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Wednesday, August 14, 2013

El diálogo constructivo y los peligros de la injusticia

Diálogo, Intelectuales, Represión

El diálogo constructivo y los peligros de la injusticia
Los mecanismos represivos contra la ciudadanía son el mayor "tabú" del
debate nacional
Marlene Azor Hernández, México DF | 14/08/2013 5:36 am

En las elementales tácticas de negociación, se suele utilizar tres tipos
de posturas: la persuasión, la cooptación y el alejamiento y/o ruptura.
Es valioso colocarse en la postura de ganar-ganar como condición del
éxito de la negociación, y estas técnicas facilitan los intercambios y
pueden obtener resultados positivos para las partes incluidas. Si alguna
de las partes insiste en llevarse todo el resultado positivo, y condenar
al otro a la derrota, la negociación es un fracaso al corto y mediano
plazo, es decir es condenada a la derrota definitivamente.
La postura negociadora de proponer un diálogo constructivo es muy
valiosa y facilita la comprensión de los diversos intereses en juego.
Sin embargo, puede ser grave como postura si no tiene en cuenta a los
excluidos de la negociación.
Conozco a muchos intelectuales y activistas cubanos que mantienen esta
postura frente al gobierno como la manera más adecuada para lograr
respuestas positivas a sus demandas y coincidiría con ellos plenamente
si no excluyeran los derechos de los demás y sobre todo si no hicieran
silencio frente a los mecanismos represivos contra ellos mismos y contra
los demás.
El silencio sobre los mecanismos de represión cotidiana del gobierno
cubano es verdaderamente alarmante[1]. Los mecanismos de control
represivo sólo son denunciados por los "demonizados" por el discurso
oficial, y los "demonizados" resulta, que sí son solidarios entre ellos.
En las revistas y periódicos que consulto sobre la realidad nacional, y
producidas dentro del país, el tema de las formas de violencia del
Estado contra sus ciudadanos no aparece, como tampoco el tema de la
indefensión ciudadana.
Ni los desmanes del sindicato oficial y los funcionarios contra los
trabajadores, ni los desmanes de la policía, ni los desmanes de la
policía política. Por eso la vulnerabilidad de todos los ciudadanos
frente al Estado. Por eso también la existencia y proliferación de los
actos de repudio que siguen siendo cotidianos y silenciados, pero
también la arbitrariedad de despidos, exclusiones, discriminaciones, mal
trato, humillaciones y prepotencia de funcionarios y policías. Los
mecanismos para defenderse de todas estas arbitrariedades están tan
burocratizados y son tan desgastantes que las víctimas de los atropellos
prefieren seguir su vida en otra parte, porque sencillamente no existen
ni mecanismos jurídicos ni políticos ni civiles viables para intentar la
demanda de justicia. En Cuba, las víctimas de violencias cotidianas de
policías secretos o públicos o de los funcionarios no tienen la
posibilidad de ser resarcidas en sus derechos o son los casos tan
excepcionales que no permiten remitirse a ninguna regla. La dirección
política del país no quiere hacer la conexión de todas sus formas de
violencia contra la población y las indisciplinas sociales, la pérdida
de valores, la precariedad de la vivienda y los salarios miserables.
Situación alarmante, repito, cuando los órganos de la seguridad del
estado se han hecho tan visibles y casi rectores de la vida cotidiana de
la ciudadanía a partir de los años 90s. Están en el despido de algún
trabajador porque se les busca implicaciones políticas, están en los
tribunales por asuntos de pareja por lo mismo, están cuando un
intelectual ligado a las instituciones, publica algo en el exterior que
no coincide con el discurso oficial, están cuando un delegado municipal,
pintor de renombre internacional, menciona la posibilidad de pensar en
el pluripartidismo. Están detrás de un permiso para salir a una beca,
para lograr un trabajo que de acceso a la divisa, y están detrás de
cualquier puesto de delegado del Poder Popular o persiguiendo alguna
pancarta que pide más socialismo y abajo la burocracia. El partido
"dirige" pero su brazo ejecutor en la vida cotidiana y civil, son los
órganos de la seguridad del Estado.
Esta aberración de la vida civil cotidiana no aparece en ningún análisis
publicado, en ningún panel de ninguna revista y por supuesto invisible
en una presa desinformadora de la realidad cubana, salvo por los
intelectuales y activistas disidentes y algún pronunciamiento puntual
frente a un hecho, no existen análisis de estos mecanismos múltiples de
violencia y de indefensión ciudadana.
Hacer silencio sobre las violencias contra otros ciudadanos es quedarse
también sin solidaridad cuando somos perseguidos y víctimas de la
represión del gobierno. El silencio y la falta de solidaridad con los
que son víctimas de las violencias estatales podrían ser por un
desconocimiento de los hechos precisos, pero eso no justifica el
silencio. La acumulación de las diversas acciones represivas y sus
mecanismos de funcionamiento son de conocimiento público, notorio y
popular porque no han cesado de producirse a lo largo del último medio
siglo en el país.
La exigencia al gobierno de una prensa que refleje las realidades del
país es un paso importante para luchar contra las violaciones y la
impunidad de los funcionarios, de la policía y de los órganos de la
seguridad del Estado. Los resultados del reciente Congreso de la UPEC,
son un golpe demoledor contra la ciudadanía y no veo análisis ni
exigencia de los intelectuales públicos sobre tan inmovilista resultado.
Tan masiva y recurrente es la indefensión ciudadana frente al Estado que
pareciera una situación que ya está "naturalizada" en el imaginario social.
No sólo las Damas de Blanco y los activistas de la UNPACU y todos los
demás disidentes han sido los objetivos preferidos de la violencia
estatal. La violencia y la represión tienen larga data en la Revolución
cubana y sólo los afectados, y cuando pueden, logran narrar los
desmanes, y hacer oír su voz.
Esta falta de solidaridad ciudadana es una de las razones que ha creado
la impunidad de funcionarios y policías contra la ciudadanía. Creo que
no se hubiera producido el cierre de la revista Pensamiento Crítico, ni
el caso Padilla, ni los parametrados, ni el caso CEA, ni los centenares
y miles de violencias cotidianas que se producen por parte de las
autoridades si los ciudadanos hubieran sido entre sí solidarios, o en el
caso de los intelectuales si hubieran cerrado filas frente a los
atropellos que han sufrido y siguen sufriendo los propios colegas. Creo
que los execrables actos de repudio hubieran desaparecido de la escena
nacional si toda la ciudadanía hubiera cerrado filas solidarias contra
esos atropellos.
Las solidaridades han sido dignas pero muy pocas y eso habla de una
postura de "sálvese quien pueda" de un individualismo insolidario y
vergonzoso que no tiene que esperar por el desarrollo de las relaciones
de mercado para entronizarse como una postura común y automática. La
mentalidad de "sálvese quien pueda" existe hace rato en Cuba y no tiene
que ver necesariamente con las carencias y la monetarización de las
relaciones sociales y mucho menos con las relaciones de mercado que son
ínfimas y están aún secuestradas.
Proponer una postura de diálogo constructivo no puede silenciar los
mecanismos represivos cotidianos e intactos, no puede eludir el tema, so
pena de convocar a un diálogo con importantes y definitivos déficits
éticos. Entonces, una postura cívica positiva y loable tiene el peligro
de convertirse en su contrario.
[1] Sólo conozco estudios sobre los mecanismos de control y represión en
Cuba, hechos por intelectuales extranjeros o cubanos de distintas
generaciones residentes en el exterior. Además de los valiosos
testimonios de los reprimidos.

Source: "El diálogo constructivo y los peligros de la injusticia -
Artículos - Opinión - Cuba Encuentro" -
http://www.cubaencuentro.com/opinion/articulos/el-dialogo-constructivo-y-los-peligros-de-la-injusticia-296676

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