¿Invasores o mercenarios?
Aunque en La Habana existen otros invasores los orientales se han
impuesto en la última década como los gallegos y los canarios a fines
del siglo XIX y principios del XX.
agosto 07, 2014
No son fenicios, hititas, vándalos ni godos. No avanzan sobre las
murallas de Babilonia, Roma o Bizancio. No huyen de lugares en
conflictos ni pregonan la guerra santa. No son musulmanes, hebreos o
palestinos. Invaden La Habana desde el extremo oriental de la Isla. Pero
La Habana no aguanta más, está saturada y desprecia por igual a los
"guajiros" de Pinar del Río, Camagüey, Las Tunas o Guantánamo. La tierra
prometida de los habaneros está en el norte.
El fenómeno no es nuevo ni exclusivo del país. La capital siempre estuvo
conectada con Europa y con países de América que expandían su horizonte.
Los cubanos del interior la miraban con recelo pero soñaban con sus
barcos, sus comercios y sus calles. "Cuba es La Habana, lo demás es
paisaje", decían con nostalgia mientras preparaban el viaje de cada año.
Regresaban cargados y felices. Ahora se quedan con cualquier pretexto.
Han tocado fondo en el terruño. Tratan de romper la barrera del hambre y
la desesperanza. Algunos buscan aires de libertad.
Los apacibles invasores son rehenes del régimen militar acaudillado por
ancianos de Oriente. Aquellos llegaron disfrazados de libertadores,
estos llegan disfrazados de policía. Un sueldo y una pistola los
convierte en personas importantes. De los trenes orientales también
descienden aguerridos constructores, maestros emergentes, trabajadores
sociales y sargentos políticos leales al gobierno. Son tropa de choque
que controlan nuestras calles, cogen el pico y la pala en los
contingentes, enseñan en las aulas doctrinas mal aprendidas y gritan
consignas oficiales frente a incrédulos que se burlan de sus "aportes" a
la lengua de Cervantes.
Los mercenarios de ocasión duermen en campamentos militares, albergues
de la construcción y en confortables residencias estudiantiles. Tienen
pan y sueldo estatal pero exploran los barrios de la periferia en busca
de casa y pareja. Descubren a un tío o a un nague de la aldea que le
permita levantar un rancho para salir de la Unidad. Algunos tienen
suerte. Los más audaces abandonan el campamento, alquilan un cuarto en
un solar y se lanzan al ruedo por si mismo, como esos indígenas del
Amazonas que caminan asombrados por las calles de Caracas o de Bogotá.
Miles de "palestinos" se han desplazado hacia los barrios de Cayo Hueso,
Los Sitios, La Timba, Jesús María, La Guinera, San Miguel del Padrón y
otros recovecos de la ciudad, donde comparten el ron y la miseria con
sus consortes habaneros. Aprenden la jerga y la forma de sobrevivir al
margen de los funcionarios que pretenden controlar a los moradores.
Tales intrusos son asimilados sin suspicacia. Trabajan en la
construcción y en los agro mercados, conducen bici taxis, realizan
guardias nocturnas, fabrican bebidas exóticas y hacen cualquier cosa
para buscarse los dólares de cada día.
Delatan su presencia por la forma de hablar. Son alegres, bondadosos y
comunicativos. Evocan a la familia y al terruño. Cantan en los ómnibus,
discuten de pelota y evaden la política. Son sabios en la cultura
alcohólica y en asuntos de mujeres. Un sello de pasión y de soberbia
matiza sus actos.
Aunque en La Habana existen otros invasores los orientales se han
impuesto en la última década como los gallegos y los canarios a fines
del siglo XIX y principios del XX. La geopolítica del hambre los ha
empujado sobre nuestras murallas, como a esos vándalos y godos que
demolieron al Imperio Romano. ¡Estemos alertas, los bárbaros no vienen
por el norte, avanzan desde el extremo oriente insular!
Este post de Miguel Iturria Savón fue publicado originalmente en el blog
Ancla Insular.
Source: ¿Invasores o mercenarios? -
http://www.martinoticias.com/content/orientales-en-la-habana-invasores-o-mercenarios/71790.html
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