A cincuenta años de Paradiso
La cultura oficialista nos quiere convencer de que su autor, José Lezama 
Lima, nunca fue un enemigo de la revolución
Jueves, agosto 11, 2016 |  Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba.- No hay dudas de que la novela Paradiso, de José Lezama 
Lima, es la gran catedral de la literatura cubana. No obstante, muchos 
  de los que presumen de haberla leído, lo más probable es que no hayan 
pasado más allá del capítulo VIII, aquel de las andanzas eróticas de 
Farraluque que tanto dio de qué hablar.
Fue precisamente aquel capítulo, con su homoerotismo, el que en 1966, 
cuando se publicó Paradiso, escandalizó a los comisarios culturales del 
castrismo, siempre con muy elevados  niveles de moralina y machismo. El 
libro, calificado de hermético, pornográfico y otras cosas peores, fue 
proscrito, y no se volvería a reeditar hasta 25 años después. Su autor 
  permanecería relegado hasta su muerte, el 9 de agosto de 1976.
Mediocres hacedores de "políticas culturales" condenaron al ostracismo a 
Lezama por los pecados de ser burgués, católico, incompatible con los 
códigos morales del castrismo-machismo-leninismo y  políticamente poco 
confiable, particularmente después que formó parte del jurado que 
concedió en 1968 el Premio UNEAC al poemario "Fuera del juego" de 
Heberto Padilla.
En aquellos días, Lezama escribía a su hermana Eloísa, en cartas que 
están entre los más patéticos testimonios de las secuelas del castrismo 
en el alma: "Vivo en la ruina y la desesperación".
En aquellas cartas que durante 15 años escribió el genio de la calle 
Trocadero a su hermana en Miami, lamentaba la desintegración forzosa de 
su familia, la monotonía enloquecedora, el aislamiento inexorable, el 
agobio de ignorar la culpa que expiaba.
Luego de la rehabilitación póstuma de la figura de Lezama por la cultura 
oficial y su conversión en un enigmático escritor de culto sólo para 
iniciados, nos quieren convencer de que el autor de Paradiso nunca fue 
un enemigo de la revolución. Para ello, cada vez que se presenta la 
oportunidad, citan la ambigua invocación de Lezama al Ángel de La 
Jiribilla y aquel muy usado y abusado mareo teleológico del escritor, 
todavía deslumbrado por enero de 1959, cuando afirmó que "la Revolución 
Cubana significa que todos los conjuros negativos han sido decapitados".
Para estas reinterpretaciones de Lezama, la cultura oficial se ha 
valido, entre otros,  del periodista y escritor Ciro Bianchi, asiduo de 
la casa de Trocadero y discípulo del curso délfico. En sus artículos en 
el periódico Juventud Rebelde y en el extenso prólogo de Lezama disperso 
(Ediciones Unión, 2009), una recopilación de artículos y ensayos de 
Lezama, Ciro Bianchi ha dicho que Lezama exageraba en cuanto a las 
vicisitudes que pasaba y  ha puesto en duda que las autoridades  le 
hubieran negado de manera continuada e invariable el permiso para viajar 
al exterior: según él, Lezama no viajó y se condenó a la condición de 
"peregrino inmóvil para siempre" porque le tenía miedo a los aviones.
A pesar de que Ciro Bianchi  llegó a culpar a los escritores de Lunes de 
Revolución del hostigamiento a Lezama,  tuvo un atisbo de sinceridad, 
aunque sin mencionar nombres, cuando al referir el velorio de Lezama en 
el tercer piso de la funeraria de Calzada y K, escribió: "También y sin 
que se separaran un solo momento del féretro, los que fueron brazos 
ejecutores de la persecución contra Lezama. Algunos de los que 
asistieron no tenían nada que hacer allí como no fuera cumplir un 
compromiso oficial y simular, y a veces ni eso, un pesar que estaban muy 
lejos de sentir".
En el prólogo de "Lezama disperso", Ciro Bianchi Ross refiere la batalla 
campal que se produjo en los portales del Palacio del Segundo Cabo, sede 
del Instituto del Libro, cuando en 1991 se presentó la segunda edición 
cubana de Paradiso. La rebatiña de la muchedumbre impidió que la 
ensayista italiana Alexandra Riccio, el poeta César López y el propio 
Bianchi hicieran la presentación de la edición de Letras Cubanas de la 
novela. El libro tuvieron que venderlo a través de los barrotes de una 
reja. Todo un símbolo.
El revuelo por el libro no era para menos. Cuando se publicó un cuarto 
de siglo antes, en 1966, la tirada de 5 000 ejemplares se agotó en un 
abrir y cerrar de ojos. Muchos de los ejemplares fueron recogidos por 
las autoridades. Presuntamente y como era costumbre, fueron  convertidos 
en pulpa.
Ahora, cuando Paradiso arriba a los 50 años y también se han cumplido 40 
de la muerte de su autor, la cultura oficial sigue sacando réditos de 
Lezama y su obra. Ya se anuncia la próxima realización de un congreso, 
con la participación de académicos de ocho países, para conmemorar el 
medio siglo de la publicación de la más monumental de las novelas 
cubanas. Los anfitriones serán los mismos que en su momento la 
prohibieron. ¡Si tendrán gandinga! Puedo imaginar al Maestro 
revolviéndose en su tumba profanada.
luicino2012@gmail.com
Source: A cincuenta años de Paradiso | Cubanet - 
https://www.cubanet.org/destacados/a-cincuenta-anos-de-paradiso/
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