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Wednesday, August 24, 2016

A qué nos estaremos pareciendo?

¿A qué nos estaremos pareciendo?
agosto 23, 2016 4:30 pm

La Habana, Cuba, Eduardo Rodríguez, (PD) Recientemente leí un trabajo
salido en las páginas 22 y 23 del Caimán Barbudo de marzo-abril de 2016
intitulado "Un cojín de Flores…después de la patada", firmado por
Paquita Armas Fonseca, quien en algún momento fue la directora de este
periódico literario y de opinión, entre otras cosas, tal vez el más
osado de entre los pocos de este corte que se publican en Cuba.

Paquita Armas me cae bien por lo que ha escrito y cómo lo ha hecho, al
menos en este momento cuando no conozco más sobre ella. Esta señora, a
pesar de que se manifiesta profunda amante del castrismo y su principal
líder, deja en cambio ver claramente las lacras que le afectaron en su
momento como responsable de una publicación, problemas que aún hoy
existen y se agravan en vez de mejorar.

Está claro que dentro de Cuba, para poder decir algo honestamente sin
que sean loas al comunismo caribeño, hay que hablar en chino o decirlo
entre líneas, como en este caso.

Les voy a transferir a este comentario algunos fragmentos de su
artículo-descarga de dos páginas donde Paquita revela la forma cómo se
debate un directivo que pretende ser honesto, diverso e irse más allá de
sus opiniones autorizadas y los muy estrechos senderos por donde se
puede andar segura (de no equivocarse), los cuales ni siquiera para ella
funcionaron. Esto ha sucedido muchas veces, pero no está de más
continuar aclarando dudas para estas nuevas generaciones que van
arribando, a quienes les será difícil entender.

Cito: "Cuando llegamos (nunca me han podido explicar por qué), el
oficial de la Seguridad del Estado que nos atendía revisaba la revista
antes de que fuera para imprenta. Lo hizo solo dos veces. Le dijimos que
si nos habían mandado allí es porque nosotros éramos confiables. Y a
propósito, discusiones a un lado, sostuve excelentes relaciones con los
oficiales de la inteligencia que nos atendieron. Jamás me impusieron una
actitud, ni siquiera con los resultados de los concursos."

En este párrafo existen varias revelaciones o autenticaciones de
fenómenos que todos los intelectuales cubanos conocemos, pero que jamás
son aceptados en público, como por ejemplo por qué un oficial de la
Seguridad del Estado tiene que estar revisando, censurando, a una
revista que aún no ha salido a imprenta, a todas luces propiedad del
sistema y defensora del mismo. Nunca han confiado en nadie. No es la
primera vez que yo leo sobre este accionar. ¿Para qué están los
directivos de la revista?

Ciro Bianchi sacó un libro no hace mucho donde varias personalidades
narran directa e indirectamente abundantes detalles sobre estas
peripecias, como cuando Nicolás Guillén, el primer director de la UNEAC,
tenía que ir a recibir orientaciones y órdenes al edificio del Consejo
de Estado, desde donde salía con nombres de hasta ese momento aceptables
revolucionarios escritores o artistas, quienes debido a alguna nueva
opinión o postura, eran pasados a la lista negra, un extensísimo y
denigrante inventario que nunca existió, según ellos.

Entonces, ¿sí se imponen actitudes a los directivos y sí se inmiscuyen
en los resultados de los concursos? ¿Será por eso que cuando contaba con
el beneplácito de la Seguridad del Estado recibí veinte premios
literarios del MININT, probablemente inmerecidos, y ahora, cuando soy un
escritor disidente empedernido e irreconciliable (definitivamente no
puedo estar de acuerdo con este sistema-Estado que nos ha llevado a este
desastre nacional), nadie quiere escuchar sobre lo que escribo? ¿Es que
seré tan malo? Si usted desea evaluar ingrese al portal de la editora
Freeditorial.com y baje un libro de e-MARO que está publicado allí en
concurso. Es gratis.

Paquita Armas describe algunas atrocidades que le sucedieron, pues según
una resolución del Buró Político, se hace directamente responsable a un
director de lo que se publica en su medio.

Ya voy entendiendo algunos miedos muy extendidos. Quienes estamos
alejados de la dirección y la confección del contenido de los medios
oficiales, desconocemos sus interioridades y tan solo nos llegaba la
propaganda oficial. En otras naciones existen otras formas legales para
protegerse, no exactamente aterrorizando a directivos.

Hay que suponer que Paquita Armas fue una persona valiente cuando cada
vez que salía uno de los números del Caimán Barbudo a la calle, temiera,
junto a sus colaboradores y subalternos, que ese fuera el último que
había dirigido; incluía un artículo o trabajo controversial en cada
número, aunque no en todos para dejarlos refrescar, cuando el Caimán
pudo haber sido todo controversial siempre (para regocijo de sus
lectores) por la calidad humana y profesional de las personas que
laboraron allí, según he escuchado o leído. Debió haberlo sido y hubiera
ganado la cultura cubana, seguro.

Cada vez que un escritor como Padura tiene que ir al extranjero para
poder publicar es un gran fracaso del sistema, una gran pérdida para la
legitimidad de quienes obstinadamente nos dirigen.

No obstante, qué bueno que el Caimán Barbudo publique trabajos como este
de Paquita Armas, que pone nombres y apellidos y coloca el dedo donde
duele. ¡Qué falta nos hace este tipo de periodismo valiente!

Y pensar que un jefecito de la UJC vino corriendo a la redacción, como
cuenta Paquita, para dar la orden de quemar la edición que había salido
con la caricatura de Fidel. ¿Por qué será que eso me recuerda las quemas
de libros en la Alemania Nazi y en el Chile de Pinochet? ¿Por qué el
deja vú?
eduardom57@gmail.com; Eduardo Martínez

Source: ¿A qué nos estaremos pareciendo? | Primavera Digital -
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