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Wednesday, May 04, 2011

Porcelana china

Porcelana china
Wednesday, May 4, 2011 | Por Frank Correa

LA HABANA, Cuba, mayo (www.cubanet.org) – La estafa es un delito que
proliferó en Cuba con la llegada de la miseria del período especial;
sus precursores fueron quizás los vendedores clandestinos de ropa
extranjera en La Habana Vieja, entre los cuales se destacó
sobremanera Jorge Carlos Miranda, un verdadero artífice del fraude
callejero.

Como el dólar estaba penalizado y era imposible acceder a las tiendas
de divisas, Miranda se veía con sus clientes en los oscuros pasillos de
los solares, a salvo de la policía. Les mostraba sus artículos, los
dejaba escoger, y luego de cobrar iba empaquetando mientras embobaba
con su verbo al cliente y, en un segundo, cambiaba el bulto de ropa
por otro lleno de periódicos y retazos de telas. Demasiado reincidente
en su mecánica de estafas, Jorge Carlos terminó muerto a tiros por una
de sus víctimas a finales de 2000 en la esquina de Aguiar y O´Relly.

En el compendio de pillajes habaneros novedosos, no debe faltar el
orquestado a tres manos en 2009 por Píquiri, Luis la tripa y Keko,
contra un banquero de bolita del barrio San Isidro, que prestaba
dinero con altos intereses.

Keko llegó a casa del banquero solicitando un préstamo de 500 pesos
convertibles por una semana, a pagar 700. Como garantía extrajo con
mucho cuidado de su mochila un Buda de porcelana china del siglo III,
valorado en diez mil euros, según informaba un catálogo que mostró ,
donde aparecía la efigie.

El banquero dijo que no le interesaban las antigüedades, y Keko se
marchó con el catálogo y la pieza, pero pasada una semana Luis la
tripa se apareció en casa del banquero acompañado de un extranjero
millonario, coleccionista de arte chino, que casi se vuelve loco
cuando el banquero le contó que existía en Cuba un Buda del siglo III.
El coleccionista juró que pagaría por la pieza los diez mil euros sin
pestañear, y dijo que se hospedaba en el hotel Inglaterra. Dejó su tarjeta.

Cuando se marcharon, el banquero salió disparado a la caza de Keko,
lo encontró en el barrio Colón, pero Keko dijo que ya no quería
vender la pieza.

Luego de una puja de precios, en la que Keko estuvo negándose
continuamente a vender, logró convencerlo de que se la vendiera por
cuatro mil pesos convertibles en efectivo. Cuando el banquero fue al
hotel a buscar al extranjero, encontró que nadie estaba registrado con
ese nombre.

Keko y Luis no aparecieron nunca, y el Buda resultó ser de yeso,
pintado con acuarela.

http://www.cubanet.org/articulos/porcelana-china/

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