Ladrones vandalizan cementerios judíos en Guanabacoa
Publicado el Viernes, 02 Agosto 2013 04:52
Por Ilan Stavans*
Guanabacoa, un pueblo colonial al sureste de La Habana donde se creó la
primera alianza africana para aliviar la difícil situación de los
esclavos en Cuba, es un hogar un tanto improbable no solo para uno, sino
para dos cementerios judíos, ambos con más de un siglo de antigüedad.
Ellos no son los únicos lugares donde los judios están enterrados en la
isla, pero su ubicación estratégica, a media hora en auto de la capital,
les otorga mayor prominencia.
Tengo una pasión -tal vez incluso una obsesión- con los cementerios. He
visitado los cementerios judíos en incontables ocasiones. Su estado,
podría decir, es un espejo de la sociedad que los rodea: cuando los
judios prosperan, sus cementerios resplandecen; cuando están en peligro,
las tumbas están en desorden. En los casos de los dos cementerios de
Guanabacoa, el desorden es, en gran medida, una expresión de lo que la
comunidad judía ha desandado a través de los años: exilio, abandono, olvido.
En su apogeo, Cuba tenía una población de alrededor de 10,000 judios. La
isla fue un destino popular para los judios de América. Meyer Lansky
ayudó a construir un hotel en el Malecón, en la hermosa zona costera de
La Habana. En 1959, la revolución de Fidel Castro puso un freno a la
vida judía en el país. La gente escapó en hordas, con una gran comunidad
que terminó radicándose en Miami. El embargo estadounidense ha obligado
a mantener esa presencia en números bajos. Dependiendo de a quién usted
le pregunte, hay entre 750 y 1,500 judios en Cuba hoy. Una gran parte
de ellos son conversos o resultado de matrimonios mixtos que se
identifican como judíos.
De alguna manera, el lamentable estado de los dos cementerios podría ser
visto como un reflejo del abandono y las circunstancias que los
restantes judios de La Habana han experimentado durante décadas bajo el
régimen comunista de Castro -al menos hasta la década de 1990, cuando el
gobierno levantó muchas de sus restricciones en las comunidades
religiosas y se les permitió a los judíos cubanos viajar libremente a
Israel y a sus correligionarios de América visitarlos en la isla.
Sin embargo, este no es el origen de la rabia que sentí ante la
profanación de las tumbas.
Incluso Ruth Behar, antropóloga de origen cubano de la Universidad de
Michigan y quien visita regularmente a Cuba y me acompañó en este viaje,
se sorprendió al ver estos dos cementerios. Las tumbas han sido objeto
de vandalismo, las piedras de mármol están rotas en pedazos y sus
fragmentos puestos de vuelta en su lugar. Del interior, los huesos
fueron robados.
Le pregunté a Behar y a mis otros compañeros de la comunidad judía si
estos daños eran algo nuevo. Me dijeron que se veía visiblemente peor
ahora, pero la profanación no era algo inaudito. Tampoco es exclusivo de
los cementerios judíos. Por ejemplo, se mencionó que algunos actos
profanatorios ha tenido lugar en el Cementerio Colón, el principal
cementerio de La Habana, ubicada en el barrio del Vedado y construido en
1876. Sin embargo, los actos de vandalismo son de menor importancia. Más
casos ocurren en los cementerios chinos. En cualquier caso, estuvimos de
acuerdo en que las lápidas judías han sufrido mucho en los últimos tiempos.
Les pregunté sobre la causa y recibí tres explicaciones:
La primera es la sospecha popular de que los judios entierran a sus
muertos con sus joyas. La revolución de Castro organizó programas de
educación a nivel nacional que han dado sus frutos. El porcentaje de
analfabetismo es minúsculo en comparación con otros países de América
Latina. Igualmente, los esfuerzos estatales para eliminar la pobreza,
tanto en las ciudades como en el campo, han sido eficaces. Sin embargo,
la economía cubana está en ruinas. El país que una vez sobrevivió como
parte de su lealtad a la Unión Soviética, ahora es dependiente del
petróleo venezolano y de otros productos entregados por Venezuela en
virtud de las empatías políticas. En otras palabras, la búsqueda de
tesoros en tumbas, sobre todo en los cementerios judíos, no es accidental.
La segunda explicación es mucho menos creíble. Desde que Raúl Castro
asumió el mando del gobierno por la enfermedad su hermano enfermo,
Fidel, la empresa privada la emergido notablemente en la isla, con
restaurantes que se abren, bienes raíces que se venden, la industria de
la construcción que se expande y así sucesivamente. El mármol es una
mercancía con valor de mercado. El problema con esta explicación es que,
en lo que pude apreciar, las tumbas, a pesar de que están rotas, no han
perdido sus mármoles.
La tercera explicación -y sin duda la más preocupante- tiene que ver con
las prácticas religiosas en Guanabacoa. En la década de 1920, la ciudad
tenía varios negocios de ropa a cargo de judíos, incluyendo Sedanita,
propiedad de un judío americano del Lower East Side. Pero la ciudad es
más conocida por la santería, una creencia sincrética del Caribe que
combina elementos rituales del África occidental con motivos cristianos.
Menos conocida es otra religión de origen africano que se apoderó de
Cuba: se llama Regla de Palo Monte o sencillamente Palo Monte.
Uno de los rituales de Palo Monte requiere el uso de los huesos de la
gente no bautizada. Estos huesos provienen de cementerios judíos y
chinos. Los huesos judíos son los únicos que se utilizan para alejar el
mal de ojo.
Esta última explicación me dejó atónito. Le pregunté Behar si el
gobierno cubano hace algo para detener a los practicantes de Palo Monte.
Ella dijo que son parte de una religión de la época colonial con un
creciente número de adeptos en el país, y no es probable que las
autoridades gubernamentales intenten socavarla, ya que juega un papel
central en la identidad colectiva de la nación. ¿Pero debe esa identidad
colectiva ser construida deshonrando a los muertos de otras religiones,
en este caso los judíos?
Si bien toda mi estancia en Guanabacoa no duró más que un par de horas,
he soñado con ella repetidamente. La sensación que conservo es de
incredulidad, por no decir inquietud. Tolerante como uno debe ser de las
prácticas culturales de los demás, no puedo -no podré- apaciguar mi
indignación.
Los muertos son nuestro pasado. Nuestra fundación.
*Reconocido ensayista, sociolingüista, traductor, estudioso de la
cultura popular y profesor universitario. Autor de una amplísima
biliografía sobre figuras literarias latinoamericanas e íconos de la
cultura popular. Su antología The Schocken Book of Modern Sephardic
Literature (2005) recibió el National Jewish Book Award. Su obra en
español incluye Lengua Fresca: Antología Personal, publicada por el
Fondo de Cultura Económica en 2012. Es profesor de Amherst College,
Massachussets. Este articulo aoareció en The Jewish Daily Foward y se
publica en CaféFuerte con la autorización expresa de su autor.
Traducción: CaféFuerte
Source: "Ladrones vandalizan cementerios judíos en Guanabacoa" -
http://cafefuerte.com/cuba/noticias-de-cuba/sociedad/3046-ladrones-vandalizan-cementerios-judios-en-guanabacoa-buscando-huesos
No comments:
Post a Comment