La escasez como represión
By ALEJANDRO ARMENGOL
En un proceso que tiene como única razón de existencia el perpetuar en
el poder a un reducido grupo, el mecanismo de represión invade todas las
esferas de la forma más descarnada, y sin tener que detenerse en los
tapujos de supuestos objetivos sociales, que en el proceso cubano
desaparecieron o pasaron a un segundo o tercer plano hace ya largo tiempo.
En una ocasión, Fidel Castro le afirmó a un oficial de alto rango de la
seguridad del Estado cubana que la conducta del gobierno chino en la
plaza de Tiananmen demostraba que no sabía como reprimir al pueblo de
forma adecuada, y por lo tanto éste se había visto forzado a la
``dolorosa y poco placentera'' tarea de ``eliminar'' a miles de sus
ciudadanos.
La dictadura militar de los hermanos Castro no ha escatimado recursos en
una maquinaria represiva eficaz, silenciosa y omnipresente. Pero no ha
sido suficiente. En ocasiones la situación escapa de control y hay que
recurrir a medios más burdos.
Entonces el mecanismo de terror delega la ejecución de la represión en
turbas, e incluso en ocasiones en grupos que hasta cierto punto podrían
catalogarse de paramilitares.
No son las autoridades, sino el propio ``pueblo'', quien responde a las
``provocaciones''.
La justificación de la violencia es la ira revolucionaria. Los actos de
repudio, las Brigadas de Respuesta Rápida y el hundimiento del
transbordador 13 de Marzo por un grupo de ``trabajadores que actuaron en
defensa de sus intereses'', para citar uno de los ejemplos más
conocidos, responden al mismo patrón represivo, cruel e hipócrita.
Sin embargo, esta situación de ``violencia revolucionaria'' no puede ser
mantenida de forma permanente en su versión más cruda, y el régimen lo
sabe. Por ello dosifica una tensión diaria con esporádicos estallidos
--a veces provocados por la misma Plaza de la Revolución y en otras como
respuesta a los acontecimientos que considera tienen cierta
potencialidad para poner en peligro su supervivencia-- de saña y algarabía.
En este sentido, uno de los aliados que por décadas ha empleado el
gobierno cubano es la escasez. La falta desde alimentos hasta una
vivienda o un automóvil ha sido utilizada, tanto para alimentar la
envidia y el resentimiento, como en ocupar buena parte de la vida
cotidiana de los cubanos.
En tal situación, la corrupción y el delito han reinado durante
cincuenta años de proceso revolucionario. La escasez actúa a la vez como
fuerza motivadora para el delito y camisa de fuerza que impide el
desarrollo de otras actividades. No se trata de justificar lo mal hecho,
sino de aclarar sus circunstancias. En resumidas cuentas, un análisis
marxista de la crisis económica permanente que existe en la isla no debe
excluir al mercado negro, la corrupción y el delito como importantes
fuerzas de un mercado informal pero poderoso.
De ahí que resulte apropiado hablar de dos fuerzas opositoras frente al
gobierno cubano. Hay otra disidencia en la isla. No son hombres y
mujeres valientes que desafían el poder, porque forman parte del mismo.
No gritan verdades, ya que se ocultan en la mentira. Ni siquiera se
mueven en las sombras. Habitan en el engaño. Son los miles de
funcionarios menores --y algunos no tan menores-- que desde hace años
desean un cambio, pero al mismo tiempo no hacen nada por conseguirlo. No
por ello dejan de realizar una labor de zapa, por supuesto que para
beneficio personal, que perjudica al gobierno.
No hay que olvidar que el régimen siempre ha usado a su conveniencia la
distinción entre delito común y delito político. En una época todos los
presos comunes estaban en la cárcel por ser contrarrevolucionarios,
porque matar una gallina era una actividad contraria a la seguridad del
país. Muchas veces también a los opositores se les ha acusado de vagos y
delincuentes. El último ejemplo en este sentido ha sido Orlando Zapata,
un preso de conciencia que murió tras una huelga de hambre para
protestar por los abusos en la cárcel.
a escasez también ha sido usada para incrementar la delación y la
desconfianza, a partir de la ausencia de un futuro en la población
manipulada como el medio ideal para alimentar la fatalidad, el cruzarse
de brazos y la espera ante lo inevitable.
Mediante las detenciones de disidentes, más o menos breves y a lo largo
de toda la isla, cada vez que se produce o se anuncia una actividad
opositora pacífica, el gobierno de los hermanos Castro no sólo intenta
sembrar el miedo, sino también el desaliento. Los argumentos son
gastados, los recursos son viejos, pero la vida es una sola.
Hay que agregar además que al régimen no le basta con castigar a los
independientes, quiere matar su ejemplo, enfangar su prestigio.
Con su vida fundamentada sobre el principio de la escasez, tanto
económica como sicológica, tras el primero de enero de 1959 el cubano
vive presa de la corrupción, que detesta y practica con igual fuerza.
Desde los primeros fusilamientos hasta la Causa No. 1, es justificación
y escape, motivo de envidia y rencor. El régimen de La Habana ha logrado
como ningún otro gobierno anterior explotar la dicotomía de la falta de
lo necesario para sobrevivir, y la corrupción actuando de respuesta para
conseguirlo, como instrumentos represivos.
ALEJANDRO ARMENGOL: La escasez como represión - Opinión -
ElNuevoHerald.com (8 March 2010)
http://www.elnuevoherald.com/2010/03/08/v-fullstory/670600/alejandro-armengol-la-escasez.html
No comments:
Post a Comment