2008-05-22.
Julio César Soler Baró
Ciertamente hay muchísima gente en el mundo que nos ayuda y otros tantos
que creen en nosotros y eso en el más alto grado nos contenta, pero esto
es solo eso: satisfacción necesaria pero volátil, consuelo tibio pero
gaseoso, dulces caramelos efímeros a quien la espera apoca. Terapia de
grupo.
Si los ajustes/cambios que han venido sucediendo durante los últimos
meses en Cuba han sido, como bien se les ha llamado: cosméticos y
populistas, estratégicos y vulgares, es porque las medidas tomadas tanto
por los Estados Unidos como por las Naciones Unidas y finalmente por
parte de la Unión Europea contra la administración actual de la isla,
también han sido cosméticas, populistas, estratégicas y vulgares; y para
nada han puesto realmente en peligro el poder absoluto y corrosivo de
quienes desde hace decenios gobiernan en Cuba a pesar y continúan sin
dar muestras de tomar en cuenta ni de respetar la voluntad libertaria de
su pueblo.
De la misma forma en que los llamados cambios en Cuba para nada han
mejorado la vida del pueblo cubano, del trabajador cubano sino solamente
legalizado lo que ya desde hace muchísimo tiempo la muy escogida gente
con recursos económicos para tales ardides, y de manera ilegal, ya
hacía; tampoco tales medidas internacionales contra la gobernación de
Cuba han conducido a mejorías para la población cubana.
Lo que la opinión pública internacional y el Gobierno cubano se traen
entre sí es digamos que un jugueteo, una suerte de coquetería
politiquera retozona que poco a poco va agotando nuestras opciones,
dinamitando nuestros puentes de acceso diplomático a la verdad,
comiéndonos la paciencia, extinguiéndonos las ganas de seguir hablando.
En una sociedad paramilitar todos somos sospechosos, incluso el no
sospechar es sospechoso y el no dudar dudoso. Y es precisamente esa, la
duda hacia el ciudadano común, hacia ese de todos los días, hacia aquél
el de la cola del pan, el de la universidad, hacia ese del barrio lo que
desvela al régimen; esa duda es el asentimiento con que el régimen se
desnuda a sí mismo, mostrando entonces y siempre su hediondez carnal.
En Cuba todos somos espías potenciales, testigos peligrosos, consumados
activistas, carne de tercera, soldaditos de plomo, terroristas, botellas
vacías, base material de estudio, presuntos delincuentes, posibles
mercenarios. Porque allí, como la verdad está prohibida, todo lo que
oyes es recomendable callarlo y todo lo que ves olvidarlo, lo que digas
podrá siempre tergiversarse en tu contra y lo que no digas también.
En Cuba no ha cambiado nada: allí se sigue golpeando, secuestrando,
amordazando, negando, obstaculizando, malversando, robando, privando,
asechando, engañando, persiguiendo, intimidando y machacando al pueblo
cubano.
Y en las cárceles cubanas la primavera es cada vez más negra.
Y sin embargo nunca antes más que ahora se ha hablado tanto de
levantamiento de sanciones y de normalización de las relaciones entre
Cuba y el resto del mundo como paso esencial para el establecimiento del
mutuo respeto y la colaboración entre las partes. Me pregunto de qué
partes hablan y si esas partes abarcan también a la gente de mi barrio.
¿Por qué entonces, si cada día que pasa con esa gente en el poder hace a
Cuba más infernal, ha de cambiar la política internacional hacia Cuba?
¿Por qué habría la Unión Europea próximamente de considerar o incluso de
poner en práctica una política de mano suave contra gobernación de Cuba?
A ese tifus no se le puede dejar salir de la esquina porque se sacude el
polvo de la golpiza y con un solo arañazo de tantísimo veneno que lleva
dentro conseguiría en el acto matarte. Pero ahora sí, el pueblo cubano
es quien sobre todo está sufriendo, también como nunca antes, el castigo
que solo el régimen castrista merece, por eso estimo que las sanciones
hacia Cuba no han de ser levantadas bajo ningún concepto sino radical y
considerablemente particularizadas, renombradas y singularizadas.
Dirigidas directa, absoluta y concretamente hacia los individuos al
mando de esa junta militar de ultra izquierda vestida de civil que aún
hoy gobierna en Cuba. Me refiero a individuos de la calaña de Carlos
Lage, Marino Alberto Murillo Jorge, el ingeniero eléctrico Felipe Ramón
Pérez Roque sin embargo ministro de relaciones exteriores de Cuba, a
Abel E. Prieto, Raúl Castro, Ramiro Valdez, Otto Rivero Torres, Ricardo
Cabrisas, María del Carmen Pérez Hernández, Ulises Rosales etc. y a
organizaciones y empresas como por ejemplo la corporación Gaviota, la
UNEAC, la CTC, la FMC, la Brigada Hermanos Saints y el MINREX.
Imagino cómo habrían de sentirse el Ministro Pérez Roque, sus familiares
y el resto de la junta en el poder si de la misma manera en que ellos
les niegan el permiso de salida o severamente regulan/estrangulan la
estancia en el extranjero de los ciudadanos cubanos; la Unión Europea
para empezar les negase a ellos y a los familiares de estos el permiso
de entrada a todas y cada una de sus tierras, a no ser que dichas
gestiones internacionales sean de carácter estrictamente diplomático u
oficiales, y que luego la vigencia del visado de los mismos sea
improrrogable y por el exacto tiempo de vigencia que dichas gestiones
oficiales concretamente exijan. Tal vez entonces esos desvergonzados
comenzarían a entender de qué les estamos hablando.
Patria y Libertad
Julio César Soler Baró. Otro cubano en el exilio. Oluwo Otura-Niko.
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=15437
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