Friday, July 29, 2011 | Por Vicente P. Escobal
MIAMI, Florida, julio, www.cubanet.org -La comprensión de los regímenes
totalitarios, particularmente de su historia y de la forma en que logran
y mantienen el poder, es mayor desde hace una veintena de años, cuando
cayeron los regímenes comunistas en Europa. Hoy día se estudian las
secuelas de aquellos regímenes absolutistas y criminales instalados en
Europa del Este por el Ejército Rojo al finalizar la Segunda Guerra mundial.
Muchos investigadores occidentales han logrado traspasar los muros de
silencio en Vietnam, Laos o Camboya, incluso en China y Corea del Norte,
para ahondar en algunas de las páginas más aterradoras de la historia
contemporánea. Otro tanto ha ocurrido en Europa Oriental donde en la
casi totalidad de los países sometidos al imperio soviético se han
desclasificado los archivos secretos, sacando a la luz su escalofriante
historia.
Por razones de política interior, y por prudencia, las autoridades de
algunos de esos países decidieron cerrar esos escalofriantes
expedientes, para que las profundas heridas sociales sanen más rápido y
la transición hacia la democracia no se atasque en un indeseable
laberinto de venganzas.
En China, por ejemplo, a pesar de que los comunistas continúan en el
poder, los actuales líderes estimulan a la sociedad a manifestarse
abiertamente en contra de la Revolución Cultural promovida por Mao
Zedong, y en Cambodia se han generalizado las criticas más severas a
las masacres de Pol Pot.
Pero aun permanecen en las sombras algunos hechos inaccesibles a la
investigación y el debate. Lo que ocurrió en los campos de concentración
nazis ha sido ampliamente divulgado y, transcurridos más de setenta años
de aquella masacre, aun nos conmovemos cuando repasamos los hechos u
observamos las dantescas imágenes. Sin embargo, la verdadera historia
de los campos de concentración en la Unión Soviética, China o Corea del
Norte sigue siendo un misterio en medio de leyendas y anécdotas
generalmente fragmentadas.
Conocemos mejor adonde fueron a parar los represores, junto a los
intelectuales reprimidos, que lo ocurrido a los millones de ciudadanos
comunes y corrientes, que constituyen la inmensa mayoría de las víctimas.
Aún resulta difícil desenmascarar a ciertas corrientes ideológicas
inspiradas en las teorías marxistas-leninistas, que continúan
justificando y elogiando al comunismo. Incluso se ha llegado a
cuestionar la existencia de los campos de exterminio comunistas,
aduciendo que se trata de maniobras propagandísticas diseñadas por los
servicios especiales de las potencias occidentales.
Cuba, considerada "el último baluarte puro y auténtico del ideal
comunista", continúa atrincherada en el secretismo y solo recibimos
alguna información gracias a los esfuerzos de los periodistas
independientes, los testimonios de funcionarios del régimen que escapan
de la Isla y las narraciones de los excarcelados y sus familiares.
Me pregunto: ¿Los métodos represivos aplicados por la dictadura cubana
fueron la copia de los aplicados en la Unión Soviética, China o Corea
del Norte? ¿Existe alguna analogía entre los fusilamientos de miles de
cubanos y el exterminio de millones de ciudadanos soviéticos, chinos o
coreanos?
Juzgando desde una perspectiva ética y moral, ¿Cuál es la diferencia
entre la UMAP castrista y el Gulag soviético? ¿Hasta qué punto
asesoraron la KGB soviética y la Stasi alemana a la contrainteligencia
cubana? ¿Son autóctonos, o meras copias de lo ocurrido en otros países
comunistas, los actos de repudio, las Brigadas de Respuesta Rápida, la
censura a los medios y el atropello a las manifestaciones culturales
independientes en Cuba? Algún día la historia y la sensatez humana se
encargarán de responder esas preguntas.
Por ahora sólo podemos meditar sobre el alcance del daño infligido a la
sociedad cubana durante cincuenta largos años, y el costo en dolor
humano. Se impone un verdadero análisis, hecho con lucidez y
objetividad, sin dejarnos deslumbrar por los supuestos beneficios y
conquistas de la revolución, tan amplificados por la propaganda
oficial. Volvamos la vista hacia todo lo perdido debido a la sumisión de
la sociedad en aras de un ideal inalcanzado. Pensemos en el dolor de
las familias fragmentadas, en la relación de total dependencia y
sumisión creada entre los ciudadanos, devenidos súbditos, y el Estado
totalitario, dueño absoluto de sus destinos. Recordemos los esfuerzos
por sustituir con una ideología todos los valores morales. Escuchemos
los desgarradores testimonios de los prisioneros de conciencia que
permanecieron por décadas en las cárceles. No nos dejemos engañar por
los melosos elogios de los nostálgicos del estalinismo soviético y los
logros del comunismo.
Mientras tanto, debemos tener claro que el destino de la sociedad cubana
no está ligado al destino de la tiranía. La tiranía naufraga, pero Cuba
no se hundirá con ella.
http://www.cubanet.org/opiniones/cuba-no-se-hundira-con-la-tirania/
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