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Saturday, March 06, 2010

Más se perdió en Cuba

LAS HOJAS VIVAS
Más se perdió en Cuba
06.03.10 - 00:36 -
DIEGO PEDRO LÓPEZ ACOSTA P |

En la memoria, que junto a la voluntad nos hace sentirnos vivos en cada
momento, uno guarda la imagen, servida por las televisiones del mundo
libre, de una niña cubana discurseando desde sus pocos años como el
mismísimo Lenin. La criatura, aleccionada y uniformada para la ocasión,
maldecía la influencia de la contrarrevolución americanizada de Miami
-la gusanera, en el argot castrista- y elevaba a las cumbres del
entusiasmo los triunfos del Comandante y su régimen. Los mejores frutos
revolucionarios, que dirían sus maestros. Una imagen propia de un
documental filmado por Leni Riefenstahl sobre el adoctrinamiento de los
niños alemanes durante el nazismo. El ejemplo más elocuente de la
malignidad de los totalitarismos dispuestos a troquelar por intereses
ideológicos y políticos las mentes jóvenes. El método más perverso de
sembrar sentimientos de odio hacia quienes piensan de manera distinta.
Sin duda hubo otras niñas, como la del mitin televisado, que un buen día
despertaron del sueño revolucionario con sus crueles mentiras y
trataron, de alguna forma, alcanzar la libertad, algo no siempre
conseguido porque el castigo de los implacables tiene los brazos largos.
Recientemente, la hermosa isla, perla del Caribe, ha surgido como
noticia de primera plana; no por hechos que levanten elogios hacia sus
dirigentes, cosa verdaderamente imposible, sino porque esos mismos
dirigentes muestran sin reparos su escalofriante capacidad de manejo de
las vidas humanas. Detenciones en masa, juicios sumarísimos y condenas
establecidas con periodos de reclusión de aquí a la eternidad. Castigos
severísimos para quienes intenten huir del paraíso comunista o,
simplemente, cuestionen las 'bondades' de un sistema arcaico y
absolutamente detestable. Esa es la Cuba de ahora mismo, la de la buena
gente que, a pesar de su desgraciada situación, recibe al visitante con
una sonrisa y con palabras calientes de afecto. La Cuba de los
escritores que buscaron el penoso refugio del exilio, Severo Sarduy,
Reinaldo Arenas, Cabrera Infante, Zoé Valdés; la de los presos sin
esperanza; la de las ilusiones rotas. La Cuba de la revolución
inacabada, que mantiene en la sombra del poder absoluto a un personaje
patético siempre dispuesto a recibir el abrazo de gorila del caudillo
venezolano, otro que tal baila. La Cuba, en fin, en la que muchos
piensan, como Schiller, que la libertad existe tan solo en la tierra de
los sueños. Esa tierra soñada por Orlando Zapata, víctima del último
horror, por el momento, de la dictadura cubana. Ejemplo abierto y
doloroso de la crueldad del hombre con el hombre. La muerte de Orlando,
tras ochenta y cinco días en huelga de hambre como protesta silenciosa
por la situación creada en su país por los artífices de la represión y
el castigo, representa, también, la capacidad de sacrificio del ser
humano a la hora de defender derechos tan irrenunciables como la libertad.
Claro que no faltan por esos mundos de Dios adeptos y simpatizantes que
manifiestan desde la lejanía -que siempre da más seguridad que la
cercanía- su conformidad, adhesión y hasta su devoción hacia el tirano y
su tropa. Políticos de su cuerda, intelectuales y artistas diversos
(escritores, periodistas, actores, cantantes, cantautores y
cantamañanas) que, como es sabido, tienen el corazón en la izquierda y
la cartera en la derecha. Personajes que no admiten el análisis objetivo
de lo que ocurre en un hermoso país privado de libertad. Junto a
determinados gobernantes que miran para otro lado o reaccionan con
estudiadas palabras de condena, más tarde que pronto, surgen
progresistas indeterminados justificando a un régimen antiprogreso como
el cubano. Y aparecen sujetos como un tal Willy Toledo, actor de ceja y
pancarta, diciendo públicamente que Orlando Zapata no era más que un
delincuente común y que existe una persecución paranoide hacia los
Castro. Ante semejantes declaraciones no me explico cómo a ciertos
personajes no les cae la cara de vergüenza. Claro que para que a alguien
se le caiga la cara de vergüenza lo primero que debe tener es vergüenza.
Ahora, cuando en la realidad diaria de nuestro entorno nos lamentamos y
sufrimos por todo lo perdido últimamente en el terreno económico y
social, sería conveniente recordar que más se perdió en Cuba hace medio
siglo, porque se perdió la libertad.

Más se perdió en Cuba. La Verdad (6 March 2010)
http://www.laverdad.es/murcia/v/20100306/opinion/perdio-cuba-20100306.html

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