Pages

Friday, August 13, 2010

El mito del 'fin' del castrismo

El mito del 'fin' del castrismo
Viernes 13 de Agosto de 2010 08:50 Néstor Díaz de Villegas, Hollywood

El castrismo contiene una fuerte dosis de lo extraordinario: Fidelito,
niño atómico y doctor en Física nuclear, es el primer experimento
genético castrista, y el segundo en la fila de la sucesión monárquica.
Ese niño, que pronto cumplirá 62 años, es el resultado de la hibridación
de los Castro Ruz con los Díaz-Balart.

Mariela Castro, su bella prima, es mujer astuta, firme y supuestamente
liberal. La "amiga de los gays" cubanos se presenta también como
candidata al trono, y sólo ella, por el momento, parece estar capacitada
para conducir el país hacia una etapa de liberalizaciones dentro del
marco jurídico de una monarquía participativa.

Una vez eliminados Celia y Abel Hart, queda el apuesto Antonio Castro,
un doctor en medicina y aspirante a gerente deportivo. Potencialmente,
el consorcio Castro & Hijos está en condiciones de impulsar las
reformas, reorganizar la economía, y convocar a una asamblea legislativa
que lo ratifique como lo que ya es desde hace más de medio siglo:
nuestra familia real; el sínodo de una Santa Sede latinoamericana.

Sin embargo, ninguna reforma podrá conllevar —como argumentan
correctamente los teóricos castristas— la restauración del viejo Estado
batistiano, o de cualquier otro tipo de status quo prerrevolucionario,
incluida la obsoleta Constitución del 40, y mucho menos facilitar el
transplante a La Habana del "milagro" económico miamense: los esquemas
de la democracia y del mercado libre deberán ser declarados
insuficientes, inoperantes e inconstitucionales. Sólo la proclamación de
la monarquía (en el sentido de "gobierno de propiedad privada" que
atribuye a ese término el filósofo Hans-Hermann Hoppe) ha de
considerarse, en la presente coyuntura, auténticamente progresista.

Recordemos que, contrario a lo que se repite a menudo, la democracia no
ha "regresado" realmente a Hispanoamérica, sino que se atrincheró en un
club de dictaduras más o menos procastristas que arribaron a Palacio por
el camino trillado de las urnas. Lo que se concibe hoy como
"democrático" es apenas un convenio: a cambio de la no-violencia, a
cambio de la jubilación de las tropas de choque entrenadas en Cuba, se
renuncia al parlamentarismo.

Ciertamente, sería inoportuno hablar de democracia parlamentaria en el
caso de Venezuela, de Ecuador o de Bolivia; y el impulso que llevó —y
mantiene— a los Kirchners a la Casa Rosada tiene más de putsch al
neoliberalismo que de auténtica renovación republicana. El caso de
Honduras demuestra que las "democracias" procubanas vienen con defectos
de fábrica, y que se requerirán años de reajustes antes de alcanzar un
reeleccionismo a prueba de sufragios.

Padecen de una peculiar ceguera aquellos que descartan la evidencia de
la infinitud del castrismo: su mecanismo de duración, su infalible
prototipo de continuidad, tomó prestado del catolicismo, del fascismo y
del absolutismo. El castrismo es un sincretismo.

El aspecto más apasionante del castrismo, como fenómeno histórico,
biológico, mediático y termodinámico, es que no acabará nunca, que
perdurará para siempre; o si se prefiere expresarlo en lenguaje
escolástico: "por los siglos de los siglos, amén".

http://www.diariodecuba.net/opinion/58-opinion/2808-el-mito-del-fin-del-castrismo.html

No comments: