Aceptar el desafío
Miriam Celaya | La Habana | 4 Jun 2013 - 10:38 am.
¿Cómo podría la sociedad civil independiente atraer el interés de esa
capa de proto-ciudadanos que comienza a germinar en Cuba?
En los últimos años la realidad cubana ha venido proyectando nuevos
escenarios. Medio siglo de inmovilismo posibilitan que apenas un lustro
de lentas y pequeñas transformaciones produzca una sensación de
arrancada en una sociedad largamente paralizada. En un mundo cada vez
más globalizado y vertiginoso Cuba se mueve a paso decimonónico, pero
ciertamente ya no es la misma de cinco años atrás. Analizando estos
escenarios hay que concluir que los pasos que se vienen operando no se
deben a la voluntad política de implementar cambios necesarios por parte
del Gobierno, como tampoco a que las fuerzas de la sociedad civil
independiente hayan alcanzado suficiente consolidación como para ejercer
una presión efectiva sobre éste.
No obstante, si, como podría inferirse en la coyuntura actual, la
gerontocracia guerrillera se ha visto obligada a introducir ajustes
—básicamente económicos— en el "modelo socialista", sin cambiar en
esencia su programa político, no es menos cierto que dichas
transformaciones están dibujando lentamente un mapa social diferente en
el país. Mapa en el cual, eventualmente, podrían definirse nuevas
fuerzas activas sobre las que desde ahora deberían tratar de influir las
diversas propuestas de la oposición, en la misma medida en que la clase
gobernante va perdiendo control y poder sobre estos actores.
Un sector llamado a ganar en movilidad es el de los trabajadores por
cuenta propia; o para decirlo correctamente, el sector de la economía
privada. Tanto los productores en la esfera de la agricultura como los
del comercio y la gastronomía y otros trabajadores de servicios que se
han independizado del Estado, constituyen el segmento que tendrá el
mayor crecimiento a mediano plazo.
La autonomía de dicho sector, por muy limitada que sea, conduce
inevitablemente al surgimiento de esferas de interés común entre
individuos capaces de crear su bienestar material y espiritual por
esfuerzo propio, más allá de las estructuras del gobierno. O en última
instancia a pesar de éstas, porque el gigantesco aparato estatal ha
dejado de ser para ellos la fuente de raquíticos ingresos de antaño para
convertirse en el freno para el desarrollo y para el logro de mayores
beneficios.
Muchos de estos "cuenta propia" han comenzado a percibir que, lejos de
ser garante de conquistas sociales, el estado-gobierno-partido parasita
sobre ellos y sobre sus ingresos personales y familiares, y están
comenzando a concientizar su propia fuerza. De hecho, las autoridades se
han visto forzadas a flexibilizar sucesivamente cada una de las medidas
económicas implementadas, tanto para adecuarlas a las imposiciones de la
realidad como para responder a las demandas del sector privado emergente.
Otra cuestión sería cómo los proyectos de la sociedad civil
independiente, disidentes y opositores, podrían atraer el interés de esa
capa de proto-ciudadanos que comienza a germinar en una tierra arrasada
de todo vestigio cívico. La experiencia ha demostrado que, por las
razones que sean, décadas de oposición no han logrado sentar al Gobierno
en una mesa de diálogo nacional. Ningún sector disidente hasta hoy ha
sido lo suficientemente poderoso e influyente como para imponer pautas a
la dictadura. Sin embargo, el actual proceso de transformaciones
económicas, incluso con sus numerosas limitaciones, podría estar
brindando la oportunidad de que los opositores encuentren entre los
cubanos comunes los interlocutores imprescindibles y la fuerza social
necesaria para impulsar la transición.
En dicho empeño tendría un papel importante la prensa independiente en
todas sus variantes. El reciente anuncio de la inauguración de 118
nuevas salas de navegación por Internet y la promesa de ampliar ese
servicio en tiempos venideros, abre otra posible grieta en el sistema
totalitario, a pesar de la escuálida infraestructura, de los elevados
precios del servicio y del sinnúmero de dificultades que se pueden
esperar del proceso.
Si bien hasta el momento la prensa independiente ha tenido difusión
principalmente hacia el exterior y solo se ha logrado promover de manera
muy limitada en el interior de la Isla, la implementación de estas salas
bien podría ofrecer una pequeña brecha al periodismo alternativo. Es de
suponer que los ciber-comandos se hayan encargado previamente de
amortiguar el potencial impacto social de la información y la libre
circulación de opiniones, por lo que no hay que crearse falsas
expectativas, pero de cualquier manera el hecho abre la perspectiva de
incidir en grupos más amplios de la población. Si está la tecnología
instalada siempre existirá la posibilidad de hacer uso de ella para
horadar el muro.
El desafío actual de la oposición, entonces, estriba en redefinir las
estrategias de lucha en este escenario y aprovechar los nuevos espacios
y actores para difundir los programas de cambios en beneficio de amplios
grupos sociales. Tendremos que aprender de una vez a medir nuestra
efectividad más por los resultados que por las intenciones. Utilizar
conscientemente todos los espacios posibles puede ser más beneficioso
que detenernos a enumerar sus incontables limitaciones, permitiría
también derribar la barrera que hoy todavía se extiende entre opositores
(elite) y sociedad en general, y favorecería que la oposición dejara de
ser en buena parte del imaginario popular una especie de clase para sí
—a imagen y semejanza de la elite verdeolivo, con caudillos incluidos—
para erigirse en líderes (como otros que surgirán) al servicio de los
cambios políticos para el surgimiento de la democracia en Cuba.
http://www.diariodecuba.com/derechos-humanos/1370038640_3531.html
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