Cerradas ventanas de esperanza
Oscar Peña
Se han cerrado las cortinas del último congreso del partido comunista de
Cuba y con él también se han cerrado las cortinas de las grandes
ventanas de inmediata esperanza y aliento que se habían abierto en el
pueblo cubano y la comunidad internacional. No se puede ocultar que
había cierta expectativa de que se anunciaran reformas respetables que
permitieran salir al país del inmovilismo económico, la pobreza, el
desaliento y el atraso. Aunque Raúl Castro es hermano de sangre y de los
mismos arcaicos pensamientos estalinistas de Fidel Castro, por
diferentes razones lógicas se desarrolló una ansiosa corriente de
ilusión que –lamentablemente– una vez mas chocó contra ese oficial muro
cubano de la intransigencia.
Finalizó el esperado evento con muchas penas y sin gloria. En los países
totalitarios el gobernante-secretario general es el que "tiene las
llaves" de las puertas del país. Raúl Castro pudo ser la diferencia,
pero el nuevo jefe cubano ha defraudado a la mayoría del pueblo cubano y
de la comunidad internacional al dejar a su vieja guardia controlando
todo el país. Volvieron a imponerse por decreto los ancianos de mente –y
preciso de mente– porque se ha demostrado que se puede ser una persona
muy mayor de edad y sin embargo no perder la buena voluntad por tu
nación y los tuyos. No es la edad, es la actitud ante la vida la que
determina.
Supo el congreso del único partido imperante enCubaocultar las enormes
grietas dentro de ellos. La dirección ha sabido tapar las fuertes
disidencias dentro del partido comunista ylos desacuerdos y ruidos
dentro de su propio sistema. Afortunadamente abundan muchos militantes
de base y dirigentes reformistas de mentalidad abierta que no son ciegos
y lamentan mucho que se juegue con las palabras y el destino del país.
No se pueden hacer reformas serias y necesarias teniéndole miedo a la
palabra reforma. Obviamente la subordinación a un hombre de mentalidad
de ordeno y mando, el miedo a su sombra y el apego a una filosofía
fallida y antinatural que nos dejó el modelo fidelista heredado de la
Unión Soviética para mantener el poder totalitario es el impedimento y
la cadena más pesada que tiene Cuba hoy. Esa dirigencia reafirmada en
Cuba hoy es conservadora, burocrática, contrarrevolucionaria y
antinacionalista. O cuando menos muy torpe y no saben percatarse que
hasta lo que ayer no fue conveniente o prudente, hoy es necesario.
Cuba lleva más de 52 años viviendo de consignas, discursos, marchas,
asambleas, congresos, plenos y magia. Más valdrían acciones que juego de
palabras. Ni seguir confundiendo y frenando los cambios con gritos de
¡Cuba no quiere regresar al capitalismo! cuando es raro encontrar algún
cubano que desee que Cuba sea mañana uno de esos países de América
Latina llamados "democráticos y libres" y que están llenos de abismales
desigualdades, corrupción y falta de atención a la niñez, la educación y
la salud. Primero porque Cuba jamás tuvo en su historia de nación esos
feos cuadros sociales y segundo porque la preciosa verdad es que el
pueblo cubano en general –incluyendo a la oposición cívica interna y
externa y a la sociedad civil cubana que está emergiendo en Cuba en
medio de la propia represión oficial– tampoco tiene en su hoja de ruta
llevar al país a esos penosos cuadros que son caldos de cultivo de
problemas sociales y del surgimiento de demagogia y populismo
latinoamericano. No se trata de escoger entre socialismo-comunista o
democracias "sin calorías", o derecha o izquierda. El propósito es una
Cuba que supere las deficiencias del pasado y las muchas y más graves
del presente y de "parquearnos" en el centro donde se estacionan los
países serios.
El inmovilismo y la falta de rejuvenecimiento de las ideas que ha
escogido la dirigencia cubana abren las puertas a posibles escenarios
preocupantes de crisis agudas para las formas que buscará la inevitable
transición de un país a una sociedad más justa y participativa para
todos los sectores. Es un crimen cubano no evitarlo. Raúl Castro y el
coro que lo secunda serán los máximos responsables por considerar que
todo lo de Cuba es solo entre ellos, cuando la legitimidad es que lo de
Cuba es entre todos los cubanos.
Nunca es tarde para rectificar y renovarse. Viejo a de ser, quien lo
quiera ser. Le propongo al general Raúl Castro que haga una sola
demostración de buenas intenciones de nacionalismo, cubanía, valentía
cívica y signo de alguna apertura verdadera del país, publicando esta
columna nuestra en el Granma sin editar y las posteriores que le envié
evitando a este cubano la necesidad de hacerlo en prensa extranjera.
Comencemos entre todos a cambiar en Cuba los focos fundidos del país.
http://www.elnuevoherald.com/2011/05/03/934446/oscar-pena-cerradas-ventanas-de.html
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