REFORMAS ECONÓMICAS
Barberías y peluquerías, de mal en peor
ORLANDO FREIRE SANTANA | La Habana | 16 Ago 2013 - 10:44 am.
Hace dos años fueron pioneras en el trasvase del empleo estatal al
trabajo por cuenta propia. Hoy se les acumulan los problemas.
En el año 2011 se promulgó la Resolución 516 del Ministerio de Comercio
Interior que contemplaba el arrendamiento a sus trabajadores de
barberías, peluquerías y otros locales dedicados a reparaciones menores.
De esa forma el Estado pretendía librarse de la administración de
ciertas actividades económicas de menor connotación, al tiempo que los
empleados de dichos establecimientos pasaban a un régimen tributario
parecido al de los trabajadores por cuenta propia: pagan un impuesto
fijo mensual, la contribución a la Seguridad Social, además del impuesto
por el arrendamiento.
Sin dudas, se trata de una medida que, en un primer momento, contó con
el beneplácito de casi todos, por cuanto abría una brecha en el
ineficiente e hipertrofiado aparato estatal. También se avizoraba un
mayor sentido de pertenencia de los trabajadores, así como un servicio
que satisficiera plenamente a los usuarios. Sin embargo, a dos años de
la puesta en marcha de los arrendamientos, hay evidencias de que no todo
marcha según lo previsto.
La primera clarinada sobrevino mediante un reportaje del periódico
Trabajadores, aparecido en la edición del pasado 24 de junio. El trabajo
periodístico se refiere a la difícil situación que afrontan muchos
barberos y peluqueras en la ciudad de Las Tunas. Uno de los barberos
encuestados afirma que el dinero que recauda apenas le alcanza para
pagar el impuesto, el arrendamiento, la Seguridad Social, y la corriente
eléctrica que consume el local. Tal vez ese agobio financiero haga que
nunca se alcance el añorado sentido de pertenencia, pues los locales
estaban desordenados, sucios y con los baños clausurados.
En lo referido a la esperada mejoría en la calidad de los servicios, no
ha sucedido de esa manera, al menos en Las Tunas. Lo mismo en las
barberías que en las peluquerías, las tarifas han aumentado. Pero no
solo la insatisfacción se relaciona con la afectación del bolsillo de
los clientes, sino también con otros detalles referentes a lo placentera
de la estancia en los locales.
Por ejemplo, una cliente de cierta peluquería comentó que, antes del
arrendamiento, los equipos de aire acondicionado estaban encendidos todo
el tiempo, y podía escucharse música indirecta. Ahora, en cambio, los
acondicionadores de aire solo se encienden en determinados momentos,
sobre todo cuando se llena el local, ya que así no se encarece demasiado
el pago del consumo eléctrico; un pago que, como ya expresamos, corre a
cuenta de los propios barberos y peluqueras.
Después de ponernos al tanto de estos problemas, que probablemente se
repitan en otros territorios del país, decidimos conocer cómo marcha el
arrendamiento en La Habana, la capital que contiene el mayor número de
unidades arrendadas a sus trabajadores. Y el panorama no dista mucho del
manifestado en Las Tunas.
A todo lo expuesto habría que agregar la inconformidad de barberos y
peluqueras con el tratamiento que reciben por parte del sistema de
Seguridad Social; un descontento que seguramente podríamos hacer
extensivo a buena parte de los trabajadores por cuenta propia.
Un barbero aseveró que no entiende por qué, si se enferma y deja de
trabajar una parte del mes, debe pagar de todas maneras el impuesto a la
Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT). Otro fígaro, casi
alarmado, relató la tribulación que enfrentó al solicitar su jubilación.
El hombre arribó a los 65 años de edad —edad oficial de jubilación en
Cuba—, y lleva dos años contribuyendo a la Seguridad Social, o sea, el
mismo tiempo del arrendamiento. Cuando acudió a la oficina del
Ministerio de Trabajo para iniciar los trámites de jubilación, le
comunicaron que, para disfrutar de tal condición, se precisan tres años
de contribución a la Seguridad Social como mínimo. Después de haber
trabajado 30 años para el Estado, este barbero deberá laborar tres años
más, y esperar hasta sus 68 años, para jubilarse. Una situación que
viola todas las disposiciones laborales emitidas al respecto.
Por otra parte, hay insatisfacción en los clientes, quienes han visto
aumentar hasta en un 100% las tarifas de cortes de pelo.
Es evidente que se impone una revisión de la política impositiva, así
como del tratamiento que reciben estos arrendatarios por parte de la
Seguridad Social. Solo así se podrá evitar que un proyecto del que mucho
se esperaba, sucumba en sus primeros años de vida.
Source: "Barberías y peluquerías, de mal en peor | Diario de Cuba" -
http://www.diariodecuba.com/cuba/1376509607_4649.html
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