2010-03-08.
Efrén Fernández Fernández, Preso de Conciencia de la Causa de los 75
(www.miscelaneasdecuba.net).- Por la habitual verborrea que caracteriza
a los máximos líderes de la dictadura impuesta en Cuba, el señor
Presidente Raúl Castro Ruz, para justificar el monstruoso asesinato de
nuestro querido hermano de lucha pacífica, Orlando Zapata Tamayo, ha
vuelto a mentir en su gastado discurso tratando de culpar a los Estados
Unidos del crimen cometido por su régimen comunista.
¿Hasta cuando van a estar culpando a nuestros vecinos del norte de los
desmanes de su sanguinario y fracasado sistema totalitario? ¿Qué culpa
tienen los estadounidenses del desastre causado por su autoritario
gobierno que no es capaz tan siquiera de cultivar calabazas o boniatos
para saciar el hambre del pueblo cubano? ¿Porqué los continúa acusando
de la desenfrenada emigración de los cubanos?
Todo el mundo sabe que los hijos de esta isla cada vez que encuentran
una brecha huyen de la dictadura a cualquier lugar del mundo. ¿Cómo es
posible que mientan al decir que en Cuba no se tortura, tratando de
ocultar las atrocidades con lo sucedido en la base naval de Guantánamo?
El caso de Zapata Tamayo es un ejemplo irrebatible de sufrimientos de
muchos hombres y mujeres en Cuba que son víctimas de la naturaleza cruel
del régimen tiránico de los hermanos Castro. Cuando Zapata fue
trasladado a la prisión de Taco Taco en Pinar del Rio, procedente de la
penitenciaria de Guanajay, sufrió la continuación de su martirio.
En Taco Taco, por continuar expresándose con su potente voz, reclamando
el respeto a los Derechos Humanos, las autoridades de la prisión lo
golpearon salvajemente en muchísimas ocasiones, lacerando su cuerpo e
incluso lo sometieron a otras torturas y tratos crueles.
En el año 2006, en una de las noches temerosas de la prisión de Taco
Taco, torturaban en una celda de castigo a Zapata por haberse plantado
en una huelga de hambre para reclamar el cese de los malos tratos, las
condiciones inhóspitas e infrahumanas.
A Zapata le aplicaban las torturas aplicadas en las prisiones pinareñas
con el nombre de la sillita. Golpeándolo le pusieron a la fuerzas unas
esposas en los pies, después le pusieron las manos en la espalda
aprisionándolas con un segundo par de esposas y a continuación, con unas
terceras esposas, le unieron los pies con las manos arqueando su cuerpo
forzosamente hacia atrás y dejándolo tirado en el suelo por espacio de
varios días.
Zapata nunca se amilanó y continúo gritando Abajo Fidel, Abajo la
dictadura, Vivan los Derechos Humanos. En estas condiciones, el enjambre
de mosquitos, unido a las plagas de chinche y a las numerosas ratas
existentes acrecentaban su dolor.
Ante tal situación, los presos comunes Ramón Acosta Moreno, Michel
Jaguy Pérez, Enrique González Silva, Michel Rodriguez Rondón y Jesús,
más conocido por el apodo de Monín, que se encontraban en otra celda de
castigo, llamaron a los guardias para que no torturaran más a Zapata.
Este reclamo hizo que se presentara en las celdas, el Mayor Orlando,
jefe de control penal de la prisión, que les prometió consultar con la
delegación provincial del Ministerio del Interior de Pinar del Río, pues
ellos eran los únicos a parar tan declinante tortura. Es decir que la
orden de maltratar a Zapata venía de niveles superiores.
Las horas pasaban y el mayor Orlando no aparecía. Por eso los referidos
presos comunes comenzaron a gritar y hacer bulla dando golpes en el piso
con pomos plásticos vacíos. Los guardias se personaron nuevamente en el
local y al escuchar que los presos estaban dispuestos a unirse a Zapata
en la huelga de hambre si no cesaba su tortura, fingieron acceder a su
justo reclamo quitándole las esposas.
Ese mismo día, cuando todos dormían, rodearon las celdas de castigo con
feroces perros mientras que numerosos guardias lo despertaron con una
salvaje golpiza.
Posteriormente en otro círculo romano castrista los sometieron a un
juicio en la región militar de Chirigota en Santa Cruz, localidad del
municipio San Cristóbal, donde fueron sancionados a penas que oscilan
entre 5 y 14 años de privación de libertad.
El odio de las autoridades no cesó ya que continúo castigando a los
solidarios presos comunes que fueron trasladados a prisiones muy
distantes de sus respetivas familias.
El sacrificio de Orlando Zapata Tamayo por los derechos, la
democratización y la libertad de Cuba, lo sitúa en el martirologio de
aquellos que han dado su vida pacíficamente por la humanidad. Su luz
irradia la aurora del despertar que reconciliará a los cubanos y hará de
Cuba una tierra próspera y feliz.
Nota: Desde la prisión de Guanajay, Efrén Fernández Fernández, dicta los
textos por teléfono y Magaly Norvis Otero Suárez los trascribe.
ZAPATA NUNCA SE AMILANÓ A PESAR DE LAS TORTURAS - Misceláneas de Cuba (8
March 2010)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=26134
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