Publicado el miércoles, 07.31.13
Cuba, 55 años después
MARIO RIVADULLA
Cuando Fidel Castro llegó al poder el 1ro. de enero de 1959 a lomos de
una de las revoluciones de más absoluto respaldo popular que registra la
historia, se abrió para él y para Cuba un espacio protagónico que pronto
trascendió las fronteras insulares del país para cobrar una dimensión
cada vez más universal. Representó también un horizonte de redención
para pueblos tercermundistas, sobre todo en América Latina, en algunos
casos oprimidos por sangrientas dictaduras y todos, sumidos en las
mismas honduras de atraso, pobreza y desigualdad social.
En Cuba el proceso despertó al principio grandes expectativas
democráticas, con la promesa de restituir la Constitución de 1940,
todavía referente de grandes avances institucionales y de celebrar
elecciones en un tiempo razonable, no mayor de año y medio. Pero en la
medida en que esas metas se fueron diluyendo y las esperanzas iniciales
esfumándose, el entusiasmo colectivo decayó y la sociedad terminó
dividiéndose en forma cada vez más acentuada a partir de que la
revolución fue declarada marxista leninista, afiliándose al bloque
soviético y copiando su modelo de desarrollo.
La brusca transformación fue acompañada de una eficaz maquinaria de
propaganda encargada de propalar consignas de emulación del proceso
revolucionario cubano, como referente de progreso y justicia social.
Cobró vida entonces la figura del llamado "hombre nuevo socialista",
singular especimen bípedo de naturaleza casi franciscana al estilo del
"pobre de Asís", despojado de toda humana y legítima ambición de
progreso personal en aras de un supuesto bienestar colectivo para las
generaciones futuras, dotado además de muy especiales valores morales y
principios éticos. Gracias a su abnegado y desprendido sacrificio se
iría haciendo realidad el ideal de la sociedad perfecta, poblada por
seres felices y satisfechos.
Esa bien dirigida propaganda endosando el desafío del pequeño y
atractivo David al poderoso y odiado Goliat norteño, en especial después
del fracaso de la absurda aventura militar de Playa Girón, unida a la
ficción del inútil embargo comercial sirvió de coartada permanente al
régimen y eficaz cortina de humo para disimular la penosa realidad de un
sistema fracasado, de reiteradas promesas de bienestar jamás realizadas.
Así, una sociedad con imperfecciones que corregir pero en obstinada ruta
de progreso, quedó convertida en una especie de indigente internacional
a la búsqueda angustiosa de subsidios de precaria subsistencia y un
pueblo cada vez más empobrecido material y espiritualmente, obligado a
realizar todo tipo de triquiñuelas para poder sobrevivir.
Ahora, Raúl Castro, heredero del poder por derecho de sangre como en los
regímenes monárquicos y sobre quien pesa la casi imposible misión de
tratar de alargar la existencia de un régimen comatoso con tibias,
incompletas, ilusorias y tardías reformas destapa la cruda realidad del
comportamiento del "hombre nuevo socialista" con un crudo discurso ante
la Asamblea Nacional, diciendo:"Hemos percibido con dolor a lo largo de
los más de 20 años de período especial el acrecentado deterioro de
valores morales y cívicos como la honestidad, la decencia, la vergüenza,
el decoro, la honradez y la sensibilidad ante los problemas de los
demás" (textual), para a continuación enumerar un largo listado de actos
de indisciplina, hechos delictivos y comportamientos inadecuados. El
detalle incluyó "la comercialización ilegal de bienes y servicios,
aceptación de sobornos, construcciones ilícitas y fraudes académicos"
Son comportamientos obviamente muy alejados del modelo de ciudadano
ejemplar que la revolución crearía en todo este tiempo, casi tres
generaciones, como lo es la realidad divorciada del modelo de Alicia en
el país de las maravillas que por tanto años vendió la bien aceitada y
cada vez menos creíble maquinaria propagandística del régimen.
Nada de esto puede llamar a sorpresa. Recordemos que el propio Raúl
Castro, hace no demasiado tiempo, ante esa misma Asamblea Nacional,
pronunció la dramática frase de "O Cuba cambia o se hunde", una
expresión que en apenas veintiuna letras fue la confesión del monumental
fracaso del sistema a lo largo de más de medio siglo de decisiones
disparatadas, proyectos fantasiosos y un opresivo régimen personal y
absolutista donde el endiosamiento del líder máximo y el temor a caer en
desgracia no dejó brecha al análisis racional y el diálogo discrepante.
Al cabo de toda esta dolorosa historia de errores, fracasos y
decepciones, que ha costado tantas vidas y ha frustrado muchas otras,
cubanos de tres generaciones de dentro y de fuera de la isla, quedan
abocados a la misma angustiosa reflexión. ¿Para llegar aquí tiene
justificación todo el sufrimiento por el que han debido pasar unos y otros?
teledebate@hotmail.com
Source: "MARIO RIVADULLA: Cuba, 55 años después - Opinión -
ElNuevoHerald.com" -
http://www.elnuevoherald.com/2013/07/31/1534441/mario-rivadulla-cuba-55-anos-despues.html
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