Thursday, September 8, 2011 | Por Reinaldo Emilio Cosano Alén
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – ¡Uff, qué alivio!,
exclamaron miles de estudiantes al terminar el curso y conocer que no
tendrían que regalar al Estado quince días de sus vacaciones en forma de
trabajo "voluntario" como ha ocurrido desde hace tres décadas.
Las Fuerzas de Acción Pioneril (FAPI) para los escolares de primaria y
secundaria, y las Brigadas Estudiantiles de Trabajo (BET) para
preuniversitarios, escuelas medias técnicas, escuelas talleres,
politécnicos y universidades, regidas por la Unión de Jóvenes
Comunistas (UJC), controlan la masa estudiantil en esos quince días de
trabajo.
Grupos de profesores y otros empleados docentes también son involucrados
en esa modalidad de trabajo, en reparaciones o limpieza de centros
escolares, construcción, labores agrícolas, en fábricas y talleres,
hospitales y cuanta empresa necesite de fuerza laboral no retribuida.
Yuniaski Crespo Vaquero, primera secretaria de la UJC, declaró que la
exclusión de las FAPI y las BET, se corresponde con los acuerdos de
reajustes económicos establecidos en el VI Congreso del Partido
Comunista porque, "si bien las FAPI y la BET eran una fuerza útil y
productiva, de apoyo básicamente en actividades priorizadas de sectores
productivos y sociales, generaban una cadena de gastos adicionales a la
economía local y nacional, amén de que en la mayoría de los casos no
tenía remuneración salarial y eran convocadas bajo el principio de
voluntariedad y compromiso moral".
Hay contradicción de conceptos. Crespo alega que la FAPI y la BET eran
fuerzas útiles pero muy costosas que suplantaban funciones que debían
asumir macro sectores económicos con sus trabajadores, "ahora emplazados
a encontrar su propia rentabilidad con el potencial humano y material
disponibles".
Formalmente no es trabajo obligatorio pero responde a la inexcusable
presión moral. El estudiante que no tenga el bono acreditativo de
participación en el trabajo "voluntario", ni su registro en el
expediente académico, se ve afectado a la hora de encontrar un trabajo,
porque el Estado no solo controla la enseñanza, sino también la mayoría
de las plazas laborales.
¡Uff, qué alivio!, dirá también el gobierno, que se quita un dispendioso
lastre económico.
Los argumentos de Crespo parecen marcar el fin de las FAPI y de las BET,
pero en Cuba nunca se sabe. No hay que llamarse a engaños.
El estorbo económico es tan oneroso que el gobierno optó por eliminar
casi por completo los preuniversitarios y secundarias en el campo, en
los cuales los becarios tenían la obligación de realizar labores agrícolas.
Tampoco hubo movilizaciones de estudiantes a la agricultura el curso
pasado. Se sobrentendía que esa modalidad de trabajo, no tan voluntario,
también había quedado eliminada, lo cual provocó otros ¡Uff, qué
alivio!, de los alumnos y de los profesores forzados a torear a sus
discípulos. Pero se equivocaron los que dieron por muerto el "trabajo
voluntario".
Se acaba de anunciar en claustros de profesores que en el presente curso
se restituyen las escuelas al campo, calificadas por el Partido
Comunista como "palanca de formación política y moral de la juventud",
que anda muy distanciada de esos propósitos.
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