Thursday, September 8, 2011 | Por Lucas Garve
LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – Las shoppings estatales
tienen ahora competidores en los amplios portales de las calles
habaneras. Luego de la autorización a particulares para la venta de
artículos y confecciones por cuenta propia, fuera de las cadenas de
tiendas del Estado, han proliferado como esporas numerosas "boutiques
caseras".
En un portal o a través de una ventana de la sala de una casa, la venta
de ropas, DVDs de audio y películas, bisutería y mercadería variada
florece, lo mismo en las calles más céntricas que en los más apartados
repartos capitalinos.
La furia de la venta por cuenta propia no es algo nuevo. Hace unos años,
en ciertos espacios en las calles principales, usted podía encontrar
personas que vendían mercadería y comestibles de todo tipo. Lo diferente
es que ahora lo hacen con un permiso oficial y deben pagar un impuesto
al Estado.
En esta competencia comercial, al menos en el renglón de las
confecciones, parecen ir ganando hasta ahora los vendedores caseros,
que ofrecen ropas importadas acordes al gusto de los clientes y hasta
están imponiendo un estilo a la clientela.
Las importaciones provienen mayormente de Ecuador y Perú. Un buen número
de cubanos se mueven entre Quito y La Habana y traen como equipaje
calzado y ropa deportiva, comprados allá en mercados callejeros, que
luego distribuyen a vendedores en La Habana.
Mientras las shoppings estatales de las cadenas TRD y CIMEX ofrecen
confecciones que los jóvenes consideran pasadas de moda, en las
boutiques privadas el cliente joven, encuentra ropa más en sintonía con
lo que concibe como la moda actual.
No es tanto cuestión de diferencia en los precios, porque los precios de
los vendedores privados tampoco son tan bajos; por ejemplo, los jeans de
hombre llenos de zippers, remaches y una gama de colores amarillos,
rojos, azules, verdes, que gustan mucho a los jóvenes, se venden a un
precio de 30 a 40 dólares; aunque "de primera mano", como se dice por
aquí, hay quien los vende a 25.
Otra ventaja de comprar en estas "tiendas" privadas es que se puede
regatear; algo habitual en otros países, pero no aquí en Cuba, donde la
práctica del regateo desapareció, junto con los negocios privados, en
los años 60, y donde los precios en las tiendas estatales tienen más de
un 200 por ciento por encima del valor real de la mercancía.
En el departamento de electrodomésticos de la Galería Plaza Carlos III,
escuché a dos mujeres comentar sobre el elevado precio de un televisor
de pantalla plana de 40 pulgadas, que costaba 960 dólares. Una de ellas
decía que su hijo le había traído de Perú un televisor similar, que le
había costado allá sólo 300 dólares. Finalmente, las mujeres concluyeron
que, con esos precios, los televisores no tendrían salida y se
quedarían en los almacenes.
La arrogante y anquilosada burocracia gubernamental que controla las
importaciones y la venta minorista, a pesar de los reclamos de las
máximas autoridades del país, no está preparada ni interesada en
funcionar de acuerdo a más elementales reglas del marketing y la
competencia capitalistas, y es esa la principal ventaja que llevan los
improvisados negociantes cubanos, sin muchos conocimientos ni
experiencia, pero con intuición, vocación emprendedora y deseos de
prosperar con sus negocios privados.
Muchos opinan que la economía de un país no puede desarrollarse con
estos pequeños revendedores de artículos de poca calidad, importados a
través de mulas y equipajes personales, más parecidos a vendedores de
pulgueros o rastros dominicales que a empresarios; pero en un país donde
el salario promedio mensual es de 17 dólares, ¿qué otro tipo de
comercio, que no sea el de baratijas y en pequeña escala, podría subsistir?
Por ahora es el momento de vender "pacotilla" en las casas, y quizás,
con el tiempo, se puedan montar verdaderas boutiques y tiendas
particulares. De cualquier modo, hay que recordar que el comercio ha
sido siempre una gran palanca para la transformación y el progreso sociales.
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