desafectos al régimen se tornan invisibles, impronunciables sus nombres;
no importa cuánto hayan aportado a la sociedad.

El caso cubano

En el caso cubano, los emigrantes han tenido que pagar un precio muy
alto por la osadía de vivir fuera de la Isla, sobre todo si no colaboran
con el Gobierno o han expresado ideas diferentes, aun de forma pacífica.
Incluso, cual ciudadanos-soldados, para emigrar de la isla-tropa han
tenido que ganarse el "derecho". Unos cortando caña, otros en la
construcción, y los más favorecidos esperando la llamada "carta de
liberación", un documento que, a discreción de un ministro, puede
darles la vida o la muerte al emigrante y su familia.

Todo esto explica en parte la tragedia de esta emigración masiva
nacional a través de América. Muchos cubanos se han lanzado en una
empresa casi suicida sin entender que para el Gobierno de su país
dejaron de ser un problema, y que no le disgustaría verlos fracasar, de
regreso al redil insular. Quienes viran hacia la Isla llevaran el
mensaje implícito: dentro de la Isla todo, fuera de ella, nada.

El Gobierno norteamericano es también responsable de la desventura de
tantos cubanos. Aun cuando la causa de la emigración masiva no son las
leyes norteamericanas sino la situación en que viven millones de
personas, la llamada ley de pies secos/pies mojados es un estímulo a una
caminata que es una inmolación a través de la selva. Por otro lado, la
Ley de Ajuste ha sido desvirtuada y manejada al antojo de los políticos.
Es curioso como los gobiernos demócratas han estado detrás de cada
migración cubana en Camarioca, Mariel, Guantánamo y ahora en
Centroamérica. Juegan con cartas marcadas; son los "buenos" de la
película, dicen tener los brazos abiertos y recibir a todos los cubanos,
y cuando se complica el dominó culpan a los "duros" republicanos.

El régimen insular conoce perfectamente ese juego hipócrita. Y también
juega el suyo. Dice querer derribar las leyes que favorecen a los
cubanos desafectos —rédito político— pero al mismo tiempo desea su
rápida inserción en la sociedad norteamericana a través de la residencia
expedita, lo cual garantiza miles de millones de dólares sin impuestos
ni sacrificios adicionales —rédito económico.

A la tragedia humanitaria de esta última emigración masiva todavía le
quedan algunos capítulos. Nadie parece tener interés en resolverla.
Probablemente casi nadie pueda. Lo peor es que todos se acusan
mutuamente sin que nadie asuma la cuota de responsabilidad que le toca.
Desgraciadamente, los cubanos internados en la Selva del Darién encarnan
el último episodio de tanta desidia y manipulación política.

Da pena verlos gritar "!queremos seguir!", como si a los norteamericanos
le interesaran, y estuvieran esperándolos con los brazos abiertos cual
héroes desafiantes del comunismo tropical. Duele verlos pedir ayuda a
gobiernos y pueblos que los rechazan, porque la propaganda del régimen
ha sido efectiva etiquetándolos de "gusanos" y delincuentes. Es
preocupante saber que si regresan a Cuba, además de no tener ya casi
nada, no se les perdonará semejante desacato.

Source: Los cubanos internados en la Selva del Darién encarnan un último
episodio de desidia y manipulación política | Diario de Cuba -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1471443974_24672.html

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