Las viudas de Marx
El socialismo no tiene futuro, porque no tiene presente ni tuvo un
pasado real más allá de los manuales y de los horrores de cierta forma
de gobierno neo-esclavista a la que endilgaron ese nombre
miércoles, agosto 6, 2014 | José Hugo Fernández
LA HABANA, Cuba -En la foto vemos a un hombre viejo, ciego e inválido.
Empuja su sillón de ruedas otro hombre más joven, que sólo puede
utilizar la mano derecha, pues la izquierda la tiene inútil. Ambos van
escoltados por una señora con evidentes dificultades para andar con sus
propias piernas. Me resulta imposible evitar una lectura simbólica de
este cuadro, captado en la esquina habanera de 23 y 12, justo el lugar
donde se proclamó, hace 53 años, el carácter socialista de la revolución.
Desde luego que no pretendo ser descortés o irrespetuoso. El asunto no
va con ellos sino con la manera en que el instante que ha congelado la
cámara (donde ellos aparecen por azar e inocentemente) nos activa el
cacumen, remitiéndonos a una casi obligada interpretación metafórica en
torno a las circunstancias en que hoy marcha la revolución socialista.
Tal vez este tipo de asociación no me hubiese asaltado si no tuviera
frescas en la mente algunas boberías que leí en la prensa oficial y en
ciertos medios especializados (como la revista Temas), acerca del futuro
del socialismo y de lo que sus graciosos perfeccionadores consideran
virtudes para imponerse sobre el capitalismo.
Hasta ayer fueron cómplices (y siguen siéndolo) de los caciques de esto
a lo que llaman socialismo cubano, que es la dictadura más inútil y
asfixiante que ha padecido el país. Ahora les da por venderse como
empinadores del papalote de la utopía, proclamando la tercera
resurrección del socialismo, el cual, por lo que parece, debe tener más
vidas no digamos ya que el buen Jesús, sino que Drácula, condenado a
morir cada mañana para resucitar en la noche.
Quieren decir más o menos que luego de las dos muertes que le
ocasionaron Stalin y Lenin, en Europa, y Fidel Castro y Kim IL Sung, en
América y Asia, ahora sí es verdad que están listos para insuflarle
nueva vida al socialismo, estimulados quizá por el ejemplo de China, con
su arte para mezclar -en la hormigonera- capitalismo con feudalismo, o
por sistemas como el de Ecuador, donde el presidente arregla leyes para
perpetuarse en el trono, como Dios en la tierra.
Sin embargo, los que así piensan no son los más dañinos, puesto que son
los más torpes y burdos. Peores son los que dicen soñar con la utopía.
Posando de etéreos como sus sueños y tan exactos como logaritmos, éstos
anuncian que ya está en clímax la extinción del sistema capitalista y
que únicamente el socialismo será capaz de remplazarlo. Apenas habría
que ajustar algunos detalles referidos, dicen, a cambios en los métodos
y en los objetivos de la producción.
Le ronca el mango que aún a estas alturas alguien nos venga con
semejante fábula.
Claro que el actual sistema capitalista no será eterno, nada lo es. De
hecho, está en crisis. Y sus millonarios adalides tendrán que ponerse
las pilas para impedir que termine dando vuelta a la página. En la
combinación de la dinámica económica, política y social radican sus
esencias, y si ésta no se recicla sistemáticamente, no avanza el
sistema, que es lo que está ocurriendo. Pero el capitalismo al menos
cuenta a su favor con el beneficio de la duda y el de la esperanzada lógica.
Los muertos no salen del hoyo
El socialismo, en cambio, no tiene futuro, porque no tiene presente ni
tuvo un pasado real más allá de los manuales y de los horrores de cierta
forma de gobierno neo-esclavista a la que endilgaron ese nombre. No
obstante, en caso de haber sido algo, el socialismo (que no es nada)
quizá sea pasado, un pasado túrbido, cuya renovación es improbable, ya
que, tal como sentencia una perla de nuestra música popular, "los
muertos no salen, del hoyo no escaparán".
Y el motivo por el cual el socialismo es hoy un carapacho inánime y
vacío no hace falta buscarlo en todo un siglo de esfuerzos fallidos por
darle curso. Ni siquiera en las lindezas teóricas de sus presuntos
perfeccionadores, que ya no logran adormecer a nadie más que a esos
fanáticos y pancistas que se limitan a aplaudir desde lejos. Basta con
apelar a un muy sabio y antiguo refrán, mediante el que parecen hablar
los humildes del mundo, advirtiéndole a este hato de viudas de Marx:
"Todo lo que haces para mí, pero sin mí, lo haces contra mí".
Por lo demás, lo que se dirime hoy, de cara a un futuro más o menos
próximo, no es si el socialismo, que nunca tuvo presente, podría
trascender demostrando superioridad como sistema del porvenir, o si el
capitalismo logrará renovarse desde sus esencias para no quedar a la
zaga. Lo que se dirime es mucho más importante que las ideologías y los
sistemas políticos. Se trata de la capacidad del ser humano para
sobrevivir como especie, mediante un vuelco radical hacia la
profundización del desarrollo de sus reservas espirituales e intelectuales.
No sé cuál será el resultado de tan dramático desafío. Pero todo indica
que si termina en éxito, éste no va a depender de los caudillos
patrioteros, ni de los millonarios indolentes, ni de los trasnochados
perfeccionadores del socialismo.
Source: Las viudas de Marx | Cubanet -
http://www.cubanet.org/opiniones/las-viudas-de-marx/
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