Oposición Leal, Sociedad Civil, Ajedrez
Un gran problema para la creación de la sociedad civil y la oposición
leal en Cuba
Uno de los organizadores de la primera Federación de Ajedrez Postal en
Cuba cuenta sus experiencias en tratar de organizar un torneo de este
juego independiente del gobierno
Roberto Madrigal, Cincinati | 10/08/2014 12:48 pm
En 1966 se me ocurrió la idea de organizar un torneo de ajedrez
independiente, al margen del INDER y de la Comisión de Ajedrez. Nos
reunimos un pequeñísimo grupo de amigos y acordamos bautizar el evento
como Jorge Cadena In Memoriam, parodiando al Capablanca In Memoriam y
homenajeando a un joven jugador mejicano que participó en algunos
torneos en Cuba y falleció repentinamente.
En el primer "Cadena", como después se conoció el torneo, participamos
Luis Rabassa, entonces campeón nacional estudiantil, Juan Fernández,
quien poco después llegaría a ser campeón nacional y Maestro
Internacional, Luis Miguel Hernández, un buen jugador que luego perdió
el interés por el ajedrez organizado, y yo, sapo perenne.
Éramos todos unos adolescentes. El torneo se jugó en casa de Juan
Fernández (quien mucho más tarde la permutó con unos de los gemelos de
la Guardia, creo que Antonio). Se dio a conocer entre unos pocos. La
idea gustó. Cuando aquello todavía quedaban algunos pequeños negocios
particulares en Cuba.
El torneo creció al año siguiente, esta vez tuvo lugar en mi
apartamento. Se popularizó de boca en boca y jugadores de mayor
importancia decidieron participar en el mismo.
En 1969, unas cuantas leyes y discursos después, ya pasada la Ofensiva
Revolucionaria de 1968 y comenzando el llamado "quinquenio gris",
solicitamos permiso para llevar a cabo el evento en la Casa del Ajedrez,
situada en 15 y C. Nos lo permitieron. Ahí ya participaron jugadores con
títulos de Maestro Nacional y varios que luego llegaron a ser grandes
maestros, como José Luis Vilela. Tuvimos hasta público, a pesar de que
no se le hizo promoción oficial.
A los participantes se nos ocurrió poner dinero para crear un fondo y
premiar al ganador y al segundo lugar. De alguna manera, se enteraron
los funcionarios de la Casa del Ajedrez y de ahí la información pasó al
INDER y a la Comisión de Ajedrez. Se suspendió el torneo a medio camino.
Uno a uno fuimos llamados a contar y se repartieron sanciones. Como
organizador, fui el más perjudicado, se me prohibió jugar eventos
oficiales por un año. Nada podíamos hacer en contra de la voluntad de
las organizaciones gubernamentales que imponían sus propias reglas.
Dinero y deportes no podían ir juntos.
En 1972 fui uno de los organizadores de la primera Federación de Ajedrez
Postal. Era un proyecto conjunto con Francisco "El Chivo" Acosta y no
tenía permiso del INDER. Se crearon reglas y estatutos y se organizó un
torneo inicial. El comité organizador estaba constituido por un grupo de
jóvenes con apenas veinte años y sin afiliación política con las
organizaciones del estado. Inmediatamente la Comisión de Ajedrez,
presidida ya entonces por el tenebroso Jorge Vega, antiguo "asesor" del
Che Guevara, nos quitó la federación de las manos y primero se adueñó de
ella y luego la cerró.
En 1977 o 1978 (ya no lo tengo claro en el recuerdo, no hacía apuntes
entonces), participé en un segundo intento de crear otra Federación de
Ajedrez Postal, esta vez el proyecto fue promovido por Jorge Daubar
(autor de una biografía de Capablanca y quien tengo entendido falleció
hace poco en Miami), varios años mayor que yo y de quien se decía que
había participado en la lucha contra Batista y tenía conexiones con
gente del gobierno. Dada la influencia de Daubar, esta federación,
también independiente, despegó mucho más y se convirtió en una
federación paralela pero bajo control del INDER, aunque independiente de
Vega y de la Comisión de Ajedrez. En medio de eso me fui y después el
estado absorbió completamente el proyecto.
No sabía entonces que por iniciativa propia, o por embullo, participaba
de esfuerzos (mínimos) de poner un granito de arena para la
reconstrucción de una sociedad civil. Esfuerzos, que por pequeños e
irrelevantes, fueron apachurrados con facilidad y sin promoción.
Utilizo este ejemplo personal para ilustrar el mayor problema con el que
se tropezará en Cuba en los intentos de crear una sociedad civil y una
oposición "leal". Es que no solamente las reglas del juego vienen
definidas por el omnipotente partido único, que además decide los
cambios y establece a su antojo los límites de la crítica, sino que
además la oposición no tiene nada que ofrecer en una negociación.
En un país en el cual hay más partidos políticos clandestinos que
ciudadanos, no existe ninguna organización seria que represente a un
grupo de opinión significativo. No existe un proyecto a gran escala ni
unidad de criterios (incluso para disentir), lo cual por supuesto es
producto de 55 años de dominación total de la esfera política, económica
y civil por un solo partido, apoyado por un bien sincronizado mecanismo
de vigilancia y represión que no permite la difusión de ideas que no
sean las suyas.
¿Qué puede en este momento ofrecer un proyecto de oposición a cambio de
que el gobierno relaje sus leyes y le permita ocupar y crear espacios
sociales? Nada. El problema es que una negociación implica que ambas
partes tienen algo que ceder y algo que ofrecer que son de mutuo
interés, pero en Cuba, desgraciadamente, la oposición no tiene nada que
ofrecerle a un gobierno que lleva medio siglo ejerciendo el poder absoluto.
Más allá de las discusiones teóricas que se han llevado a cabo
recientemente, principalmente por un pequeño grupo de intelectuales de
la Isla y del exilio, lo primero que se necesita para empezar a intentar
transformaciones pacificas es la creación de organizaciones que puedan
llevar su mensaje a las masas y que presenten ante estas (no ante el
gobierno), una plataforma sensata de oposición. Eso, en un país
totalitario, en donde los medios de información son de uso exclusivo del
gobierno, es imposible, o al menos muy difícil. El gobierno está muy
satisfecho con el control que ha ejercido por todos estos años y ha sido
muy hábil en abrir válvulas de escape cuando su olfato le indica que en
necesario. Puede, por objetivos lúdicos, dialogar el tiempo que quiera,
pero sin ninguna finalidad. No está ocurriendo en Cuba nada que lo lleve
a cambiar fundamentalmente su posición. Eso parece ser al menos el
futuro inmediato.
Tomado del blog Diletante sin causa.
Source: Un gran problema para la creación de la sociedad civil y la
oposición leal en Cuba - Artículos - Opinión - Cuba Encuentro -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/un-gran-problema-para-la-creacion-de-la-sociedad-civil-y-la-oposicion-leal-en-cuba-319685
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