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Wednesday, August 03, 2016

La diferencia entre el totalitarismo y el autoritarismo

La diferencia entre el totalitarismo y el autoritarismo
ORLANDO FREIRE SANTANA | La Habana | 3 de Agosto de 2016 - 05:59 CEST.

En el contexto de la conmemoración, el pasado 30 de julio, del 59
aniversario de la caída de Frank País García durante la lucha
clandestina contra el batistato en la ciudad de Santiago de Cuba, los
cubanos hemos podido constatar, una vez más, la diferencia que existe
entre un sistema autoritario y otro totalitario.

Los actuales habitantes de la urbe oriental reeditaron la marcha que en
1957 hicieran los santiagueros por las principales calles de la ciudad
para acompañar los restos de País García hasta el cementerio de Santa
Ifigenia. El pueblo pudo, sin contratiempos, rendirle homenaje al caído
porque Fulgencio Batista era tan solo un gobernante autoritario.

Es cierto que el hombre del 10 de marzo destruyó algunas de las
instituciones democráticas de la nación, lo que condujo inicialmente a
una indefinición del tiempo que permanecería en el poder. Sin embargo,
pronto comprendió que su mandato era ilegítimo, y en consecuencia
maniobró para retomar el camino de la legitimidad mediante las
elecciones presidenciales de 1954 y 1958, tras la cual dejaría el
gobierno en febrero de 1959. Y lo más importante: Batista nunca
pretendió transformar la mentalidad de los hombres, ni crear nuevos
canales de participación de la sociedad civil. Es decir, que los cubanos
conservaban, cierto que con sus altas y bajas considerando la lucha
insurreccional que estremecía al país, las vías para manifestar su
descontento con el Gobierno.

Muy distinta fue la situación que apreciaron los cubanos tras el
fallecimiento del opositor al castrismo Oswaldo Payá. Las autoridades
políticas permitieron únicamente las honras fúnebres en el interior de
una parroquia en el municipio capitalino de El Cerro. Llenaron las
calles aledañas a la iglesia de turbas de las brigadas de respuesta
rápida, y mediante amenazas y maltratos físicos impidieron que los
seguidores de Payá tomaran las calles para acompañar sus restos hasta el
cementerio. Los gobernantes ponían en práctica aquello de que "la calle
es de los revolucionarios". De ese modo se reafirmaba que el castrismo
constituye un sistema totalitario.

Los barbudos de la Sierra Maestra no solo demolieron las instituciones
que encontraron, sino que edificaron otras que fungen como correas de
transmisión entre el Estado poderoso y las masas. Aquí el gobierno de
mano dura responde más a un entramado teórico e ideológico antes que a
factores casuísticos o coyunturales. Se eliminan los espacios de
participación de la sociedad civil, y los conceptos de democracia y
libertad se cambiaron por consignas utilitarias. Finalmente, la
legitimidad democrática fue sustituida por la "legitimidad" revolucionaria.

A pesar de ser los menos despóticos, y por ironías de la vida, los
Estados autoritarios, por lo general, devuelven una imagen de máxima
represión. Sucede que los ciudadanos se impacientan por la merma de la
democracia, la quiebra de instituciones o la prolongación de un gobierno
más allá de los plazos razonables. Comoquiera que se preservan sus
conductos participativos, ellos los aprovechan para encauzar las
inconformidades por medio de críticas, huelgas y manifestaciones, las
cuales pueden ir seguidas de censuras, encarcelamientos y hasta
asesinatos en el peor de los casos.

Por el contrario, y aunque la experiencia histórica nos muestra que
cuando ven peligrar el sistema no dudan en disparar sin piedad contra
las masas, sacar los tanques a la calle, y llenar las cárceles de presos
políticos, en los Estados totalitarios casi siempre se percibe una rara
tranquilidad que semeja la paz de los sepulcros. La república se
transforma en una finca privada del máximo líder, y crecen una tras otra
las generaciones que hasta desconocen el derecho de disentir.

Esa es la historia que los jóvenes cubanos debían de conocer al dedillo,
sobre todo ahora que está de moda la exhortación a que se profundice en
esa slos conceptos de autoritarismo y totalitarismo suele trascender el
ámbito de la semántica.

Source: La diferencia entre el totalitarismo y el autoritarismo | Diario
de Cuba - http://www.diariodecuba.com/cuba/1470169434_24324.html

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